6 de julio de 2018

Estambul – Breve apunte

Estambul, Ciudad y Recuerdos es una obra escrita en el 2003 por el escritor turco Orhan Pamuk. 
 
La obra se divide en treinta y siete capítulos en los que Pamuk va narrando los recuerdos de su casa, de su familia, de la escuela, de su primer amor, de la ciudad, de las calles que recorre con su cámara y de sus primeras pinturas realizadas con placer.
 
En esta obra, Pamuk recuerda su vida desde la primera infancia hasta los veinte años. Pero, no se puede considerar esta obra como una autobiografía, ni tampoco como una novela. Es una obra que está fuera de cualquier género. En ella, a sus recuerdos y a su vida, le añade un personaje principal e imprescindible que es la propia ciudad de Estambul, con todo lo que ella contiene y ofrece. Así que, tampoco podríamos considerarlo como un libro de historia sobre Estambul.
 
La obra comienza con el capítulo de su infancia, donde Pamuk habla sobre su especial familia y su vida en los apartamentos Pamuk, en el centro de la ciudad. 
 
El autor narra que fue entonces cuando tomó conciencia de que vivía en un espacio plagado de melancolía, que estaba cargado de los recuerdos de un pasado glorioso y que intentaba llegar a la modernidad occidental.
 
Pamuk no ofrece una imagen idílica de la ciudad, aunque si hace una declaración de amor hacia ella. El autor sigue viviendo en Estambul y dice que lo especial es haber permanecido cincuenta años en el misma ciudad, incluso en la misma casa. 
 
El autor siente y expresa de forma clara la dependencia que tiene de su ciudad y de su casa y se identifica de tal manera con ellas que declara que el destino de la ciudad es el suyo y que es la ciudad de Estambul la que ha forjado su carácter.
 
La identificación del autor y su ciudad es casi absoluta. Es la tolerancia y la melancolía, es la amargura y la alegría y el colorido, es oriente y occidente.
 
En realidad, Pamuk sentía la necesidad de expresar de alguna manera, todo lo que crecía en su interior. 
 
En un primer momento, lo intenta a través de la pintura. En sus años más infantiles, esta vía de expresión le resultaba satisfactoria y suficiente. Pero, a medida que pasan los años, Pamuk se da cuenta de que la pintura no es la forma de expresión idónea para él. Por este motivo, a los veinte años decide abandonar la pintura para dedicarse a la escritura.
 
“Un tiempo después de empezar la escuela, descubrí que pintar me proporcionaba un gran placer. Pero puede resultar un tanto equívoco usar el verbo descubrir en el sentido de encontrar algo que ya estaba ahí pero que ignorábamos que estuviera, como en el caso del descubrimiento de América. Dentro de mí tenía el talento y la afición por la pintura pero aún no los había desenterrado cuanto empecé la escuela. Sería más correcto decir que fue un invento la disposición espiritual y la capacidad que llamamos talento. Porque no existía tal cosa.”
La necesidad de profundizar en el alma de su ciudad es vital. Durante muchos tiempo, se dedicó a pintar. Sus padres entendieron esa necesidad o simplemente pensaron que necesitaba un espacio para desarrollar su pintura y le dejaron un piso que utilizaban como trastero, para que Pamuk instalara allí su estudio de pintor. 
 
Desde muy joven, paseaba por las calles y barrios de Estambul haciendo fotografías, que posteriormente plasmaba en sus cuadros. 
 
La influencia del arte francés es evidente en los ambientes culturales de Estambul de mediados del siglo XX. Los escritores franceses visitan y escriben sobre la ciudad. También los pintores  como Melling se interesaron por esta ciudad y este pintor realizó una obra titulada “Un viaje pintoresco por Estambul y las riberas del Bósforo. 
 
Pamuk en su estilo pictórico seguía a Dufy y a los impresionistas, con un estilo algo naif. 
 
El tema de su pintura, era su casa y su familia o la ciudad de Estambul, porque sentía fascinación por sus calles; por el Bósforo; por las ruinas de sus antiguos palacios, mezquitas, etc; por su historia imperial; por la mezcla de habitantes de su ciudad que mostraba los contrastes entre los barrios ricos, mucho más occidentalizados  y los barrios pobres, que seguían conservando las costumbres orientales.
 
