El cuarteto de Alejandría – Breve apunte

28 de julio de 2015

      El cuarteto de Alejandría es una obra que consiguió colocar a Lawrence Durrell entre los grandes de la literatura. Es una extensa novela que permite a su autor, Lawrence Durrell, la utilización de un enorme abanico de recursos literarios. A lo largo de la obra encontramos variaciones tanto en el tono con el que está escrita como en la atmósfera y en los escenarios en los que transcurre la acción. Asimismo, observamos cambios en el lenguaje y en los narradores. Incluso los hechos son distintos dependiendo de quien los cuenta y su conocimiento de los mismos.  
      La voz del narrador, en tres de sus volúmenes la tiene Darley. Este es un hombre joven y poco experto, con grandes inquietudes artísticas encauzadas hacia la escritura, que lucha por evolucionar durante toda la obra y que consigue vencer su tendencia al desencanto por su esperanza en el futuro. Todo esto nos lleva a pensar que detrás del joven Darley se esconde el verdadero Durrell.
      Los dos volúmenes de mayor belleza lírica son Justine y Clea. Balthazar es una obra de transición y evolución y Mountolive es la parte donde se nos desvela la trama de la historia.
      Uno de los puntos más interesantes de esta obra y en lo que Durrell estaba más interesado es el de la variedad de puntos de vista. Es muy difícil precisar correctamente cual es el tema de la obra, pero sin duda podemos decir que hay tres temas principales: La relatividad de la verdad, el amor y las relaciones humanas y el papel de los artistas en la vida.
      La obra está estructurada en cuatro volúmenes distintos: Justine, Balthazar, Mountolive y Clea. Los cuatro volúmenes deben ser leídos en orden para poder entender cada uno de los puntos de vista que nos ofrece y la evolución de los personajes.

Justine
      La primera novela, Justine, está narrada por Darley en primera persona y nos cuenta la historia desde su punto de vista, que como más adelante descubriremos es un punto de vista al que le faltan muchos datos para poder juzgar con precisión la mayoría de las situaciones y las relaciones entre el grupo de personas interesadas en los hechos. En un principio, Darley se muestra como el personaje más simple, debido a que es el último en llegar y el más joven e inexperto, aunque realmente no sabemos prácticamente nada acerca de él. Sabemos que es un profesor y que ha llegado a Alejandría buscando algo que en principio no queda realmente claro. Presuponemos que Darley llega a Alejandría atraído por la propia ciudad a la que canta el poeta Cavafis y posiblemente, sin ni siquiera saberlo él, está buscando evolucionar como persona, madurar.
      Este primer volumen ofrece una prosa muy lírica que contiene pasajes de gran belleza. Sus descripciones resultan magníficas y muy minuciosas. En cuanto a la trama, nos presenta una historia de amor, que en principio tampoco parece de gran interés. Será más adelante, cuando nos vayamos adentrando en la inmensidad del cuarteto, cuando seamos capaces de darle a este primer libro el valor y el sentido que merece.
      Desde el primer momento, Durrell, a través de sus personajes nos transmite sus inquietudes. Uno de los temas principales de la obra es el de la imposibilidad de conocer la verdad en cualquier situación de la vida, debido a que hay tantas verdades como personas envueltas en cualquier hecho.  Cada uno narra su verdad relativa, ya que esta está siempre cargada de subjetividad.
      La propia Justine nos lo dice al principio de la novela: 
“–¡Mira! –exclamó–.  Cinco imágenes distintas del mismo sujeto. Si yo fuera escritora, trataría de conseguir una presentación multidimensional de los personajes, una especie de visión prismática. ¿Por qué la gente no muestra más que un solo perfil a la vez?”
“¿Hasta qué punto conozco a Pursewarden? Lo que sabemos de una persona se reduce a un aspecto de su carácter. Ofrecemos a cada uno una cara diferente del prisma”.
Sobre Puserwarden: “La muerte proporciona un nuevo criterio y daba una nueva estatura intelectual al hombre brillante, ineficaz y a menudo tedioso con quien nos habíamos enfrentado. En adelante sólo podríamos verlo a través del espejo deformante de la anécdota o del prisma polvoriento del recuerdo”
“–¿Qué le ocurre Nessim?
–No lo sé. Cuando tenemos algo que esconder, nos convertimos en actores y obligamos a actuar a todos los que nos rodean.”
