Caperucita en Manhattan es una novela que Carmen Martín Gaite escribió en el año 1990, que más que una novela podríamos llamarlo «un cuento largo» en el que se escenifica el cuento de Caperucita Roja en Nueva York y adaptado al mundo Martin Gaite.
En esta historia la autora trata sobre los temas más frecuentes en sus obras: la libertad, la soledad, la amistad, la confianza en los demás y la importancia de la lealtad en las relaciones personales. Todos estos temas vividos por Caperucita y en Nueva York.
Carmen Martín Gaite conocía al detalle el cuento de Caperucita porque había traducido y comentado los cuentos de Perrault y, por supuesto, conocía la versión de los hermanos Grimm mucho más edulcorada y que es la que ha llegado de forma mayoritaria hasta nuestros días.
Esta historia cumple a la perfección los requisitos básicos, que debe cumplir un cuento clásico de hadas: fantasía, superación, huida o viaje y alivio o felicidad. Además utiliza algunas técnicas básicas de los cuentos como la amplificación y la ironía.
Carmen Martín Gaite ha sabido colocar estratégicamente, varios puntos básicos, a lo largo de la historia, que nos recordarán la versión de los hermanos Grimm de Caperucita Roja.
La diferencia principal de la novela de Martín Gaite con el cuento tradicional, estriba en que la auténtica Caperucita Roja, no tiene una vida propia, está situada en el cuento sin espacio ni tiempo. Nuestra Caperucita tiene una vida propia al margen de su aventura. Tiene un nombre propio, Sara Allen, y una realidad geográfica. La Caperucita de los hermanos Grimm o de Perrault solo necesitaba un bosque, en cualquier sitio del mundo, para desarrollar su aventura, pero Sara Allen, vive en Brooklyn y su abuela en Moorningside. La aventura sucede en Manhattan, en sus calles, en sus cafés y en Central Park.
El libro está claramente dividido en dos partes. En la primera, se dedica a presentarnos y dar cuerpo a algunos de los personajes, así como a crear el espacio y el tiempo de la historia.
En esta primera parte, es cuando Sara cumple diez años. Y aquí veremos a la Sara más infantil, con muchas ilusiones, pero desde una perspectiva ingenua de niña de su edad que se refugia en la lectura como remedio para colmar parte de sus ilusiones.
La diferencia con el cuento tradicional es que para Sara lo tradicional es lo aburrido y lo monótono. Es aquí, donde ella ve, que no se encuentra la felicidad que ella busca. Lo tradicional y el miedo a lo desconocido, fuera de lo familiar y lo seguro, está representado por su madre cuya máxima aspiración es hacer una estupenda tarta de fresas y guardar la receta en secreto para que pase de generación en generación.
En contraposición a la figura de la madre, aparece la abuela, que es la que le da a Sara la idea de libertad, con una imagen estrafalaria que se sale de lo convencional.
Aurelio Roncali, figura idealizada por Sara, representará, para ella, aún niña e ingenua, lo misterioso y lo desconocido y esto será lo que estimulará su imaginación.
Otro factor de interés, en esta primera parte, que se repite en otras obras de Martín Gaite, es la aparición de un cuaderno de pastas duras. En este caso el cuaderno se lo regalará a Sara su padre y es donde ella escribe sus palabras inventadas que llamará «farfanías» y donde escribió su palabra «Miranfú» que acabo siendo su grito de libertad.
En la segunda parte de la historia, Sara se presentará mucho más madura, en algunas ocasiones casi podríamos decir adulta, a pesar de que la historia sucede en día y medio. En la primera parte Sara vive una vida normal de niña de su edad en el seno de una familia normal de clase media americana.
En un momento dado de la historia, Sara ve la ocasión de iniciar su viaje, su aventura hacia la madurez y la libertad. Aunque con miedo lo acomete con decisión. Tendrá una mano amiga que le guiará al principio de su viaje y que será la de Miss Lunatic, personaje que aportará el punto más importante de ficción, y que acabará siendo definitiva para el desenlace de la historia.
Nuestra Caperucita se sale del camino de la obediencia, pero esto no le traerá consecuencias negativas como a la Caperucita tradicional. ¿O tal vez sí?. Aparentemente le trae la madurez y la libertad. Miss Lunatic le ofrecerá la posibilidad de perder el miedo a la libertad. Le contará a Sara su secreto y hará con ella un pacto de sangre diciéndole: «A quién dices tu secreto das tu libertad».
En esta historia tenemos, por supuesto, al lobo. Representado por Mister Woolf. Aunque se nos presenta con palabras muy animales como: maleza, olfatear, al acecho etc, su mirada dice la historia «era de fiar» y su negocio se llamaba «Dulce Lobo». El lobo, conducido a casa de la abuela por Sara/Caperucita, traerá a su abuela, no la desgracia como en el cuento tradicional, sino la alegría y la felicidad.
Un punto importante para la reflexión nos lo da Carmen Martín Gaite con Miss Lunatic. Ella representa la libertad pero aunque es una persona a la que todo el mundo, que la conoce, quiere y desea hablar con ella, es marginal, vive fuera de la sociedad y sobre todo sola. Es una representación de la libertad bastante inquietante. ¿La libertad será acaso cuestión de fantasía o una locura?
El final, es un final abierto que podríamos llamar final feliz, pero… ¿Seguro qué es feliz?
Libertad ¿realidad?. Libertad ¿sueño?. Libertad ¿fantasía?. Libertad, ¿soledad?
El final queda muy abierto. Termina para Sara el cuento de Caperucita y comienza el de «Alicia en el País de las Maravillas», en el momento en el que se mete por la alcantarilla y espera llegar a su jardín de la felicidad…
(Pilar Aguilar)