Pamuk comienza a estudiar arquitectura, siguiendo los deseos de su familia. Cuando llevaba tres años estudiando decidió dejarlo, porque comprendió que él nunca iba a dedicarse a la arquitectura.
 
Pamuk, había nacido artista y necesitaba canalizar ese ímpetu artístico. Finalmente, no fue la pintura, fue la escritura.
 
En la primera parte cuando habla de su primera infancia, Pamuk habla del interior de su casa y de lo que pasaba también por su interior, así como de la relación con su hermano. 
 
Más adelante, durante la adolescencia, comienza su vida de caminante y observador de su ciudad.
 
Pamuk narra sus recuerdos de forma trepidante, están vividos con intensidad. Asimismo, realiza unos detallados retratos psicológicos de sus padres, su abuela y su hermano, así como de su primera amor. 
 
“La multitudinaria familia del edificio Pamuk era dispersa y fragmentad, y en las concurridas comidas surgía de cada boca una opinión distinta. La familia parecía unida de forma automática por el cariño y la necesidad de compañía, de conversación y de ser multitud, y por costumbres y normas que nadie discutía, como que nadie se peleara a las horas de la comida y de la radio. En casa, mi padre no era en absoluto un centro de poder y autoridad, sino alguien a quien se veía poco y que de vez en cuanto desaparecía. Y, lo más importante, a mi hermano y a mí jamás nos reñía, no siquiera fruncía el ceño aunque hiciéramos algo que le disgustaba. Mi padre realmente se merecía la frase que usaba cuando años más tarde nos presentaba a sus amigos: Estos son mis hermanos pequeños. Por eso en casa solo reconocí como autoridad a mi madre. Pero su poder sobe mí no procedía de algo exterior, de ser un centro de poder ajeno, sino de mi propio deseo de gustar, de ser querido y acariciado.”
 
Es muy interesante, la idea del doble que le persigue durante toda la infancia y que hará realidad en su libro El castillo blanco. Este doble puede tener distintos simbolismos. Puede ser la búsqueda de una vida mejor o más estable de la que tenía en su casa; puede ser la necesidad interior de llegar a ser otro mejor; También, podría representar el miedo a encontrarse con alguien tan parecido a él que pudiera arrebatarle su vida. 
 
Además, resulta muy interesante, la relación con su hermano. Existe una rivalidad, muy masculina, por destacar, mucho más acusada en el hermano. Realmente a Orhan, había muchas veces, que le resultaba más agradable la derrota, eso le producía un sentimiento de tristeza y melancolía con el que se sentía muy identificado.
 
El hermano estaba completamente inmerso en los nuevos tiempos. Le apasionaba todo lo que tenía que ver con la técnica y las matemáticas, así que se fue a estudiar a Estados Unidos y Orhan se quedó sólo con sus padres y particularmente con su madre. 
 
Pero, todos esos recuerdos y retratos son una de las dos caras de la misma moneda, donde se encuentra la ciudad de Estambul.

En esta obra, como ya hemos mencionado anteriormente, no se puede desligar la ciudad, de los recuerdos. 
 
En el libro el autor narra como en Estambul los monumentos históricos no se protegen como en otras ciudades Europeas, sino que se vive entre ellos, muchos de ellos en estado ruinoso. 
 
“Porque  el mejor atajo para desprenderse de la amargura que provoca ser lo que queda de un poderoso imperio consiste en ignorar los monumentos y no prestar atención a los nombres de los edificios ni a las características arquitectónicas que los diferencian. Eso es lo que hacen los estambulíes ayudados por la pobreza y la ignorancia. Por ejemplo, dejan totalmente de lado la idea de Historia y tratan esos monumentos como si se hubieran levantado hoy mismo, arrancando piedras de las murallas de la ciudad para usarlas en sus construcciones y pretenden restaurarlas utilizando hormigón.”
 
“Otra manera de olvidar es plantar en lugar de lo derruido o quemado un bloque de pisos occidental y modernos.”
 