      Otro de los temas fundamentales en la obra de Durrell es el de las relaciones humanas de amistad y amor:
“Allí la veo siempre, entregándose a esas terribles intimidades de las que Arnauti escribe: “No hay dolor comparable al de amar a una mujer que nos ofrece su cuerpo y, sin embargo es incapaz de darnos su verdadero ser, por que no sabe dónde está””.
Pombal: “Para un francés, el amor es interesante en Alejandría. Las mujeres actúan entes de reflexionar. Y cuando llega el momento de la duda, del remordimiento, hace demasiado calor, nadie tiene la energía necesaria. Esta animalidad carece de finesse, pero me conviene. Mi corazón y mi mente están hartos de amor, y sobre todo, mon cher, no quiero saber nada de esa manía judeo-copta de disección, de análisis. Deseo volver a mi granja en Normandía sin ataduras sentimentales”.
Entre Justine y Darley: “Esa intimidad no debe ir más lejos, pues hemos logrado ya todas sus posibilidades en la imaginación y lo que terminaremos por descubrir, más allá de los sombríos colores de la sensualidad, es una amistad tan profunda que seremos esclavos uno del otro para siempre.” Era el coqueteo de dos espíritus prematuramente extenuados por la experiencia, mucho más peligroso que un amor fundado en la atracción sexual.”
“Y sin embargo, tenía la objetividad suficiente para comprobar que el amor se alimenta de celos, porque esa mujer fuera de mi alcance, y sin embargo en mis brazos, se volvía diez veces más deseable, más necesaria. Era una situación terrible para un hombre que no quería enamorarse, y para una mujer que sólo deseaba que la liberaran de una obsesión y le devolvieran su libertad de amar.”
Darley dice: “Para aquel que estudia el amor, estas separaciones son una escuela amarga pero necesaria para la propia madurez. Ayudan a despojarse mentalmente de todo, salvo del ávido deseo de vivir más”.
“Los amantes no están nunca bien aparejados, ¿no te parece? Siempre hay uno que proyecta su sombre sobre el otro, impidiendo su crecimiento, de manera que aquel que queda en la sombra está siempre atormentado por el deseo de escapar, de sentirse libre para crecer. ¿No te parece que éste es el único lado trágico del amor?”
      Casi al final de la primera novela hace dos reflexiones sobre su vida en Alejandría y sus sentimientos:
“…Pero me doy cuenta de que aquello que no se ha resuelto en mi existencia no es el problema de Justine sino el de Melissa. es extraño, pero el futuro, si existe un futuro, ha sido siempre de ella por derecho propio. y sin embargo, me siento incapaz de tomar una decisión, o por lo menos de esperar, Siento que debo aguardar pacientemente hasta que los superficiales episodios de nuestra historia vuelvan a coincidir, hasta que otra vez marchemos al mismo paso. Pueden pasar años, tal vez los dos tengamos el cabello blanco cuando se produzca el reflujo. O quizá la esperanza morirá apenas nacida, destrozada como un barco por la corriente de los acontecimientos. Tengo tan poca fe en mí mismo…”
“ Alejandría todavía presente, todavía dueña de mis afectos por obra de los recuerdos que  poco a poco se van fundiendo en el olvido, recuerdos de amigos, de cosas acaecidas hace mucho tiempo. La lenta irrealidad del tiempo empieza a arrebatarlos, borrando sus contornos, y a veces llego a preguntarme si estas páginas relatan las acciones de hombres y mujeres de carne y hueso, o si tan sólo la historia de unos pocos objetos inanimados que precipitaron el drama a su alrededor: un parche negro, una llave de reloj y un par de alianzas sin dueño…”
      En la obra Durrell hace también algunas reflexiones sobre la religión. Puserwarden expresa su idea de Dios a través de uno de los personajes del libro que estaba escribiendo: 
“Durante años uno tiene que resignarse al sentimiento de que la gente no se preocupa, lo que en verdad se llama preocuparse, por nuestra persona, un día, alarmados nos damos cuenta de que el que no se preocupa es Dios; no sólo no se preocupa, sino que le somos totalmente indiferentes.”
      Y Pusewaden también dice:
“–Hace falta una inmensa ignorancia para acercarse a Dios. Me temo que yo siempre he sabido demasiado.”
