1 de marzo de 2017

Capítulos del 20 al 23

Capítulo vigésimo

En este capítulo, Sancho toma confianza con su señor e incluso se atreve a engañarle y a burlarse de él.

Primero ata las patas del caballo para que don Quijote no se pueda aventurar a entrar en conflicto con aquello que produce un ruido infernal pero que no saben lo que es. Además le engaña sirviéndose de la tendencia de don Quijote a creer en encantamientos y magias.

Durante la noche y a la espera de que amanezca Sancho cuenta un cuento a su señor que no satisface a este. Don Quijote le alabará el ingenio pero de forma irónica: 

“–Dígote de verdad –respondió don Quijote – que tu has contado una de las más nuevas consejas, cuento o historia, que nadie pudo pensar en el mundo, y que tal modo de contarla ni dejarla, jamás se podrá ver ni habrá visto en toda la vida, aunque no esperaba yo otra cosa de tu buen discurso; mas no me maravillo, pues quizá estos golpes que no cesan, te deben de tener turbado el entendimiento

El elogio es irónico porque este cuento era muy conocido en la tradición oral de la época y se podía encontrar en distintas colecciones de cuentos literarios.

Otro elemento de la narración que demuestra el acercamiento entre Quijote y Sancho es que este último se atreve a defecar en presencia de su señor aunque,  si bien es verdad, intentaba disimularlo: 

En esto parece ser, o que el frío de la mañana, que ya venía, o que Sancho hubiese cenado algunas cosas lenitivas, o que fuese cosa natural –que es lo que más se debe creer–, a él le vino en voluntad y deseo de hacer lo que otro no pudiera hacer por él; mas era tanto el miedo que había entrado en su corazón, que no osaba apartarse un negro de uña de su amo. Pues pensar de no hacer lo que tenía gana, tampoco era posible; y así, lo que hizo…

En este fragmento del texto queda patente de forma clara el carácter más prosaico del escudero frente a los ideales caballerescos de don Quijote.

La manera de tratar la situación por parte de Cervantes es la de la perífrasis y la atenuación:

 “Huele y no a ámbar

Finalmente, tenemos constancia de la cercanía de Sancho a don Quijote en el momento en el que descubren el origen del terrorífico ruido. Sancho se burla de don Quijote y de la aventura y gloria que este deseaba obtener de la situación, al ver que el ruido estaba producido por unos batanes, es decir, unos palos de madera que estaban en una rueda movida por una corriente de agua para golpear paños y hacerlos más dúctiles: 

“Miró también don Quijote a Sancho, y viole que tenía los carrillos hinchados, y la boca llena de risa, con evidentes señales de querer reventar con ella, y no pudo su melancolía tanto con él, que a la vista de Sancho pudiese dejar de reírse; y como vio Sancho que su amo había comenzado, soltó la presa de manera que tuvo necesidad de apretarse las ijadas con los puños, por no reventar riendo.”

Sancho se burla de don Quijote. Cuando se descubre el origen del temible ruido este se propasa con sus palabras jocosas y declama burlonamente las mismas palabras que don Quijote había expresado el día anterior cuando estuvo a punto de lanzarse a la aventura. Don Quijote descarga su ira con violencia y Sancho finalmente acata la autoridad. A partir de este momento el escudero irá aprendiendo a actuar según su voluntad siempre bajo cuerda. Sancho tendrá el poder de la ironía, desencadenándose así una lucha de ironías que tendrá consecuencias importantes al final de la obra.

Esta aventura podríamos decir que es una “no aventura”. En ella Cervantes nos ofrece grandes expectativas. La aventura comienza con un gran suspense. El ruido es terrorífico, infernal. Gracias, a la habilidad de Sancho esperarán hasta el amanecer y a la luz del día descubrirán que realmente no había nada de lo que asustarse. 

Todas las situaciones aquí planteadas muestran con claridad el cambio de actitud en la relación entre escudero y caballero. El primer engaño que realiza Sancho abre la puerta o otros engaños que sucederán en la obra con posterioridad. Esto surgirá por la necesidad de Sancho de no quedarse sólo, en una situación que a él se le representa como pavorosa. El miedo le conduce a atreverse a engañar a su señor. Sancho encuentra la clave para conseguir convencer a don Quijote de cualquier cosa, le habla con su mismo lenguaje y de esta manera consigue lo que quiere. Asimismo, vemos que Sancho asciende de importancia en la obra, ya no es un mero escudero que se asombra de todas las situaciones y se deja dirigir por su señor. 



