«Cinco horas con Mario» – Breve apunte

23 de octubre de 2014

      
Cinco horas con Mario es una obra de Miguel Delibes que se escribió en 1966 y se publicó en diciembre de ese mismo año.
La novela pertenece a lo que se ha llamado la segunda etapa de la obra de Miguel Delibes que comienza con El Camino y llega hasta su última obra. Esta época se caracteriza por la ausencia de autor-narrador confiriéndoles a sus personajes una vida propia y real.
Cinco horas con Mario se publicó en medio de una década de cambio. Es una década en la que surgen movimientos rebeldes que buscan encontrar una renovación tanto social como política y económica. Se buscaba una modernización general. 
Es en este momento, cuando se produce la renovación de la iglesia católica en el Concilio Vaticano II,  entre los años 62 y 65. La iglesia se mostró favorable a la separación entre la Iglesia y el Estado, así como a la  libertad religiosa. También se definió  a favor de las libertades democráticas, la libertad sindical y el derecho a la huelga.
El Concilio Vaticano II fue un duro golpe para muchos españoles que vivían cómodamente asentados en una situación, que no tenía nada que ver con todos estos derechos, y que se declaraban profundamente católicos. Esto provocó una separación entre los católicos españoles favorables a las consecuencias del concilio y los que se declaraban contrarios a él.
En la década de los sesenta se produjeron, también, una serie de cambios en la sociedad impulsados principalmente por los jóvenes.  Cambios como la emancipación de la mujer, la libertad sexual, importantes cambios en la moda como la minifalda, el pelo largo en los hombres etc. Aparecieron innovadores grupos de música como los Beatles o los Rolling Stones. 
También el arte y la literatura buscaban nuevas vías de expresión.
La historia de Carmen y Mario se encuentra situada en medio de todas esta vorágine de cambios. Carmen es una mujer tradicional de clase media, típica de la España de los sesenta y Mario se inclina por todos los cambios que trae esta revolucionaria década.
Delibes utiliza el coche como símbolo del cambio de vida de la mujer, así como de estatus social. Carmen deseaba un Seat seiscientos y a lo largo de la novela reprocha a Mario que nunca colmara ese deseo. Paco, modelo, para Carmen, de éxito en la vida  tenía un Tiburon que deja a Carmen impresionada.
Cinco horas con Mario es también un juego contra la censura de la época. Aunque los lectores en su mayoría se sitúan a favor de Mario, Teóricamente Carmen es la protagonista de la obra y va censurando todos los comportamientos de Mario que se salen de la norma establecida. Carmen muestra un profundo respeto por las instituciones y su total acuerdo con el desarrollismo sin libertad impulsado por los políticos de la época. Gracias a Carmen la novela pudo publicarse sin ningún problema.
En el 66, momento en el que se publica la obra, había en España un ambiente de cambio, quizá no tan acusado como en otros países. En esta década España experimentó una cierta modernización gracias a los planes de desarrollo, a la afluencia de turistas extranjeros y a la influencia de los emigrantes españoles en otros países. Este ambiente de cambio se hizo patente, también, en la literatura del momento. No fue sólo Cinco horas con Mario sino que unos meses más tarde el mismo tema fue tratado por Antonio Buero Vallejo en su obra El tragaluz.
Carmen deseaba que Mario se hubiera integrado en el sistema y se hubiera beneficiado de las ventajas que de él hubiera podido obtener. Carmen presenta a Paco como modelo del triunfador frente a Mario, al que incluso tilda de “don nadie”.
Esta obra no solo habla del problema de los desacuerdos políticos de Carmen y Mario como representantes de dos facciones importantes de la sociedad española de la época. También se trata de una obra de desencuentro personal.
Carmen es una señora de clase media conservadora y Mario es un profesor y periodista con unas ideas más avanzadas que las de ella pero en cuanto a lo personal Mario falla a Carmen. 
Lo que más le duele a la protagonista es la falta de expresividad afectiva de Mario. Empezando por su noche de bodas, historia que Carmen repite en infinidad de ocasiones a lo largo de las cinco horas de velatorio que pasa a solas con Mario. 
Para Mario, Carmen queda limitada a las labores tradicionales de la mujer: las labores domésticas y el cuidado de los niños. No cuenta con ella para nada. 
Como la historia la conocemos a través de Carmen, las alusiones que se hacen al trabajo de Mario como profesor en el instituto son mínimas. Esto nos lleva a pensar que Mario mantenía a Carmen absolutamente al margen de su labor profesional. Seguramente ella no cuenta nada de esta faceta de la vida de Mario porque le resulta absolutamente ajena.