      La Justine que muestra en esta primera novela, es la Justine vista por Darley. 
      En un momento dado, Darley necesita tomar distancia y se retira a una isla griega donde escribe sobre Justin. A través de las citas del libro hemos podido ver que Darley ve a Justine como una mujer deslumbrante y extremadamente atractiva. 
      En esta primera novela Darley como narrador muestra por encima de todo el deslumbramiento que le produce Justine. Y expresa hasta el último detalle de esta relación. La narración por parte de Darley, en el primer libro, resulta muy parcial. Esta parcialidad viene sobre todo dada por la ceguera producida por su pasión hacia Justine. Incluso, nuestra visión del entorno, será muy parcial porque existen muchos personajes que más adelante resultaran imprescindibles para el desarrollo de la historia, que en este primer relato están ausentes.
      Darley habla en este primer relato de algunos personajes que giran en torno a él y a Justine, como son Melissa y Nessim. También presta atención a Clea, como consecuencia de que esta, en un momento anterior, estuvo también enamorada de Justine.
      A Nessim lo presenta como un hombre locamente enamorado de su mujer que están dispuesto a todo por no perderla.
      En esta primera historia de El cuarteto de Alejandría, también, Darley habla con cierta insistencia de una violación que sufrió Justine en su juventud y que al parecer era lo que explicaba su imposibilidad para enamorarse realmente de alguien.
      Asimismo, Darley, a consecuencia de su ignorancia y su falta de interés, apenas hace mención al tema diplomático y político, núcleo principal alrededor del cual gira, realmente, toda la historia. 
     Este primer volumen de Durrell puede tener algún fundamento en la novela Justine de Sade.

Balthasar
      Balthazar es el segundo volumen, que aunque narrado por Darley, ofrece el punto de vista de Balthazar.  
      Balthasar lleva hasta la isla donde se encuentra Darley las correcciones del manuscrito que él mismo le había enviado para su corrección. 
      El propio Darley nos dice: 
“Pero para poder seguir, es preciso retroceder, no porque sea falso todo lo que he escrito sobre ellos, nada de eso. Pero en ese entonces no disponía de la totalidad de los hechos. Tracé un cuadro provisional como quien reconstruye una civilización perdida a partir de algunos fragmentos de vasos, de una inscripción en una tableta, un amuleto, algunos huesos humanos, una máscara fúnebre de oro sonriente.
“Vivimos –escribe Pursewarden– vidas que se basan en una selección de hechos imaginarios. Nuestra visión de la realidad está condicionada por nuestra posición en el espacio y en el tiempo, no por nuestra personalidad, como nos complacemos en creer. Por eso toda interpretación de la realidad se funda en una posición única. Dos pasos al este o al oeste, y todo el cuadro cambia.” Algo por el estilo…
En cuanto a los personajes humanos, sean reales o inventados, son animales que no existen. Cada psiquis es en realidad un semillero de predisposiciones antagónicas. La personalidad concebida como una entidad con atributos fijos es una ilusión… ¡pero una ilusión necesaria si queremos enamorarnos!”
      Los datos que le aporta Balthazar con sus correcciones cambian radicalmente la historia y el papel que cada uno juega en ella. Como dice el propio Balthazar:
“Si las cosas fueran siempre lo que parecen, ¡qué empobrecida quedaría la imaginación del hombre!”
      El dato más importante que le aporta el manuscrito corregido por Balthazar y que realmente tampoco sabemos si se ajusta a la realidad, es la relación de Justine con Pursewarden. En opinión de Balthazar, Justine estaba enamorada de Pursewarden y utilizaba a Darley como señuelo para provocar los celos de Nessim y que nada pudiera perturbar su autentico amor por Puserwarden.
¿Será esta la realidad de la relación mantenida por Justine con Darley y Pursewarden?
Darley escribe: 
“Quiero decir que debo hacer la tentativa de arrancar la membrana opaca que se interpone entre mi persona y la realidad de los actos de todos ellos, membrana tejida, supongo, ocn mis propias limitaciones de visión y de carácter. Mi envidia hacia Pursewarden, mi pasión por Justine, mi piedad por Melissa. Espejos deformantes… Hay que buscar el camino entre los hechos.”
“Supongo que Justine me había entregado sólo una de sus numerosas personalidades, a mí, el enamorado tímido y pedante, con las mangas sucias de tiza.