Capítulo vigésimo primero

Aquí aparece de nuevo el yelmo de Mambrino como elemento principal de la aventura que se desarrolla.

Don Quijote en esta aventura se deja llevar de las apariencias una vez más. Al ver algo brillar decide que tiene que ser el yelmo de Mambrino y no da oportunidad a la duda. todo lo arregla en su imaginación para que así sea: 

“De allí a poco, descubrió don Quijote un hombre a caballo, que traía en la cabeza una cosa que relumbraba como si fuera de otro, y aun él apenas le hubo visto, cuando se volvió a Sancho y le dijo: Paréceme, Sancho, que no hay refrán que no sea verdadero, porque todos son sentencias sacadas de la mesma experiencia madre de las ciencias todas, especialmente aquel que dice: Donde una puerta se cierra, otra se abre… “ 

“Digo esto, porque, si no me engaño, hacia nosotros viene uno que trae en su cabeza puesto el yelmo de Mambrino, sobre que yo hice el juramente que sabes.” 

“–respondió Sancho–; mas a fe que si yo pudiera hablar tanto como solía, que quizá diera tales razones que vuestra merced viera que se engañaba en lo que dice. 
-¿Cómo me puedo engañar en lo que digo traidor escrupuloso? –dijo don Quijote–. Dime, ¿No ves aquel caballero que hacia nosotros viene, sobre un caballo rucio rodado, que trae puesto en la cabeza un yelmo de oro? 
–Lo que yo veo y columbro –respondió Sancho– no es sino un hombre sobre un asno, pardo como el mío, que trae sobre la cabeza una cosa que relumbra.
–Pues ése es el yelmo de Mambrino –dijo don Quijote–”

Don Quijote consigue en esta aventura obtener el yelmo de Mambrino. Esto es una aventura caballeresca de gran alcance. Este “trofeo” de la aventura caballeresca tendrá una importante repercusión hasta muchos capítulos después, hasta el momento en que Sancho hace una de sus adaptaciones lingüísticas y le cambia de nombre llamándolo yelmo de Malino.

El yelmo de Mambrino, ya había sido presentado anteriormente en la obra, donde se contaba lo que le había costado a Sacripante conseguirlo. 

Como en otras ocasiones don Quijote adapta la realidad a su fantasía a pesar de las evidencias: 

“–¿Sabes qué imagino, Sancho? Que esta famosa pieza deste encantado yelmo, por algún extraño accidente debió de venir a manos de quien no supo conocer ni estimar su valor, y, sin saber lo que hacía, viéndola de oro purísimo, debió de fundir la otra mitad para aprovecharse del precio y de la otra mitad hizo ésta, que parece bacía de barbero, como tú dices.”

Así que, esta victoria compensa a don Quijote de todas sus desventuras anteriores. Incluso, Sancho, aunque de forma irónica, lo quiere presentar de esta manera diciendo: 

“–De qué ríes, Sancho? –dijo don Quijote. –Ríome  –respondió él– de considerar la gran cabeza que tenía el pagano dueño deste almete, que no semeja sino una bacía de barbero pintiparada.”

El yelmo de Mambrino pertenece a la literatura de Orlando, donde se cuenta la historia de este yelmo. Por este motivo resulta disparatado la identificación de don Quijote de una bacía de barbero con el importante yelmo.

Sin embargo, Sancho al recoger la bacía del suelo comenta: 

“Por Dios que la bacía es buena, y que vale un real de a ocho como un maravedí”. “Cuando Sancho oyó llamar a la bacía celada, no pudo tener la risa; mas vínosele a las mientes la cólera de su amo, y calló en a mitad della.”

Esta victoria le da al capítulo un aire victorioso. Desde este momento, ya no habrá más aventura en él. El desarrollo del capítulo a partir del momento de la obtención del yelmo será un diálogo entre caballero y escudero.

Sancho hará mención al ilustre historiador que pondrá por escrito las victorias de don Quijote.

Don Quijote contará una historia en la que a consecuencia de su valía como caballero se le terminará recompensado con la mano de una infanta y contará también las recompensas que conseguirá Sancho, concretándose en la ínsula Barataria.

En esta historia imaginaria, don Quijote narra una serie de situaciones muy frecuentes en los libros de caballerías. Esta narración está llena de arcaísmos y nombres cómicos.