Finalmente podemos llegar a la conclusión de que la obra tiene una doble vertiente la ideológica y la sentimental. Evidentemente que en la parte ideológica el lector se pone sin dudarlo de parte de Mario pero en la faceta sentimental su actitud puede no convencer al lector. Esta es la parte más incoherente de la vida de Mario en la que Carmen se nos representa como la parte más perjudicada.
Quizá Carmen no sea la mujer vacía y egoísta que parece en un primer momento. Realmente puede estar representando la tragedia de cualquier época y sociedad. La tragedia de la mujer incapaz frente al hombre que se presenta tradicionalmente como superior.
En realidad, Carmen parece una mujer responsable que intenta sacar a su familia adelante lo mejor que sabe y puede.  Además intenta mantener la casa y a sus hijos para que su marido no se tenga que preocuparse de nada más que del trabajo.
Como todas las novelas de Delibes esta no tiene un argumento complejo ni lleno de acción. Las novelas de Delibes son obras de personajes que están llenos de vida y autenticidad. 
En esta obra Delibes quiere mostrarnos su ideología de defensa del catolicismo progresista y de la justicia social y lo hace a través del personaje de Mario. 
Según palabras del propio Delibes esta obra esta inspirada en dos personas. El primero sería José Jiménez Lozano al que dedica la novela. Jiménez Lozano es un escritor y periodista amigo de Delibes con el que trabajó en El Norte de Castilla. La segunda persona en la que se inspira el libro es el propio Delibes. 
El personaje de Mario tiene muchas coincidencias biográficas con Delibes: Los dos viven en Valladolid, el padre de ambos era catedrático. Delibes era solamente tres años más joven que Mario, eran padres de familia numerosa, los dos eran periodistas, tenían afición a escribir novelas con mensaje social, los dos sufrieron depresión y eran tímidos.  
A pesar de todas las coincidencias, la obra no se puede considerar autobiográfica porque hay factores fundamentales en la vida de Delibes que no tienen concordancia con la de Mario. 
Delibes tuvo un muy feliz matrimonio con una mujer culta y extraordinaria, Ángeles de Castro, a la que probablemente Delibes quiso homenajear en su novela Mujer de rojo sobre fondo gris y que consiguió que el escritor tuviera una vida aceptablemente feliz a pesar de su carácter depresivo.
En Cinco horas con Mario, Delibes abandona el narrador externo omnisciente, que todo lo sabe y que hubiera producido una novela realista tradicional, donde hubiéramos encontrado buenos y malos pero en la que hubiera sido difícil realizar las matizaciones que consigue con la técnica de narración utilizada en esta obra. 
A pesar de que en el preámbulo existe un narrador omnisciente a las pocas páginas va cediendo la voz a Carmen, marcando el paso de un narrador a otro en letra cursiva. 
A partir de ese momento, Carmen se convierte en la narradora principal, el punto de vista del autor está ausente. Por este motivo conocemos mucho mejor a Carmen que a Mario que solo lo conocemos a través de los ojos de Carmen.
Delibes encontró una técnica narrativa que apenas tiene precedentes en la novela española.
El discurso de Carmen no es exactamente un monólogo interior porque no se trata solo de pensamientos. Tampoco se trata de un soliloquio porque Carmen no habla sola sino con Mario aunque este no pueda oírla. Miguel Delibes lo calificó de “diálogo sin respuesta”.
Este diálogo se consigue con la utilización de imperativos como: oye, di, convéncete, hazte a la idea, compréndelo… También se usan vocativos como: cariño, hijo, cabeza dura, holgazán… Así como exclamaciones y preguntas retóricas: ¿Eh?, ¿No lo sabías?, ¡válgame Dios!… También refranes: “no es oro todo lo que reluce”, “el que no llora no mama”…
La obra tiene una trama argumental mínima y apoya todo su peso de novela psicológica en los personajes principales de Carmen y Mario. 
Estos personajes se muestran auténticos, reales, de carne y hueso. Con las contradicciones típicas de cualquier ser humano.
Delibes no nos da apenas datos sobre el aspecto físico de Carmen, salvo el de sus pechos prominentes y su jersey ajustado. La falta de detalles podría ser una prueba de que Delibes no quería representar en Carmen a una única mujer sino a un tipo de mujer en general.
Mario se muestra como un personaje sin ideario político concreto. No encajaba en los partidos opuestos al régimen que estaban en la clandestinidad o en el exilio. Casi todos todos estos partidos eran de ideología marxista o nacionalista. Pero tampoco se sentía cómodo dentro del régimen establecido. 
Mario se rebela contra la censura y contra el fraude electoral pero no es un revolucionario. Mario es católico con algunas ideas conservadoras. A Mario se le puede considerar un inadaptado al régimen. 