¿Dónde buscar justificaciones? Sólo pienso en los hechos mismos; porque gracias a ellos podré adentrarme un poco más en la verdad central de ese enigma llamado “amor”. Veo que la imagen se aleja de mí y ondula en una sucesión infinita como las olas del mar; o bien, más helada que la luna se levanta sobre los sueños e ilusiones que forjé con ella –pero, como la luna real, ocultándome siempre una cara de la verdad, el lado infernal de una hermosa estrella muerta–. Mi “amor” por ella,  el “amor” de Melissa por mí, el “amor” de Nessim por Justine, el “amor” de Justine por Puserwarden: debería haber una larga lista de adjetivos para calificar ese nombre, porque no había dos que tuvieran las mismas características; sin embargo todos contenían una cualidad indefinible, una incógnita común de traición. Cada uno de nosotros, como la luna, tenía un lado oscuro, podía volver la cara mentirosa del “no amor” a la persona que más amaba y más la necesitaba. Y así como Justine se servía de mi amor, Nessim se servía del de Melissa… Unos trepándose sobre las espaldas de los otros, arrastrándose “como cangrejos húmedos en una canasta”. 
“Esto es lo que he podido reconstruir a partir del laberinto de notas que me ha dejado Balthazar. “Imaginar no es necesariamente inventar –dice en alguna parte–, y por el hecho de interpretar los actos de los demás no nos proclamamos omniscientes. Suponemos que se han desarrollado a partir de sus sentimientos, como las hojas brotan de la rama. ¿Pero se puede operar hacia atrás, deduciendo una cosa de otra? quizás un escritor podría hacerlo si tuviera el coraje de llenar con sus propias interpretaciones esas brechas aparentes que separan nuestros actos para unirlos.”
“Los hechos son inestables por naturaleza. Naruz me dijo un día que amaba el desierto porque allí el viento borra las pisadas de nuestros pasos como quien apaga una vela. Lo mismo, creo, hace la realidad. ¿Cómo podemos entonces perseguir la verdad?”
      En este segundo volumen, Durrell nos hace mirar otra de las caras del prisma que conforma esta historia y del grupo de personas que coinciden en el espacio y en el tiempo en la ciudad de Alejandría en un período de entre guerras.
“Recuerdo las palabras de que Balthazar escribió en alguna parte, con su gran letra de gramático: “Vivimos vidas que se basan en una selección de hechos imaginarios”, y también: “Todo puede ser cierto de cualquiera… “ Estas palabras de Pursewarden, ¿procedían de su propia experiencia de hombres y mujeres, o simplemente de una cuidadosa observación de todos nosotros, de nuestras conductas y sus consecuencias?
      Darley, se hace cargo durante un tiempo de la crianza de la hija de Nessim y Melissa. El mismo no sabe por cuanto tiempo se prolongará esta situación o si será una situación definitiva.Pero Balthzar dice a Darley: 
“Primero los jóvenes trepan, como las viñas, por los melancólicos soportes de sus mayoera, que se complacen en sentir sus dedos suaves y tiernos; luego los viejos se apoyan en los hermosos cuerpos de los jóvenes para descender a sus propias muertes”.
      Balthazar explica el matrimonio de Nessim como una relación de conveniencia. Justine necesitaba dinero para encontrar a su hija. Pero ¿que beneficio obtenía Nessim de esta relación? Esta situación no queda clara con la visión de Balthzar. 
      Balthazar en las notas deja ver que la opinión que tiene de Darley en esta situación no es clara. No sabe si este se cree realmente el amor de Justine o ha preferido no reflexionar sobre ello para que la historia se produjera como él la deseaba.
      Desde su destierro en la isla Darley dice: 
“Desde la posición privilegiada de esta isla lo veo todo en su duplicidad, veo con nuevos ojos cómo se intercalan los hechos y la fantasía, y al releer, al trabajar nuevamente la realidad a la luz de todo lo que ahora sé, me sorprende comprobar que incluso mis sentimientos han cambiado, han madurado, se han ahondado. Quizá la destrucción de mi Alejandría particular era necesaria (ese objeto que es toda verdadera obra de arte nunca muestra una superficie plana); quizás en el fondo de todo esto yace el germen y la sustancia de una verdad –usufructo del tiempo– que, si logro asimilarla, me hará avanzar un poco más en lo que es realmente la búsqueda de mi propio yo. Veremos.”
