Cuando nos planteamos emprender la lectura de una obra tan extensa como el Quijote debemos valorar si realmente nos merece la pena acometer dicha tarea. Debemos sopesar si el tiempo que vamos a invertir en ello nos resultará productivo en algún sentido.
Mi deseo, con esta breve introducción, es daros algunas razones por las que creo que la lectura de esta obra puede resultar de interés y satisfacción para cualquiera.
La razón fundamental deberá ser el placer de su lectura. El Quijote es una obra divertida, entretenida y variada, que además incluye otros géneros literarios como: poemas, cuentos, reflexiones, etc. También ofrece la posibilidad de conocer la sociedad de la época en todas sus facetas: la vida picaresca, la libertad, las costumbres, creencias, ideologías, el ambiente cultural, la justicia, la Inquisición, la incompetencia de los gobernantes, etc.
Otra de las razones, por las que puede interesarnos su lectura, es el hecho de que la obra de Cervantes se puede considerar un punto de partida básico para otros escritores, tanto novelistas como críticos, desde el siglo XVIII hasta nuestros días.
Durante el Romanticismo, los escritores alemanes descubren un Quijote romántico, que representa la lucha del espíritu humano que busca alcanzar una vida plena y mejor, una vida ideal.
También, se puede apreciar la influencia del Quijote en la novela realista, en especial en la novela rusa, en obras como Crimen y castigo o los Hermanos Karamazov.
En España, hemos renovado durante el siglo XX nuestra pasión por el Quijote. Esto vino impulsado gracias a la obra de Unamuno, Vida de don Quijote y Sancho, que toma al Quijote como símbolo del espíritu español.
Asimismo, durante el siglo XX, influyó en escritores como Luis Martín Santos o Luis Landero entre otros. Estos autores se vieron atraídos por la modernidad de su estructura, por su utilización del tiempo y en definitiva, por el tratamiento de la eterna idea del intento de ser otro del que se es y la incomprensión de los que están alrededor. En el Quijote encontramos este tema con un tratamiento nunca superado.
Según nos dice Harold Bloom, Cervantes y Shakespeare comparten la supremacía entre todos los escritores occidentales desde el Renacimiento hasta ahora. Las personalidades ficticias de los últimos cuatro siglos son Cervantinas o Shakesperianas y más frecuentemente una mezcla de ambas. Además, Bloom considera a Cervantes y Shakespeare como los modelos de la sabiduría en la literatura moderna.
La lectura del Quijote es una aventura, que a cada persona le ofrece una cara diferente. Los críticos coinciden en la opinión de que el Quijote permite infinitas lecturas y cada vez que se realiza una, se obtiene una visión diferente. Incluso a veces, llegando a ser opuesta a las anteriores visiones.
En conclusión, si nos decidimos a emprender la lectura de esta amplia obra, cada lector vivirá su aventura y todos juntos podremos obtener algunas de las distintas lecturas posibles.