“Todo ese desinterés y toda esa destrucción acaban por incrementar la sensación de amargura, añadiéndole además un toque de dejadez y miseria.”
 
Según la visión que tiene Pamuk sobre Estambul, en la ciudad se vive la amargura
 
“Llega un momento en que, mires donde mires, la sensación de amargura se hace tan patente en la gente y en los paisajes como la bruma que comienza a moverse poco a poco en las aguas del Bósforo las frías noches de invierno cuando de repente sale el sol”.

Esta amargura, según la visión del autor, es la melancolía unida al sentimiento de querer que se haga justicia y a la esperanza de que ocurra algún acontecimiento extraordinario.

“Para comprender los orígenes de la profunda amargura que despertaba en mí el Estambul de mi infancia hay que acudir por un lado a la Historia, a los resultados del desplome del Imperio otomano, y por otro a la manera en que se ha reflejado en los hermosos paisajes de la ciudad y en su gente.”

“En Estambul, la amargura es tanto un importante sentimiento de la música local y un término fundamental de la poesía como una manera de ver la vida, una actitud mental y lo que supone el material que hace a la ciudad ser lo que es. Como contiene todas esas particularidades al mismo tiempo, es un estado espiritual que la ciudad ha hecho orgullosamente suyo, o que aparenta hacerlo. Por esa razón es un sentimiento que se considera tanto negativo como positivo.”
 
En la obra, como vemos, el autor intenta reflexionar sobre la amargura de la ciudad y por eso habla también de la visión de los occidentales. Habla de los escritores que han escrito sobre su ciudad, principalmente de los escritores franceses del XIX como Nerval Flaubert, Gautier. Además, de otros escritores como Edmondo de Amicis, Hans Christian Andersen, Charles Baudelaire, Eugène Delacroix y él desea, también, tener su propia visión extranjera de la ciudad.
 
Hasta el XIX, apenas hubo escritores turcos que escribieran sobre Estambul. Estos escritores intentaron dar una idea diferente dede la ciudad, desde dentro, pero la mayoría estaban occidentalizados, así que también estaban en parte fascinados por su propia historia y esplendor, así como por las antiguas costumbres.
 
“La occidentalización nos ha dado a mí y a millones de estambulíes el placer de encontrar exótico nuestro propio pasado”
 
El más llamativo de estos escritores turcos, del que Pamuk hace un retrato y un análisis es Koçu. Autor de la increíble e inacabada Enciclopedia de Estambul. Pamuk también habla de Yahya Kemal, Ahmet Hamdi Tanpinar y sus descripciones de Estambul en su libro cinco ciudades y de su obra Paz, así como del novelista y escritor de memorias Abdülhak Sinasi Hisar.
 
“La poesía moderna turca posterior a la República también se ha abrazado a la amargura con el mismo punto de vista, viéndola como un destino inevitable y como un sentimiento capaz de liberar el alma humana dándole profundidad. Este sentimiento es también una especie de ventana cubierta de vaho entre el poeta y la vida. la imagen amarga de la vida es para el poeta más atractiva que la vida misma.”

“El problema de tantos escritores y poetas de Estambul que por una lado comparten la amargura con toda la ciudad y por otro, como Tanpinar, se han formado un gusto por la lectura y sienten pasión por la cultura occidental y el deseo de ser modernos, es más complejo y más triste. Se encuentra entre la sensación de comunidad, que les permite saborear la amargura, y la soledad racionalista, como Montaigne, o emocional, como Thoreau, que han aprendido de los libros occidentales que han leído.”
 
Pamuk narra, también, como la historia y la política han influido en los escritores turcos.
 
“Otro desafío para ellos fue el nacionalismo turco, primero se basó en el desplome de Imperio otomano y el peligro de convertirse en colonia de Occidente, y luego en la propia República de Turquía.”

“muchos elementos turísticos, como los harenes, los monasterios de derviches o los sultanes, desaparecieron junto con las casas de madera, y en que el lugar del imperio otomano lo ocupó la pequeña República de Turquía, que imitaba a Occidente. En 1985, a finales de esa época en que nadie venía a Estambul ni escribía sobre ella y en que la prensa local entrevistaba a cualquier extranjero que viniera la hotel Hilton, el poeta ruso-norteamericano Joseph Brodsky publicó en el New Yorker una largo artículo titulado Huida de Bizancio.”