La historia comienza con los verbos en tiempo futuro como si fuera algo que va a pasar. Más adelante, encontramos los verbos en presente y terminará  la narración con los verbos en pretérito como si fuera algo ya realizado. Este recurso del cambio de tiempo verbal imprime velocidad, brevedad y sensación de inmediatez. Asimismo, utiliza el asíndeton con la misma finalidad.

Al final, don Quijote habla del linaje. El está preocupado por el suyo  y dice a Sancho: 

“Porque te hago saber, Sancho que hay dos maneras de linajes en el mundo: unos que traen y derriban su descendencia de príncipes y monarcas, a quien poco a poco el tiempo ha deshecho y han acabado en punta, como pirámide puesta al revés; otros tuvieron principio de gente baja, y van subiendo de grado en grado, hasta llegar a ser grandes señores. De manera que está la diferencia en que unos fueron, que ya no son y otros son que ya no fueron; y podría ser yo déstos, que después famoso, con lo cual se debía de contentar el rey mi suegro…”

En la última parte hablan don Quijote y Sancho de títulos y Grandes de España también con cierta ironía:

”Los años pasados estuve un mes en la corte, y allí vi que, paseándose un señor muy pequeño, que decían que era muy grande, un hombre le seguía a caballo a todas las vueltas de daba, que no parecía sino que era su rabo. Pregunté que cómo aquel hombre no se juntaba con el otro, sino que siempre andaba tras dél. Respondiéronme que era su caballerizo, y que era uso de grandes llevar tras sí a los tales.”



Capítulo vigésimo segundo

El capítulo vigésimo segundo, comienza con un comentario humorístico, cuando llama autor arábigo y manchego a Cide Hamete Benengeli. Asimismo,  Cervantes consigue un tono jocoso cuando habla de una historia gravísima, altisonante, mínima, dulce e imaginada. Contrapone lo ligero y lo importante, lo humilde y lo presuntuoso.

A continuación, se narra el encuentro de don Quijote y Sancho con los galeotes. Don Quijote está siempre dispuesto a salvar a los débiles y a los oprimidos y por supuesto a arreglar las injusticias. 

En esta aventura, es advertido por Sancho, ya que don Quijote al ver a los encadenados quiere una explicación de aquella situación y Sancho le dice:

 “–Ésta es cadena de galeotes, gente forzada del rey, que va a las galeras.” “–No digo eso –respondió Sancho–, sino que es gente que por sus delitos va condenada a servir al rey en las galeras, de por fuerza.”

Pero don Quijote se empeña y contesta a Sancho: 

“–En resolución –replicó don Quijote–, como quiera que ello sea, esta gente, aunque los llevan an de por fuerza, y no de su voluntad”

Así que, don Quijote exige una explicación por parte de los guardas. Estos le dicen al caballero que los propios galeotes le explicarán sus delitos. A través de estas explicaciones se expondrá la situación social de la época.

En este fragmento, se contraponen la justicia del rey que condena por sus delitos a esos jóvenes a servir en galeras con la justicia social y la misión de caballero que debe cumplir don Quijote. En el interrogatorio se establece una confusión lingüística ya que los galeotes se expresan en un registro y don Quijote lo interpreta en otro, lo que agrava su indignación, dejando clara su postura de oposición contra el maltrato hacia los humanos.

Cada uno le da su versión del delito que ha cometido, que el interpreta de tal manera que no consigue entender la situación. El momento más confuso para llega cuando interroga a un hombre de buen aspecto que dice llamarse Ginés de Pasamonte. Este hombre había sido condenado por estar “escribiendo su vida”. 

Don Quijote se siente, ante aquellos hombres, en la obligación de salir en su defensa pero en primera instancia quiere hacer las cosas de buena manera convenciendo a los guardas:

 “De todo cuanto me habéis dicho, hermanos carísimos, he sacado en limpio que, aunque os han castigado por vuestras culpas, las penas que vais a padecer no os dan mucho gusto, y que vais a ellas muy de mala gana y muy contra vuestra voluntad…” 

“Todo lo cual se me representa a mí ahora en la memoria, de manera que me está diciendo, persuadiendo y aun forzando, que muestre con vosotros el efecto para que el cielo me arrojó al mundo, y me hizo profesar en él la orden de caballería que profeso, y el voto que en ella hice de favorecer a los menesterosos y opresos de los mayores.”