      En Balthazar aparece por primera vez el personaje de Leila y su relación con Mountolive. El siente la misma pasión y deslumbramiento que Darley siente por Justine. Son mujeres con misterio que no ofrecen todo lo que llevan dentro. También en este segundo volumen conoceremos la vida en la granja de Nessim y Naruz y veremos la vida rural de Egipto que hasta ahora no se había mostrado. En Justin solo vemos la vida en la ciudad de Alejandría.
      Llegando casi al final de este segundo volumen Darley dice: 
“Naturalmente, no hay que olvidar que la verdad se reduce siempre a la mitad cuando se la formula.  Sin embargo, en este último libro debo insistir en que hay esperanza para el hombre, en que su vida tiene un objeto, dentro de los límites de una simple ley; y me parece ver que la humanidad va adueñándose gradualmente de la información necesaria por medio de la simple atención, no de la razón, que le permitirá un día vivir de acuerdo con esa idea.”
“Quizá la clave esté en la risa, en el Dios Jocoso. Después de todo, las gentes serias son las que perturban la paz del corazón con sus chiquilladas… como Justine.”
“Somos tan tontos, tan débiles de espíritu cuando se trata de vivir; en cambio somos unos gigantes cuando se trata de pronunciarse sobre el universo.”
“Como a usted, se me plantean dos problemas interrelacionados: mi arte y mi vida. En mi vida soy bastante indeciso y miserable, pero en mi arte soy libre de ser lo que más deseo parecer: alguien capaz de introducir decisión y armonía en las vidas moribundas que lo rodean.”
“Quizá por eso en el fondo los escritores desean que se los ame por su obra más que por lo que son en sí mismos, ¿no le parece?.” 
      Clea escribe a Darley:
“Para nosotros, los vivientes, el problema es de un orden enteramente distinto: ¿cómo encauzar el tiempo cultivando un estilo del alma… o algo así? Estoy tratando de expresarlo. No forzar el tiempo, como lo hacen los débiles, porque eso hiere y entristece, sino encauzar sus ritmos y aprovecharlos, Pursewarden solía decir: Dios da a los artistas resolución y tacto, a lo cual yo solía responder con un sincero Amén.
“Hay tan poco tiempo; las noticias cada vez perores que llegan diariamente desde Europame hacen percibir en etos días una calidad otoál, como si condujerna a un futuro imprevisible. Y junto a esta impresión, siento también que los hilos se aprietan a nuestro alrededor, por así decirlo, llevándonos lentamente hacia atrás, otra vez al centor de la escena. ¿Dónde podría estar ese centro sino en Alejandría? Pero quizá resulte una nueva ciudad, diferente de aquella que durante tanto tiempo se impuso a nuestros sueós. Me gustaría creerlo, pues la antigua y todo lo que ella simblilizaba, sibien no ha muerto, va perdiento significación para la persona que ahora creo ser. 
“Nosotros por nuestra parte, tenemos gran necesidad de volver a verte de reanudar la amistad que, así lo confiamos, existe del otro lado de la obra escrita –si es que un autor puede ser un simple amito para sus personajes–.”

MOUNTOLIVE
      Este tercer volumen es el único que cambia de narrador. El primero y el segundo estaban narrados por Darley, aunque en el segundo le daba la palabra a Balthazar a través de la corrección que este realiza del manuscrito de Darley. 
      El tercer volumen es el único que está narrado en tercera persona. Este narrador omnisciente lo utiliza, Lawrence Durrell, para distanciarse de los personajes y mostrar la historia, tanto política como amorosa, desde una punto de vista externo a la acción.  
      A consecuencia de la distancia que toma el autor en esta tercera novela, da una visión más objetiva de los hechos, ya que no está condicionada por ninguna de las relaciones que mantienen los personajes.  
      El relato lo titula Mountolive porque este, embajador británico en Egipto, será el eje central de los hechos, particularmente políticos, que tienen lugar en la novela y que condicionan, incluso sin saberlo, a todos los demás personajes.
      En este volumen, toman relevancia algunos personajes que en los dos volúmenes anteriores apenas la habían tenido.
      Durrell presentan el conflicto de los coptos egipcios con los británicos. Los egipcios se sintieron abandonados por estos, tras la independencia. Los coptos habían perdido poder en Egipto frente a los musulmanes y esta circunstancia había desatado el odio en la población copta.