“El Estambul de mi infancia y mi juventud era un lugar que iba pediendo a toda velocidad su configuración cosmopolita. En 1852, cien años antes de mi nacimiento, Gautier, después de observar como tantos viajeros antes que él que en las calles de Estambul se hablaba turco, griego, armenio, italiano, francés e inglés (y debería haber añadido ladino que se usaba más que estos dos últimos) y que en aquella torre de Babel mucha gente sabía varias de aquellas lenguas, se avergüenza un poco de hablar solo francés, como la mayoría de los franceses. El que la conquista prosiguiera después de la fundación de la República de Turquía, la violencia de la turquización de Estambul  el hecho de que el Estado provocara una especie de limpieza étnica en la ciudad restaron presencia a todas aquellas lenguas.  En mis recuerdos de infancia queda como parte de aquella limpieza cultural la manera en que se callaba a los que por la calle hablaban en voz alta griego o armenio (la verdad es que por aquel entonces no se veían por ahí a demasiados kurdo ni se oía su lengua): ¡Cuidado, habla turco! También había letreros por todos lados con el mismo mensaje”
 
También deja ver algunos de los problemas actuales de la ciudad

“El que Estambul esté dividida entre la cultura tradicional y la occidental, y entre una minoría inmensamente rica y los suburbios, donde viven millones de pobres, y el que permanezca constantemente abierta a una inmigración permanente, ha provocado que en los últimos ciento cincuenta años nadie sienta la ciudad como su verdadero hogar”
 
Como en toda su obra Pamuk expresa sus ideas con valentía y habla de la política y de la religión, así como de la cantidad de lenguas distintas que se hablaban en Estambul y que hoy en día, no se permite que las minorías se expresen en su lengua.
 
Este tipo de declaraciones es lo que ha colocado a Pamuk en el punto de vista de los políticos turcos, como elemento peligroso dentro del actual régimen. De hecho fue juzgado por alta traición, a consecuencia de unas declaraciones hechas a la prensa extranjera, en las que recordaba el genocidio armenio perpetrado por los turcos a comienzos del siglo XX. 
 
Con la concesión del Premio Nobel a Orhan Pamuk han salido a la luz de occidente otros autores de la literatura turca. 

 

5 de junio de 2018

14 – Breve apunte

14 es una novela del escrito francés Jean Echenoz. Este autor se enfrenta al reto de escribir y describir la Primera Guerra Mundial en noventa y ocho páginas.

Echenoz es capaz de componer en 15 capítulos una obra, casi minimalista, pero a la que no le falta nada para conseguir comunicar al lector de forma concentrada e inteligente la conmoción y las atrocidades causadas por la Primera Guerra Mundial.

Un crítico del diario Libération destaca el sentido flaubertiano de la gramática y el ritmo; afirma que a ratos recuerda a una película muda y otras veces a un cuadro cubista.

La novela transcurre en Francia y para transmitir las vivencias de la guerra Echenoz lleva al lector a acompañar en su camino a cinco amigos, ahora soldados, muy jóvenes,  que llevan una vida tranquila en la Vendée, provincia situada en el litoral atlántico del Loira, cuando estalla el conflicto en agosto de 1914.

14 es una novela que parece sencilla, pero podríamos decir que ofrece mucho con poco. En una primera lectura llama la atención la forma narrativa que utiliza Echenoz en escenas a veces sueltas pero que enganchan perfectamente en el tronco común. Podríamos decir que el autor utiliza una técnica casi cinematográfica en su narrativa.

El personaje principal es Anthine, acompañado por sus amigos Padioleau, Bossis y Arcenel y su hermano Charles.

El protagonista y sus amigos han sido inscritos en el 93º regimiento de infantería, el mismo número que eligiera Victor Hugo para su novela 93, a la que, según palabras del propio Echenoz rinde tributo.

