«Matar a un ruiseñor» es una de las novelas más vendidas de la segunda mitad del siglo XX, convirtiéndose en un clásico de la literatura Norteamericana. Obtuvo un gran éxito nada más publicarse en 1960. Esta es la única obra publicada por su autora Harper Lee, consiguiendo el Premio Pulitzer en 1961. La historia se sitúa en Maycomb, un pueblo sureño y pequeño en el estado de Alabama, en la Norteamérica profunda de la época de La Gran Depresión. La obra tiene mucho de autobiográfica. Harper Lee nació y vivió toda su infancia en el pueblo sureño de Monroeville en Alabama, pudiendo así plasmar a la perfección, de manera muy verosímil, la vida de un pueblo de esta parte de Estados Unidos. El motivo principal de la novela está basado en un suceso ocurrido en una localidad cercana a la de la escritora, cuando esta contaba diez años de edad y que tuvo también como protagonista a un negro que, en este caso, acabó suicidándose. El padre de Harper Lee era abogado y ella misma, también había estudiado derecho en la Universidad de Alabama, por lo que conocía de forma directa el mundo de los juicios, jurados, fiscales, jueces etc. Matar a un ruiseñor nos cuenta la historia de la familia Finch a lo largo de, aproximadamente, tres años. Atticus, abogado de profesión y sus hijos Jem y Scout. Durante este tiempo, tendrán lugar una serie de acontecimientos que nunca podrán olvidar. El título del libro hace referencia a una recomendación hecha por Atticus a sus hijos «No se debe matar a un ruiseñor porque sólo canta para hacernos la vida más agradable». Scout reproducirá estas mismas palabras, casi al final del libro, cuando Atticus y el Sheriff discuten cuál sería la decisión más correcta que deberían tomar ante el hecho que se les plantea y en el que se ven implicados sus hijos, el señor Bob Ewell, causante del problema y Boo Radly, vecino de los Finch. Scout dice a su padre que exponer a Boo Radly a la luz pública sería como «matar a un ruiseñor», dada la ingenuidad de este y su incapacidad manifiesta. El apellido Finch lo toma, Harper lee, de su propia madre. Y el de Atticus, hace referencia a Tito Pomponio Atticus, amigo del orador romano Cicerón y que despertaba la admiración de Lee por su dominio de la palabra y por ser un hombre sabio y muy humano. Además de esta familia, en la trama intervendrán otros muchos personajes. Algunos de la misma familia y, otros, vecinos del pueblo. Algunos con una importancia capital en la historia como Bob Ewell, Boo Radly o Tom Robinson y otros con pequeñas intervenciones que ayudarán a darle verosimilitud a la historia. La vida para la familia Finch, transcurre, con sus peculiaridades, sin ningún suceso reseñable, casi podríamos decir de manera aburrida, hasta que un día un vecino acusa a otro de haber atacado y violado a su hija, con el agravante de que el presunto delincuente es negro, Tom Robinson. El juez designará a Atticus como abogado defensor de la causa. La obra está narrada en primera persona, teniendo como narradora a Scout, la hija pequeña de Atticus Finch, que cuenta una historia propia y que actuará al mismo tiempo como narradora y protagonista. Aunque la narración adquiere, en algunos pasajes, tintes dramáticos, no podrá desprenderse de la sencillez, ingenuidad y dulzura de una niña de ocho años. Este tipo de narración se utiliza con frecuencia para acercar el personaje al lector, produciéndose en algunas ocasiones una identificación. La trama se desarrolla en los años treinta. Consta de treinta y un capítulos. Al principio del primer capítulo hace una transgresión del orden, anticipando algunos hechos que conoceremos casi al final del libro. Hasta el capítulo ocho, nos plantean la vida en el pueblo y nos va presentando los personajes secundarios, que formarán la estructura que sostendrá y hará coherente la narración. En el capítulo nueve, los niños empezarán a conocer la situación en la que se encuentra su padre. Es en este momento, cuando comienzan a tener algún problema incluso