      Los coptos pretendían recuperar su poder. Muchos pertenecían a una élite tanto por su nivel económico como por su educación.
      El padre de Nessim dice: 
“Eso expresa el punto de vista británico, punto de vista con el que siempre hemos tenido que luchar los coptos. Antes de que ellos vinieran no había disensiones entre nosotros y los musulmanes de Egipto. Los británicos enseñaron a los musulmanes a aborrecer a los coptos y a discriminarlos.”
“Cuando la primera cruzada conquistó Jerusalén, se ordenó expresamente que ningún copto entrara en la ciudad… nuestra santa ciudad. Tan poco era lo que distinguían aquellos cristianos occidentales entre los musulmanes que los derrotaron en Ascalón y los coptos única rama de la iglesia cristianan completamente incorporada a Oriente. Pero después, vuestro buen obispo de Salisbury declaró abiertamente que consideraba a estos cristianos orientales peores que los infieles, y vuestros cruzados los masacraron alegremente.”
“Nuestra situación no es nada envidiable y la debemos enteramente a ustedes los británicos. Vivimos, en efecto como una sociedad secreta, cuando antes éramos la comunidad más brillante, la comunidad clave en nuestro país.” 
      Además, conoceremos a Leila y su antigua relación con Mountolive.  Leila y Mountolive mantuvieron una relación que se interrumpió cuando Mountolive abandonó, por primera vez, Egipto. Trás la separación mantuvieron una relación epistolar que cada uno de los dos acomodó a sus necesidades y que, realmente, no se ajustará a la realidad del otro.
“No se puede escribir más que una docena de cartas de amor sin encontrarse falto de tema. La más rica de las experiencias es también la más limitada en su campo de expresión. Las palabras matan el amor como matan todo lo demás.”
      También conoceremos como surgió la relación entre Mountolive y Pursewarden. Este parecía, hasta este momento, un personaje secundario que había sido amante de Justine y amigo de Mountolive.
      En este volumen se descubre como una pieza fundamental, desencadenante del desenlace del complot que preparaba Nessim para formar un nuevo estado de Israel. 
      Melissa le dice a Pursewarden:
“Esa gente… Los Hosnani –agregó ella con desprecio–. Y el pobre Darley cree en ellos, en ella (Justine). Esa mujer no hace más que aprovecharse de él. Es demasiado bueno, ¡demasiado bobo! _¿Aprovecharse?  Melissa abrió el grifo de la ducha y, embriagándose en las volutas del vapor, asintió mirándole, con una carita apretada. –De ellos lo sé todo. –¿Qué es lo que sabes? Sintió dentro de sí el súbito movimiento de una incomodidad tan pronunciada que no tenía nombre. Ella se disponía a derribarle el mundo como quien golpea inadvertidamente un tintero o una pecera.[…]       –¿Qué es lo que sabes? –repitió él. […] –Te lo diré Yo solía ser la querida de un hombre muy importnte, Cohen, muy importante y muy rico.  -Había algo patérico en la jactancia–- Trabajaba con Nessim Hosnani y me contó cosas. Además hablaba en sueños. Ahora está muerto. Creo que lo envenenaron porque sabía demasiado. Ayudaba a introducir armas en Oriente Próximo, en Palestina, para Nessim Hosnani. Grandes cantidades.”
      Esto será el desencadenante para que Pursewarden decida poner punto final a su vida e informará tanto a Nessim como a Mountolive de la información que ha descubierto sin, por supuesto, delatar a Melissa.
“ ¡Pursewarden! El escritor que tanto gustaba de decir: “la gente comprenderá un día que solamente el artista es quien hace que ocurran de veras las cosas y por eso la sociedad debe fundarse sobre él”. ¡Muriendo los había utilizado a los dos como… una oportunidad pública de demostrar la verdad de su propio aforismo! Pursewarden hubiera podido encontrar sin duda muchas otras salidas sin necesidad de separarlos con el acto de la muerte, de oponerlos comunicándoles un conocimiento que no podía beneficiar a ninguno de los dos. Ahora todo pendía de un cabello: los términos más frágiles de una nueva probabilidad. Obrar, sí; Mountolive iba a obrar solamente si debía; y una sola palabra suya a Memlik Bajá pondría en movimiento nuevas fuerzas, nuevos peligros…”
      Asimismo, descubriremos cual es la autentica relación entre Justine y Nessim. El interés de este por el apoyo de Justine, que es judía. Entre los dos tendrán más que amor. Un objetivo político común y el deseo de Justine de encontrar a su hija. Así también vemos la razón de las relaciones de Justine con Darley y Pursewarden. Darley era el amante de Melissa y esta podría saber algo a cerca de los intereses políticos de Nessim a través de Cohen, antigua pareja de Melissa, que estaba implicado en la misma lucha que Nessim y que así será, como luego se descubre. Pursewarden trabaja para la embajada británica y el grupo en el que se encuentra Nessim desea controlarlo. Justine actuará como espía en ambas situaciones.