La novela tiene un comienzo muy metafórico

“Anthime se topó con un fenómeno para él desconocido hasta entonces. En lo alto de todos los campanarios, de pronto acababa de ponerse en marcha un movimiento, mínimo pero continuo: la alternancia regular de una cuadrado blanco y otro negro, sucediéndose cada dos o tres segundos, como una luz alternativa, un parpadeo binario que recodaba el de la válvula automática de algunos aparatos en las fábricas. Anthime observó sin comprenderlos aquellos impulsos mecánicos, similares a disparadores o guiños, dirigidos desde lejos por otros tantos desconocidos.

A continuación, el fragor envolvente del viento, interrumpiéndose tan bruscamente como había surgido, dio paso al ruido que había ocultado hasta entonces: en realidad eran las campanas, que habían comenzado a repicar desde lo alto de los campanarios y tañían al unísono en un desbarajuste grave, amenazador, pesado, y en el que, aun sin conocerlo apenas, pues era demasiado joven para haber asistido a muchos entierros, Anthime reconoció instintivamente el toque de rebato, que suena en contadas ocasiones y del que tan sólo acababa de llegarle la imagen antes que el sonido.

El rebato, habida cuenta de la situación que atravesaba el mundo, anunciaba sin lugar a dudas la movilización.”

El protagonista, Anthine, es un contable de 23 años, al comienzo de la obra, cuando todo parece apacible, va recorriendo en bicicleta unos kilómetros por carreteras de campo y bajo un agradable y templado sol. Es muy metafórico el viento que aparece repentinamente y que todo lo cambia.

“Nada más llegar Anthime al montículo, sobrevino una brutal y estrepitosa ráfaga de viento que estuvo a punto de arrancarle la gorra y de desequilibrar  la bicicleta…”

“Ventoleras tan vivas, sonoras y repentinas no son habituales en pleno verano por esos pagos, sobre todo con semejante sol, y Anthime se vio obligado a plantar un pie en el suelo…”

“Con ser un paisaje sugestivo, se veía turbado momentáneamente por aquella irrupción ventosa, atronadora, a todas luces inhabitual en aquella estación y que, obligando a Anthime a sujetarse la visera, colmaba todo el espacio sonoro.”

Cuanto Anthime vuelve en su bicicleta hacia el pueblo en un bache del camino pierde su libro que queda abierto en la cuneta de manera también muy metafórica con una sentencia que él ya no leerá: Aures habet et non audiet (Tienen oídos y no oyen)

Los cinco amigos destacan entre la masa de soldados que marchan en las mismas condiciones que ellos, pero el lector no los personaliza.

Esta breve novela consigue dar una excelente visión de varias de las circunstancias que se vivieron durante la Primera Guerra Mundial. 

Una de estas situaciones fue la desaparición de las calles y plazas, así como de los puestos de trabajo de todos los hombres jóvenes. El autor describe la tensión que produce esta desaparición y la espera de lo desconocido.

“A primera hora de la mañana, los empleados municipales más ancianos que se han quedado en la ciudad han terminado de retirar los últimos ramilletes marchitos…”

“También todo está más tranquilo porque hay menos gente, sobre todo hombres jóvenes en la calle, o muy jóvenes, pues éstos , convencidos en su mayoría de que el conflicto será muy breve, lo ignoran y no quieren preocuparse. Los contados muchachos de su edad con quienes se cruza Blanche, de aspecto más o menos enfermo, han sido declarados inútiles al menos por el momento…”

“Las cervecerías están desiertas, los camareros han desaparecido, les toca a los dueños barrer personalmente la zona de las puertas y las terrazas. Y así, las dimensiones de la ciudad, cavidad de los varones como si se los hubieran tragado, parecen haberse extendido: aparte de las mujeres, Blanche sólo ve a ancianos y chiquillos, cuyos pasos suenen a hueco como en un traje demasiado holgado.”

Las mujeres entran en el mercado laboral para sustituir a los trabajadores masculinos que ya no están y que no se sabe por cuanto tiempo van a faltar, aunque pensaran que la ausencia sería breve.