con algún familiar, como cuando un primo de Scout le incita a meterse en una pelea con él. Desde este momento los tres miembros de la familia vivirán algún que otro incidente con los vecinos del pueblo, aunque no todos lo habitantes de Maycomb se posicionarán en su contra. En el capítulo doce, empieza la segunda parte del libro. El ritmo de la narración cambia ostensiblemente. En los primeros once capítulos la autora nos transmite una sensación de lentitud. La vida de los niños transcurre muy despacio como cuando somos pequeños y nos parece que la vida es eterna y que siempre seremos niños. En la segunda parte, este ritmo cambiará. Los niños pierden parte de su ingenuidad y se van haciendo poco a poco adolescentes. La vida adquiere para ellos otro ritmo, pierde su sensación de perdurabilidad. En ese momento aparecerá, en su casa, la tía Alexandra que realizará algunas aportaciones de interés para la educación de los niños, ya no tan niños. En el capítulo dieciséis comenzará el juicio, uno de los acontecimientos más importantes en la vida de Maycomb, así como para Atticus Finch y por supuesto para Jem y Scout, que terminará en el capítulo veintiuno con el veredicto de culpabilidad para Tom Robinson. Desde este capítulo hasta el veintisiete, los personajes hacen distintas reflexiones sobre aquel importante suceso, fundamental en la trama de la historia. En el capítulo veintisiete, como la propia narradora nos indica, las cosas parecen volver a su cauce, pero sorprendentemente, en el siguiente capítulo tendrá lugar el último acto de una historia que la cerrará y que nos llevará directamente hasta el final de la obra. Como ya hemos dicho anteriormente, los hechos que se nos describen son, en algunos momentos, de gran dureza pero el lector los percibe de forma poco hiriente y con una dulzura e ingenuidad, que su lectura resultará agradable y adecuada para casi cualquier tipo de público. En la historia se nos muestra lo mejor y lo peor de los comportamientos sociales. El racismo y la injusticia. El fanatismo de algunos blancos hacia los negros que, incluso, viendo claramente la inocencia de Tom Robinson, no son capaces de declararle inocente. Además Robinson morirá antes de poder presentar la apelación de la que Atticus le dice que obtendrán buenos resultados. Según cuentan, Robinson intentó escaparse y un funcionario de prisiones le dispara, no con la intención de matarle, pero falla y este resulta muerto. No darán más explicaciones y no tendrán más remedio que admitir esta versión de los hechos. Atticus Finch Conseguirá, durante el juicio dejar en evidencia a Bob Ewell, padre de la víctima, a pesar del veredicto del jurado. Por eso este le odiará y urdirá una venganza que, finalmente, acabará con su propia vida. Atticus se nos presenta como un héroe social de justicia y coherencia. Un modelo a seguir, a pesar de que muchos vecinos critican su actitud hacia los negros. Finalmente, parece que Atticus consigue abrir una pequeña vía hacia la tolerancia. Por lo menos consigue que el jurado tenga que deliberar más de dos horas para declararle culpable y eso parece resultar un avance importante. Atticus es un padre viudo que se esfuerza por educar a sus hijos lo mejor que puede. La obra ofrece numerosas pautas de educación. Casi podríamos decir que el libro encierra en su historia todo un manual de educación. A lo largo de toda la narración podremos ver ejemplos de coherencia, justicia, tolerancia, paciencia y sobre todo de amor y comprensión hacia los demás. Esto queda claramente descrito en una frase que Scout recuerda de su padre; «Uno no conoce de verdad a un hombre hasta que se pone en su pellejo y se mueve como si fuera él». Hacia el final de la historia Scout tiene también un pensamiento en el que plasma la importancia real que tuvieron aquellos sucesos en su proceso de maduración y pérdida de la ingenuidad. «Jem y yo llegaríamos a mayores, pero ya no podríamos aprender muchas cosa más, excepto, álgebra». (Pilar Aguilar)