      Nessim a Justine:
“Quiero ser franco. No tengo interés en la vida real –le temblaban los labios tanto como la voz–. Estoy contemplando una relación mucho más estrecha, en cierto sentido, que todo cuanto pudiera inventar la pasión: el lazo de una creencia común. […] –Quiero hacerte una confidencia ahora, que, si me la traicionas, podría traerme daño irreparable, a mí y a mi familia; y, en realidad, a la causa que sirvo. quiero ponerme enteramente en tus manos. Supongamos que los dos estamos muertos para el amor… Quiero pedirte que seas miembro de una peligrosa…  Lo extraño era que, cuando empezó a hablar así, sobre lo que era más próximo a su pensamiento, ella empezó a interesarse, a reparar verdaderamente en él como hombre, por primera vez.”
“Sólo con que los judíos puedan alcanzar la libertad estaremos todos tranquilos. Es la única esperanza para nosotros… los extranjeros desposeídos.”
“Subconscientemente sabía también que la mujer oriental no es sensual en el sentido europeo; que no hay nada semejante en su constitución. Las verdaderas obsesiones, para ella, son el poder, la política y las posesiones, por mucho que lo niegue.”
      En este tercer volumen, se desvelan una cantidad de datos suficientes como para ver algo más clara la situación. En este momento, somos capaces de entender muchas situaciones y a muchos personajes que hasta ahora no podíamos por falta de datos.
      Naruz que hasta hora parecía un personaje sin más relevancia que la de ser el hermano de Nessim, se desvela como un importante y peligroso predicador capaz de arrastrar a las masas.
      Conoceremos, también, que Capodistria está vivo y que su muerte fue simulada porque no interesaba a su causa política.
      Mountolive se encontrará por última vez con Leila y esta le producirá asco. Quiere abandonar el país y antes de esto se adentra en el Egipto profundo donde le llevan a un prostíbulo de niñas que le repugna y entonces no puede ver otra cosa más que la decadencia y el horror que se viven en aquel momento es el país.
      Este volumen se cierra con la muerte de Naruz y toda una serie de ritos que producirán una narración muy lírica de gran belleza.

Clea
      Clea es el último volumen de esta extraordinaria novela. En este volumen la historia avanza en el tiempo. Por primera vez, desde que empezamos a leer esta obra, nos damos cuenta del paso del tiempo. Por primera vez, aparece en ella el eje temporal. Hasta este momento, todo había sucedido en un eje espacial. 
      El cuarto volumen trae de nuevo a Darley como narrador, en primera persona. La obra retoma un sentido mucho más personal y menos objetivo que en el tercer volumen.
      En Mountolive obtuvimos prácticamente todos los datos que necesitábamos para colocar a los personajes en su sitio. Toda la historia cobró sentido.
      En este cuarto volumen se cerrará una historia mucho más personal. Especialmente para Darley y Clea pero también para el resto de los personajes.
      Darley regresará a Alejandría intentando retomar un pasado que ya no existe. Finalmente, él mismo pasará página. Sentirá que ha evolucionado y que se encuentrará preparado para afrontar una nueva vida.
      Al regresar a la ciudad, Darley verá una Alejandría destruida por la guerra y todos los cambios que se han producido en sus amigos: Justine está retirada del mundo, Nessim ha perdido un ojo y parte de su fortuna, Pombal se enamoró de una mujer casada que finalmente fallece, Balthazar se tiene que someter a una rehabilitación a causa de sus excesos.