Toda la novela se desarrolla en el despacho donde yace el cadáver de Mario y el tiempo de la novela se reduce a algo más de veinticuatro horas. Desde el fallecimiento de Mario hasta el entierro y más exactamente, a las cinco horas de velatorio que Carmen pasa a solas con Mario.
La novela está estructurada en un preámbulo, 27 capítulos y un epílogo. Realmente es un monólogo de 27 capítulos entre el preámbulo y el epílogo que sirven para presentar y cerrar la obra. 
Dentro del preámbulo tenemos que tener en cuenta la esquela, la dedicatoria y el preámbulo propiamente dicho donde nos va a presentar como es la situación y a algunos de los personajes. 
En cada uno de los 27 capítulos encontramos un encabezamiento con una cita bíblica que no están ordenadas de acuerdo a ninguna programación sino que son citas escogidas al azar por Carmen en la Biblia de Mario y que contiene numerosos pasajes subrayados. 
Estos pasajes de la Biblia le dan pie a Carmen a asociarlos con sus obsesiones. Le dan pie para desencadenar todas las cosas pendientes que tenía con Mario, todo aquello que le hubiera gustado decirle y que nunca se atrevió.
El epílogo cierra la obra y hace un epitafio para Mario: un hombre integro para sus amigos y un sinvergüenza para sus enemigos. También este epílogo sirve para darle un toque de optimismo a la obra. El hijo de Mario, Mario, parece estar convencido de querer continuar la labor ideológica de su padre.
En cuanto al tiempo de la narración podemos decir que dura cinco horas que casi podríamos decir que es el tiempo que puede costar leer la novela. El preámbulo y el epílogo duran aproximadamente tres horas cada uno. Pero realmente la historia narrada dura muchos años. Desde 1931 hasta el 1966. 
En cuanto al lenguaje podemos decir que representa perfectamente el lenguaje cotidiano de un mujer como Carmen. El discurso fluye con total naturalidad. Es una forma de hablar llena de tópicos, influido por la tradición española de la época que como la misma protagonista nos cuenta en diversas ocasiones está influido por su madre:
“Cada uno debe arreglárselas dentro de su clase como se hizo siempre”
“Las cosas tienen que ser así porque así han sido siempre”
“Siempre debe haber uno que diga esto se hace y esto no se hace y ahora todo el mundo a callar y a obedecer, únicamente así pueden marchar las cosas”
“A una muchacha bien, le sobra con saber pisar, saber mirar y saber sonreír y esta cosas no las enseña el mejor catedrático”
En la obra se repiten en diversas ocasiones las mismas historias que cuenta Carmen aunque cada vez tienen algún rasgo diferente y a través de esto somos capaces de tener finalmente una idea de los que pasó en cada ocasión. La historia se narra en círculos concéntricos cada vez más amplios.
Al final del dialogo que mantiene Carmen con Mario le confiesa algo que ella ya iba adelantando poco a poco durante la obra. Algo de lo que Carmen se siente profundamente arrepentida. Se refiere al episodio que tiene Carmen con Paco. Quiere que Mario le perdone por que como ella le dice no podrá querer a nadie más que a él.
“Que sólo te quiero a ti, no hace falta que lo diga, pero estaba como atontada, a lo mejor de la misma velocidad, la falta de costumbre, vete a saber…
Mario, pero yo no era yo, no hace falta que te lo diga, perdóname, nada de culpa, que le rechacé, te lo juro, le recordé a nuestro hijos, que ni sé de dónde me vinieron las fuerzas porque estaba completamente sin voluntad, hipnotizada, palabra pero le mandé a paseo… pero no pasó nada de nada puedes estar tranquilo, te lo juro… por amor de Dios, mírame un momentín, aunque sólo sea un momentín, ¡anda!, dame ese gusto, qué te cuesta, te lo pido de rodillas si quieres, no tengo nada de que avergonzarme te lo juro, Mario, te lo juro!”
Delibes en sus obras adquiere una posición de defensa de la mujer. En este caso, como ya hemos dicho anteriormente, Mario que parecía casi perfecto tiene una gran incoherencia en su vida. Esta incoherencia la tiene en su propia casa y es la atención que presta a Carmen.
En el libro Conversaciones con Miguel Delibes de Cesar Alonso de los ríos este dice:
“La discriminación, la tendencia de relegar a la mujer a la cocina, el convertirla en un relicario de virtudes domésticas es un error que ha esterilizado a muchas y ha castrado, en todo caso su iniciativa, inteligencia e imaginación”.

(Pilar Aguilar)