Patrick Modiano – Breve apunte

19 de enero de 2015


Patrick Modiano es uno de los escritores más representativos de la novela francesa actual. Su nombre había aparecido durante varios años en las quinielas como candidato al Nobel y ahora, cuando ya nadie lo esperaba, se lo han concedido.

Este premio, ha sido una sorpresa, incluso, para el propio escritor que cuando lo recibió declaraba: “El Nobel ha sido como un desdoblamiento de personalidad, como si se lo hubieran concedido a alguien que se llamaba como yo”

Cuáles han sito los factores determinantes para que a Modiano se le haya concedido el premio Nobel de literatura?

Indiscutiblemente tiene unos valores literarios considerables, como la sencillez absoluta carente de toda ampulosidad innecesaria: “Más bien daba la impresión de que no querían perder el tiempo en detallitos insignificantes y, sobre todo, que evitaban hablar si no tenían nada que decir” El horizonte

El valor de las historias de Modiano, entre otras cosas, consiste en que consigue configurar una historia, a partir de una sería de retazos, muchas veces inconexos, de la memoria y que como todos los recuerdos, no se puede tener la seguridad de que ocurrieran de la manera en que el personaje los recuerda. 

Al principio de cada novela, Modiano nos ofrece una serie de datos con la única conexión aparente, de pertenecer a la memoria de un mismo personaje, con los que Modiano conseguirá formar un cuerpo narrativo consistente.

Asimismo, la forma sencilla de la literatura de Modiano no se puede separar de los valores morales de su fondo y que han conseguido consolidar su valor literario.

Aquí podríamos discutir si la literatura es solo el arte de la palabra y como decía Ortega y Gasset:  “Vida es una cosa, poesía es otra –piensan o, al menos sienten. No los mezclemos. el poeta empieza donde el hombre acaba” en su obra La deshumanización del arte, o bien tomamos la literatura como vehículo de transmisión de valores morales.

Tanto los admiradores de Modiano como sus detractores declaran que siempre escribe una misma novela. Realmente,  Modiano ha realizado una “Comedia humana” de los recuerdos y de una época problemática de París, en la que todos los personajes, forman parte, cada uno con su vida, de una misma obra.

Modiano, que  no tuvo formación universitaria y que desde muy joven (publicó su primera novela con veintitrés años) quiso dedicarse a escribir, se vio influido de una manera decisiva por Raymond Queneau, fundador de Oulipo (grupo de experimentación literaria creado en 1960 formado por escritores y matemáticos franceses que buscan crear nuevas formas de escritura. Intentan unificar las matemáticas y la literatura. Así, conceptos como restricción semántica, fonética, combinatoria, fractal)…, se traerán desde las matemáticas para aplicarse sobre el material propio de la literatura).

Queneau dio clases particulares de geometría a Modiano durante el bachillerato y también en el Liceo Henri-IV de París. Además era amigo de su madre. De ahí surgió una honda amistad que ha durado toda la vida. Queneau apoyó al joven Modiano desde sus inicios como escritor.

Raymond Queneau explicaba a Modiano que el escribía sus obras partiendo de ecuaciones matemáticas.

Quizá podamos encontrar algún indicio matemático en las obras de Modiano.

Modiano parece escribir por necesidad, parece contarnos su propia historia, desear con una autoterapia encontrar su propia identidad: “Inmóvil, con los ojos bien abiertos, me voy despojando del grueso caparazón de escritor inglés bajo el que llevo veinte años escondido. No moverse. Esperar a que finalice el descenso a través del tiempo, como quien salta en paracaídas. Tomar tierra en el Paris de antaño. Visitar las ruinas y rebuscar entre ellas los vestigios de uno mismo. Intentar responder a todas las preguntas que quedaron pendientes” El barrio perdido.