“Transcurridos casi dos años de combates, con el reclutamiento acelerado sangrando incesantemente al país, cada vez había menos gente en las calles, fuese o no fuese domingo. Tampoco se veían ya muchas mujeres y niños, dada la carestía de la vida y la escasa posibilidad de salir de compras: las mujeres, que cobraban a lo sumo el subsidio de guerra se habían visto obligadas a buscar trabajo en ausencia de los maridos y hermanos: colgar carteles, repartir el correo, picar billetes o conducir locomotoras cuando no compartían trabajo en las fábricas, en especial las de armas. Y a los niños, que ya no iban a la escuela, tampoco les faltaba en qué ocuparse: muy solicitados desde los once años de edad, sustituían a sus hermanos mayores en las empresas y en los campos de alrededor de la ciudad, donde conducían los caballos, trillaban los cereales o apacentaban el ganado. Los demás eran fundamentalmente ancianos, indigentes, algún que otro inválido como Anthime y algún que otro perro con collar o sin él”

La vida en la Vendeé continua aunque transformada. Así el lector conocerá a Blanche y su familia, propietarios de la fábrica Borne-Séze.

“Como se esperaba, Anthime vio que al principio Blanche sonreía a Charles orgullosa de su porte marcial, pero cuando llegó a su altura, no sin sorpresa esta vez, recibió de ella otra clase de sonrisa, más seria e incluso, según le pareció, más emocionada, intensa, pronunciada, vete a saber.”

“Y, de lejos, por encima del hombro de Charles que estrechaba a Blanche en sus brazos, Anthime la vio clavar de nuevo la misma mirada en su persona.”

“Al abandonar la habitación, ha pasado delante del escritorio, que no habrá desempeñado papel alguno esa mañana: está acostumbrado, pues tan sólo sirve para albergar las cartas que Anthime y Charles envían regularmente a Blanche, cada cual por su cuenta, y que, ceñidas con cintas de colores dispares, descansan en cajones diferentes.”

Otra faceta del conflicto, que muestra la novela, es la ingenuidad con la que, en un principio, abordan los jóvenes su marcha hacia la guerra. 

A pesar de la situación, en el pueblo todo parecía tranquilo y todos comentaban que el conflicto no duraría más de quince días.

Anthime junto con sus amigos Padioleau, Bossis, Arencel y Charles, hacen cálculos sobre cuántos días tardarán en volver a casa. Todos piensan que será cuestión de quince días, luego piensan que serán treinta y así hasta darse cuenta con la perdida de la inocencia que aquella situación no terminará tan fácilmente, ni de forma gratuita.

Incluso Charles con su superioridad muestra la terrible ingenuidad del momento. 

“Charles, que llegó a última hora de la mañana, como siempre altivo y displicente, le adjudicaron al principio un uniforme de no le iba. Pero como se puso a protestar con desdén, montando un número y alegando su cargo de subdirector de fábrica, despojaron a otros –en este caso a Bossis y a Padioleau– de un capote y de un pantalón rojo que parecieron contentar al personaje, pese a su expresión hastiada y distante.”

La guerra y la desgracia terminarán igualando a todos.

ya con los uniformes puestos, los nuevos soldados marchan por la ciudad de forma alegre, parecía que sentirse soldados les sentaba bien.

“Al día siguiente ya empezaron a sentirse soldados: por la mañana el regimiento realizó una primera marcha antes de que el coronel pasara revista en el campo de maniobras después de que desfilaran por la ciudad a la espera de tomar el tren 

Aquel desfile resultó bastante alegre, todos formados y erguidos…”

Pero hasta que el conflicto no se volvió realmente crudo, la gente seguía pensando que aquello no duraría y que todos volverían a casa.

“Pero en general la gente sonreía confiada, pues a todas luces aquello duraría poco, regresarían enseguida…”

“Regresarán todos ustedes a casa, prometió el capitán Vayssière, levantando la voz en al medida de sus fuerzas. Sí, volveremos todos a la Vendée.”

“Lo que mata no son las balas, sino la falta de aseo, que es nefasta y que es lo primero que deben ustedes combatir. D modo que lávense, aféitense, péinense y nada tienen que temer.”

“Lo encontrarás todo en orden cuando volvamos. A saber cuándo, se dijo Anthime. Esto irá muy rápido, aseguró Charles, estaremos de vuelta para los pedidos de septiembre.”

