La Guerra Civil Española supuso un período de retroceso económico, así como la represión de la cultura. A su término desaparecerán la Generalitat y diversas instituciones culturales: Orfeò Català, Institut d ́Estudis Catalans, Biblioteca de Catalunya… A consecuencia de esto, la mayoría de los intelectuales catalanes se exiliarán. Mucha de la producción literaria, tanto en castellano como en catalán, de postguerra se produjo en el exilio o de forma clandestina. En este período hubo una producción importante de obras en lengua catalana y serán sus autores, junto a otro grupo de escritores en lengua castellana, los que iniciaron el cambio narrativo del siglo XX. Desapareció el espíritu romántico del siglo XIX. Este nuevo movimiento en lengua catalana fue impulsado por el Modernismo catalán y el Novecentismo. Estas corrientes trataban temas del mundo rural y del realismo urbano ligado a la burguesía industrial catalana. Al termino de la Guerra Civil se prohibido el uso del catalán a nivel oficial, pero también a nivel literario, es decir, se prohibió a las editoriales que publicaran libros en catalán. Durante la primera mitad del siglo XX, los principales protagonistas, de la narrativa, serán los miembros de la generación “perdida”. Eran veinteañeros que casi no habían tenido tiempo de darse a conocer al público antes de estallar la guerra. Muchos escritores que ya habían iniciado su obra y se sentían identificados con la cultura catalana, se veían obligados a exiliarse a Francia o América Latina. Otros decidieron no escribir más y algunos cambiaron de lengua y decidieron escribir en castellano para poder publicar. Entre los años 1939 y 1946, se pasa un período de sequía, en cuanto a la producción literaria en lengua catalana. La única posibilidad de mantenerse con vida era publicar desde el exilio, sobretodo desde México y Chile. Los críticos señalan a Mercè Rodoreda como una de las figuras principales de este período. Rodoreda se centra en personajes femeninos de clase obrera o media con grandes conflictos internos donde el tema central es siempre la soledad. A partir de los años cuarenta, los autores de la «generación perdida» pasan a ser denominados “los mayores”. Estos escritores se caracterizan por haber nacido y crecido en una Cataluña en la que la lengua catalana se usaba de forma libre y normal y que a consecuencia de la guerra sus expectativas de escribir en catalán se verían muy limitadas a partir de 1939. Durante el período de los cincuenta, se intentará la recuperación de la narrativa catalana, y se luchará para impedir que esta se pierda. Algunos autores que habían comenzado a escribir antes de la guerra reanudaron su tarea. Por otro lado, surgen una serie de autores que inician su obra en la posguerra, intentando una ruptura con la novela anterior. Estos escritores se encontraron en una situación muy complicada. La negativa a ser publicados por la falta de editoriales que publicaran en catalán, la censura, la incapacidad para vivir de su profesión, etc. En los primeros años sesenta, resurgió el mercado editorial en Barcelona y aparecieron algunas publicaciones en catalán así como el teatro independiente, también en catalán. Surgieron nuevas editoriales catalanas y algunas que publicaban en castellano incluyeron algunas colecciones en catalán en su catálogo. En este momento, se inicia un período de mayor tolerancia. Surgieron una serie de autores que ya habían empezado a publicar antes de la guerra y que reanudaron su tarea, algunos de ellos desde el exilio. En ese mismo año apareció el premio Sant Jordi. A partir de los años 70 resurgirán las letras femeninas catalanas con escritoras no solamente catalanas como Montserrat Roig, sino también valencianas como Isabel-Clara Simó y mallorquinas como Mària Antònia Oliver y Carme Riera. Entre los años 1970 y 1975, se produce el final de la narrativa de posguerra. Este período se da por finalizado ante la aparición de una nueva generación de escritores, la de los 70, a los que la Guerra Civil les resulta ya un hecho lejano. (Pilar Aguilar)