Lo que es indiscutible, es que Modiano ha sido el único novelista de su generación que ha sacado a la luz pasajes de un pasado oscuro de los barrios de París, especialmente durante la ocupación alemana y el gobierno colaboracionista de Vichy. Pasajes de la historia francesa muy desconocidos para la mayoría. En su obra Dora Bruder dice: “Tengo la impresión de ser el único en establecer el vínculo entre el París de aquel tiempo y el de hoy, el único que recuerda todas esas minucias”. “Los policías para asuntos judíos destruyeron todos los ficheros, todos los atestados de los interrogatorios practicados tras las redadas o las detenciones individuales llevadas a cabo en la calle. Si yo no diera fe de ello, no quedaría huella de la presencia de esa desconocida y de la de mi padre en un coche celular en febrero de 1942, en los Campos Elíseos”. “El equipo dedicado a los registros estaba compuesto por siete hombres, siempre los mismos, Y una mujer. Nadie sabía sus nombres. Eran jóvenes y algunos todavía viven. Pero no es posible identificarlos” Dora Bruder

El pasado familiar de Modiano ha sido determinante para que este adquiriera una postura comprometida frente a ciertos pasajes de la historia francesa tomada con valentía. 

Los franceses han aceptado su literatura de una forma calurosa y a diferencia de otros premios Nobel, Modiano es ampliamente conocido y reconocido en su país.

También en España, se habían publicado la mayoría de sus novelas, antes de concedérsele el Nobel, con bastante buena aceptación.

Los temas recurrentes de los que nos habla Modiano en sus obras, además de la Ocupación y la Resistencia, son: el significado de la figura paterna, la búsqueda de la identidad perdida, la juventud perdida sin objetivos que no encuentran una continuidad en la edad presente, un suceso que provoca una ruptura con el pasado que dejo abierto un abismo sobre el que no se ha podido tender ningún puente… 

El pasado está lejano pero al mismo tiempo muy presente: “Siempre había imaginado que podría encontrar en lo hondo de algunos barrios a las personas a quienes había conocido en la juventud, con la edad y el aspecto de antes, Llevaban en ellos una vida paralela, resguardados del tiempo… En los pliegues secretos de aquellos barrios aún vivían Margaret y los demás tal y como eran por entonces. Para llegar a ellos, había que conocer pasadizos secretos que cruzaban por los edificios, calles que parecían a primera vista callejones sin salida y no venían en el plano. En sueños, sabía cómo llegar partiendo de tal estación de metro concreta. Pero, al despertarse, no sentía ya la necesidad de comprobarlo en el París real. O más bien, no se atrevía” El horizonte,  y por supuesto la soledad: “Había leído en alguna parte que un primer encuentro entre dos personas es como una herida leve que ambos notan y que los despierta de su soledad y su embotamiento. Andando el tiempo, cuando pensaba en su primer encuentro con Margaret Le Coz, se decía que no habría podido ocurrir más que de aquella forma: allí, en aquella boca de metro, cuando los lanzaron uno contra otro. Y pensar que cualquier otra tarde, en el mismo lugar, habrían bajado por la misma escalera y habrían cogido el mismo metro sin verse… Pero ¿seguro que habría ocurrido así?” El horizonte.

Para los personajes de Modiano, la búsqueda del pasado es una necesidad. Este encuentro con el pasado no supone para ellos, sólo un reencuentro con los recuerdos, sino que todos tuvieron alguna experiencia que marcó sus vidas y sienten la necesidad de cerrar, si fuera posible, ese pasado que quedó abierto, como un padecimiento latente que ocasionalmente reaparece y que produce una sensación de falta de arraigo a las cosas presentes: “Le entraban mareos al pensar en lo que habría podido ser y no había sido” En el café de la juventud perdida.

Esta falta de arraigo está producida por un comienzo de vida, en el pasado, sin una familia en la que apoyarse y sentirse acogido y orientado. Es como si a los personajes de Modiano el inicio de sus vidas les hubiera robado una brújula, unos cimientos, que proporcionan una infancia feliz en la que sentirse protegido y seguro, tan necesaria en muchas situaciones de la vida adulta: ”Tales fragmentos de recuerdos correspondían a esos años en que las encrucijadas nos salpican la vida y se nos abren tantas veredas que nos vemos en dificultades para decidirnos por una u otra” El horizonte.  
Los personajes de Modiano buscan una identidad perdida: “Cuantos destellos en lo hondo de aquella oscuridad, Unos destellos tan débiles que cerraba los ojos  se concentraba, buscando un detalle evocador que le permitiese reconstruir el conjunto pero no había conjunto, sólo fragmentos, partículas de polvo de estrellas. Le habría gustado sumergirse en esa materia oscura, empalmar uno a uno los hilos rotos, sí, ir hacia atrás para sujetar las sombras y saber más acerca de ellas. Imposible” El horizonte, “ Siempre he creído que hay lugares que son imanes y te atraen si pasas por las inmediaciones. Y eso de forma imperceptible, sin que te lo malicies siquiera. Basta con una calle en cuesta, con una acera al sol, o con una acera a la sombra, o con un chaparrón y te llevan a ese lugar, al punto preciso en el que debías encallar” En el café de la juventud perdida.