“Lo sé, dijo Blanche, está Ruffier. Si, dijo Monteil, bueno, ya no desde el otro día, se ha ido como todo el mundo, pero será cosa de dos semanas, se solucionará rápido.”

“Asunto de quince días, había diagnosticado Charles tres meses atrás bajo el sol de agosto. lo mismo que dijo Monteil, y lo mismo que muchos creían por aquel entonces. Salvo que quince días después, treinta días más tarde, al cabo de más y más semanas, cundo comenzó a llover y los días pasaron a ser más fríos y cortos, las cosas no se desarrollaron como estaba previsto.”


La ingenuidad llegaba a tal extremo que el narrador, momentos antes de morir Charles, dice:

“Por lo demás, no tienen miedo, pues únicamente se les ha encomendado una misión de reconocimiento, pese a la novedad de dicha empresa, para la que apenas han recibido preparación.”

“Entonces brota un solo disparo del fusil de infantería: una bala atraviesa doce metros de aire a setecientos metros de altura y mil por segundo y penetra en el ojo izquierdo de Noblès para salir por encima de su nuca, detrás de la oreja derecha, y a partir de entonces el Farman, descontrolado, mantiene un momento su trayectoria para declinar en pendiente cada vez más vertical, y Charles boquiabierto, por encima del hombro desplomado de Alfred, ve acercarse el suelo en el que va a estrellarse, a toda velocidad y sin más alternativa que su muerte inmediata, irreversible, sin sombra de esperanza…”

La ingenuidad desaparecerá de forma repentina

“Sucedió también que las cosas parecieron concretarse un poco más cuando comenzaron a propagarse rumores, sobre todo tocantes al espionaje: al parecer, un maestro traidor fue sorprendido en tal o cual sector, a punto de volar un puente. Hacia Saint-Quentin, aparecieron supuestamente dos de aquellos espías amarrados aun árbol, acusados de transmitir con una linterna durante la noche información al enemigo, y cuando se acercaron a ellos vieron como el coronel los mataba a quemarropa con su revólver. “

“Si, no cabía duda de que todo parecía concretarse.”

“A partir de entonces tuvieron que enfrentarse a los hechos: allí comprendieron realmente que tenían que entrar en combate, montar una operación por primera vez, pero, hasta el primer proyectil que impactó cerca de él Anthime no se lo creyó de verdad.”

Es en la página 55 cuando nos damos cuenta de que Charles y Anthime son hermanos. Así que 14, en ese momento adquiere un matiz añadido: la relación entre los dos hermanos. El hermano aparentemente perfecto y el imperfecto. 

“Y su hermano, por cierto, inquirió Monteil. Perdón, dijo Blanche, ¿el hermano de quién? El hermano de Charles, le recordó Monteil, ¿tiene noticias suyas? Postales, contestó Blanche, las envía regularmente. Y hasta alguna carta, de vez en cuando. Ahora creo que andan por el Somme, no se queja mucho. Mejor, opinó Monteil, De todas formas, dijo Blanche, Anthime nunca ha sido una persona que se queje mucho. Ya sabe usted cómo es, se adapta a todo.”

Los dos hermanos van a representar el tiempo viejo y el tiempo nuevo.

“Y seis mese después, la manga de la chaqueta doblada y prendida en el costado derecho con un imperdible, y una cruz de guerra nueva prendida con otro imperdible al otro lado del pecho, Anthime se paseaba por un muelle del Loira. Volvía a ser domingo y con el brazo que le quedaba llevaba cogido el brazo derecho de Blanche.”

“Se levantó, atravesó el pasillo, abrió la puerta de enfrente y se dirigió en la oscuridad hacia la cama de Blanche, que tampoco dormía, Se acostó junto a ella, al abrazó, la penetro y la inseminó. el otoño siguiente, precisamente en el transcurso de la batalla de Mons, que fue la última, nació un varón al que llamaron Charles.”

El tiempo nuevo vence al tiempo viejo, con todas sus imperfecciones. Como símbolo de esto nace un varón, que será el heredero de la familia y su esperanza. 