      Cuando termina la guerra cada uno de los personajes encontrará su camino. Muchos de ellos piensan en Europa como un nuevo escenario para sus vidas. Justine y Nessim encontrarán una nueva misión que probablemente les llevará a Suiza y que consigue sacarles de la depresión. Darley regresa a Inglaterra. Clea quiere instalarse en Francia. Mountolive y Liza, juntos, se mudarán también a Francia, etc.
      A lo largo de toda la obra,  Alejandría actúa como un personaje, aunque realmente sea el escenario. En el primer volumen Alejandría es una ciudad de misterio. Una ciudad llena de atractivos y sensualidad, creándose un paralelismo con Justine.
      En el segundo volumen la ciudad pierde parte de su sensualidad para dar paso a una ciudad elegante. En este volumen Durrell hace una comparación entre la rudeza del campo egipcio y sus gentes y la elegancia de la ciudad.
      En el tercer volumen muestra una ciudad llena de conflictos políticos y diplomáticos. Se presenta ante nuestros ojos una Alejandría llena de europeos y con una extraordinaria mezcla de culturas.
      En el cuarto volumen, la ciudad está destrozada por la guerra y la corrupción. La gente en la ciudad intenta sobrevivir. Los personajes de la novela resurgirán de las cenizas de la ciudad. 
“Una ciudad se convierte en un mundo cuando se ama a uno de sus habitantes. Toda una nueva geografía de Alejandría había nacido a través de Clea, recreando sus antiguos significados renovando atmósferas semiolvidadas, arrastrando el aluvión multicolor de una nueva historia, una nueva biografía.”
“Además, intervenían ahora nuevos factores, porque, finalizada la guerra, Europa se volvía accesible una vez más, lentamente, como un nuevo horizonte que se abriera más allá de los campos de batalla. Ya casi no nos atrevíamos a soñar con ella, con la forma recóndita de una Europa aplastada por los bombardeos, dominada por el hambre y el desconcierto.”
      En todo momento, existe una comparación entre los dos escritores que son Darley y Pursewarden.
Pursewarden será reconocido incluso por Darley como un artista extraordinario. Finalmente Pursewarden acabará con su vida. Darley es más inexperto y necesita un largo proceso de maduración pero será el testigo y narrador del cierre de esta historia.
“Advertía también que la verdadera ficción no se encontraba en las páginas de Arnauti, ni en las de Pursewarden, ni tampoco en las mías. La vida era la ficción; y todos intentábamos expresarla a través de diferentes lenguajes, de interpretaciones distintas, acordes con la naturalez propia y el genio de cada uno.”
“Éramos tres escritores –podía verlo ahora– entregados a una ciudad mítica que debía afirmar nuestra condición. Arnauti, Pursewarden, Darley: ¡tiempo Pasado, Presente y Futuro! Y en mi vida (¡el torrente fluía sin cesar desde el flanco herido del Tiempo!) las tres muheres que también se habían prestado a conjugar los tiempos del gran verbo: Melissa, Justine, Clea.
      Al final de la obra Clea escribe a Darley:
“[…] ¡Ah!, empieza a cansarse esta mano milagrosa, quiero alcanzar el correo nocturno con esta carte. Tengo un sinfín de cosas que atender antes de empezar con la tediosa tarea de preparar maletas. En cuanto a ti, oh sabio, tengo la sensación de que acaso tú también hayas curzado el umbral y hayas penetrado en el reino de tu imaginación, para poseerlo de una vez y para siempte. Escríbemelo y deme, o resérvalo para un café a la sombra de un castaño, en un otoño ahumado, junto al Sena. “Aguardo, serena y dichosa, convertida en auténtica criatura humana, en una artista por fin. Clea.”
      Darley:
“Había tardado tanto tiempo en formarse en mi interior aquella preciosa imagen, que me sorprendió tanto como a ella. Llegó en un día azul, en forma insospechada, imprevisible y con cuánta increíble sencillez. Hasta entonces yo había sido como una muchacha tímida, atemorizada ante el nacimiento de su primer hijo.” 

“Sí, un día me encontré escribiendo con dedos temblorosos las cuatro palabras (¡cuatro letras!, ¡cuatro rostros!) con las que todo artista desde que el mundo es mundo ha ofrecido su escueto mensaje a sus congéneres. Las palabras que presagian simplemente la vieja historia de un artista maduro. Escribí: “Érase que se era…”  Y sentí que el Universo entero me daba un abrazo.”