Esta búsqueda de la identidad la vemos reflejada en toda su obra, así como por ejemplo en: El barrio perdido, El café de la juventud perdida, La calle de las tiendas oscuras, Dora Bruder… 

Todos sus personajes buscan su identidad y todos centran sus averiguaciones en París, en unos escenarios similares: Los cafés, las calles, algunos edificios, el metro… 

Todos estos personajes son habitantes de paso, en habitaciones de hotel o apartamentos prestados o alquilados. Son personas siempre en transito, todo está cargado de provisionalidad y de una atmósfera onírica que se mueve entre la realidad y la irrealidad como en una neblina permanente: “A veces, nos acordamos de algunos episodios de nuestra vida y necesitamos pruebas para tener la completa seguridad de que no lo hemos soñado”. El horizonte.

Realmente los personajes de Modiano no son auténticos personajes, son figuras desdibujadas bajo una neblina fantasmagórica. 

En estas obras Modiano se ve influido por la situación y los recuerdos que el tenía y había vivido en su infancia. Por razones laborables sus padres apenas podían atenderle y además de las causas laborales se adivina, en ellos, un desafecto hacia él. Vivió alejado de ellos y fue educado por sus abuelos. 

Sus personajes son de un tipo que claramente se distinguen de las personas que viven unas vidas aparentemente orientadas y seguras, que ellos envidian, como en el cuento infantil La pequeña cerillera de Hans Christian Andersen, cuando esta mira a través de los cristales de la ventana y ve que aquellas otras personas tienen una vida alegre y acogedora en su casa y pasan un día de Navidad en un ambiente tranquilo y confortable:  “…es un día de frío y un cielo gris que nos hacen sentir más intensamente la soledad y presentir con más fuerza que una tenaza se cierra” (Dora Bruder).“Lo que le había llamado la atención de los Ferne era la total confianza que tenían, aparentemente, en sus cualidades intelectuales y morales, aquella seguridad en sí mismos cuyo secreto le habría gustado tanto que le proporcionasen”, “ ¿Qué consejos y qué ayuda esperaba del profesor Ferne y de su mujer? Nada más salir del piso aquella noche soltó la carcajada. Estaba con Margaret en el ascensor –un ascensor de puertas acristaladas en cuyo asiento corrido se había sentado– y no controlaba ya aquella risa irresistible, Se la contagió a Margaret. ¿Pedir a unos abogados que lo defendieran de qué? ¿De la vida? le costaba imaginarse a sí mismo delante del profesor Ferne y de la letrada Suzanne Ferne, ellos tan solemnes y él cayendo en confidencias, intentando explicarles la sensación de culpabilidad que sentía desde niño, sin saber por qué, y aquella impresión desagradable de ir caminando muchas veces por arenas movedizas….” El horizonte

Se observa un sentimiento de inferioridad en los personajes. Estos, en su mayoría, no son capaces de desarrollarse como adultos porque sienten que hay otras personas superiores a ellos que les manipulan: “Así que existían personas que no habías escogido a quienes no les pedías nada, y en las que ni siquiera te habías fijado al cruzarte con ellas; y es gente sin saber por qué , quería impedirte que que fueras feliz” El horizonte. 

Por eso necesitan reencontrarse con un pasado que les oprime y del que necesitan liberarse: “Le parecía que estaba llegando a una encrucijada de la vida, o más bien a una linde desde la que iba a poder lanzarse hacia el futuro. Por primera vez tenía en la cabeza la palabra porvenir; y otra palabra: horizonte. Aquellas noches, las calles desiertas y silenciosas del barrio eran líneas de fuga que desembocaban todas en el provenir y en el horizonte” El horizonte.

Finalmente algunos de sus personajes encuentran una luz en el horizonte y otros seguirán buscando el faro que les ilumine.

“Y si la felicidad consistía en esa embriaguez pasajera que experimentaba aquella tarde, entonces, por primar vez en mi vida, era feliz” Más allá del olvido.

(Pilar Aguilar)