 “porque me parece duro caso hacer esclavos a los que Dios y naturaleza hizo libres…” “ Pido esto con esta mansedumbre y sosiego, porque tenga, si lo cumplís, algo que agradeceros; y cuando de grado no lo hagáis, esta lanza y esta espada, con el valor de mi brazo, harán que lo hagáis por fuerza.”

El criminal escritor de su autobiografía tiene el mismo apellido que Gerónimo de Pasamonte. Este era un aragonés que fue soldado en Italia en el mismo tercio donde sirvió Miguel de Cervantes. Además, luchó en Lepanto y tuvo experiencias similares a las de Cervantes, ya que Pasamonte terminó también preso de los turcos en Argel y escribió su autobiografía Vida y trabajos de Jerónimo de Pasamonte. 

Algunos estudiosos (Riquer) han identificado este personaje con Alonso Fernández de Avellaneda, defendiendo que este Jerónimo de Pasamonte fue realmente Alonso Fernández de Avellaneda, autor del Quijote apócrifo.

Esta aventura contrasta con la del capítulo anterior. En esta se intenta hacer una descripción de la realidad social de la época por medio de las historias que cuentan los galeotes a don Quijote, frente a la fantasía caballeresca del capítulo anterior. 

Podemos considerar este episodio como un cuadro satírico. Cervantes aquí habla de la justicia, de la picaresca y de la corrupción. El diálogo es ingenioso y esta lleno de equívocos.

Serrano Plaja explica que don Quijote impulsado por la “virtud entusiasta” al contemplar las cadenas y grilletes de los condenados, cree que “eso sólo es justicia, y, por lo tanto, injusto”(son ideas que Dostoievski recreará siglos después en sus novelas. Esta es la justificación de que el caballero se tome la justicia por su mano al margen de la ley.

Finalmente, don Quijote, en este capítulo libera a los galeotes haciendo alarde de los fines de la caballería medieval: luchar por la justicia y ayudar a los débiles y oprimidos. Aunque aquí, realmente, don Quijote tergiversa la situación y se extralimita en su función de justiciero llevado por su ofuscación mental.

Con esta aventura termina la serie de aventuras anteriores a la entrada de Sierra Morena.




Capítulo vigésimo tercero

Terminadas las aventuras anteriores don Quijote y Sancho entran en Sierra Morena. 

En este episodio comienza la aventura de Cardenio, que está incluida en las aventuras de don Quijote en Sierra Morena. Esta terminará cuando don Quijote y sus acompañantes regresen a la venta de Palomeque el Zurdo.

La aventura en Sierra Morena comienza cuando don Quijote y Sancho deciden retirarse para no ser capturados por la Santa Hermandad, después de haber liberado a los galeotes condenados por el rey.

Por consejo de Sancho, pero de acuerdo caballero y escudero decidirán retirarse a este agreste sitio, donde no les podrán encontrar.

A don Quijote le gusta la idea de adentrarse en esta Sierra, ya que le parece el lugar adecuado para que le sucedan emocionantes aventuras.

La primera aventura comienza con el hallazgo de una maleta de la que obtendrán algo de ropa para ponerse y también algún dinero que don Quijote permite que se lo quede Sancho. Asimismo, aparecerá un librito de memorias, donde están escritos poemas y cartas amorosas de algún enamorado.

Al poco tiempo, encontrarán en su camino un extraño hombre que casi desnudo y con el pelo largo y revuelto saltaba sobre unas rocas. Don Quijote piensa que la maleta debía de pertenecer a aquel sujeto. Como así será.

También encontrarán a la mula de Cardenio, muerta y destrozada por los animales carroñeros. 

En ese momento, ven a un cabrero que se acerca hacia ellos y les cuenta algunas cosas que sabía sobre aquella situación. Eran un joven de buen aspecto que llegó allí hace medio año para cumplir una penitencia. Con el pasar del tiempo, el joven se fue degradando y entrando en un estado de locura amorosa. 

En algunas ocasiones, Cardenio actuaba de forma razonable pero en otras se volvía agresivo. El joven solía mencionar a un tal Fernando que seguramente debía ser su oponente amoroso.

El capítulo termina con el encuentro y abrazo de don Quijote y Cardenio, los dos están presos de una locura amorosa. Los dos se observan y se contemplan con admiración. El caballero de la Triste Figura y el Roto de la Mala Figura.

En este capítulo, como en otras muchas ocasiones, se hacen recapitulaciones de hechos pasados o episodios futuros con el fin de fortalecer la unidad de la novela. En este caso se hace referencia a Marcela y Grisóstomo