Echenoz no tiene la intención de contar, ni regodearse con los horrores de la guerra. La guerra es horrible en sí misma y es capaz de cambiar la historia, el pensamiento de la humanidad, la sociedad. Finalmente, será una catarsis que lo cambiará todo.

Aun así, el autor da un par de pinceladas sobre el sufrimiento y los horrores que tuvieron que vivir los soldados.

“Muy pronto los hombres comenzaron a desplomarse sin cesar, sobre todo los reservistas, en especial Padioleau. Hasta que, al final de la etapa, estaban todos extenuados, nadie quería encargarse de cocinar y abrían latas de carne en conserva sin apenas bebida con que acompañarlas.”

“Cada vez cruzaban con más frecuencia pueblos abandonados por sus habitantes, a veces incluso derruidos, devastados o incendiados…”

“las calles desiertas estaban sembradas de cosas heterogéneas y degradadas…”

Así mismo, narra algunos pequeños episodios sobre la situación de los soldados en las las trincheras, palabra que se repetirá sin cesar en el discurrir de la guerra, con el fin de que el lector se de cuenta de que esta fue una guerra de trincheras y de como eran realmente.

No hay en ella nada prescindible, la obra está desprovista de elementos superfluos. La manera de narrar parece que no transmite emociones porque sólo nos muestra la fotografía aparentemente estática de todas las situaciones, pero en esas fotografías el lector consigue ver y sentir el horror de la guerra.

Echenoz describe a la perfección las trincheras. Allí podemos ver de forma precisa  los cuerpos muertos mezclados con las ratas, los proyectiles cayendo sin poderlos controlar. Echenoz transmite la sensación de que nadie es nadie todos forman una masa en la que la suerte juega un papel fundamental a la hora de conservar la vida.

Echenoz deja también constancia de las nuevas armas de guerra como el gas, los obuses , las bengalas o los aviones como en el que fallece Charles.

“Los soldados se aferran a su fusil y a su machete, cuyo metal oxidado, empañado, oscurecido por los gases, apenas reluce ya bajo el fulgor helado de las bengalas, en un ambiente corrompido por los caballos descompuesto, la putrefacción de los hombres caídos y, en la zona donde están los que se mantienen más o menos derechos en medio del lodo, el olor de sus orines, de su mierda y de su sudor, de su mugre y de sus vómitos, por no hablar de esos pegajosos efluvios a rancio, a moho, a viejo cuando en principio están en el frente y se hallan al aire libre, pues no: huele a cerrado, el olor se extiende sobre las personas y en su interior, tras las alambradas de púas de las que cuelgan cadáveres putrefactos y desarticulados que a veces sirven a los zapadores para fijar los cables telefónicos, que no es empresa fácil, los zapadores sudan de cansancio y de miedo, se quitan el capote para trabajar con mas comodidad y lo cuelgan de un brazo que, al salir del suelo, vuelto , les sirve de percha.”

“Luego todo pareció a punto de terminar: la opacidad iba disipándose poco a poco en la trinchera, retornaba una suerte de calma, aun cuando otras detonaciones enormes, solemnes, seguían sonando en derredor pero a distancia, como un eco. Los ilesos se incorporaron más o menos salpicados de fragmentos de carne milita, colgajos terrosos que ya les arrancaban disputándoselos las ratas, entre los restos de cuerpos diseminados, una cabeza sin mandíbula inferior, una mano con us alianza, un pie solo en su bota, un ojo.”

El mismo Echenoz dice:

“Todo esto se ha descrito mil veces, quizá no merece la pena detenerse de nuevo en esta sórdida y apestosa ópera” 

Hace una comparación con la ópera porque Echenoz tiene muy presente la música en todas las situaciones de la vida

“Puede ser, incluso, que no sea útil ni pertinente comparar la guerra a una ópera, y menos aún si no nos gusta la ópera y si, como es, es grandiosa, enfática, excesiva, llena de esperas penosas que hacen mucho ruido, y a menudo, a la larga, son bastante aburridas”.

En aquel horror los hombres preferían sufrir una buena herida de guerra que los sacara de allí. 

“Cinco horas después , en la enfermería de campaña, todo el mundo felicitó a Anthime. Sus compañeros manifestaron lo mucho que le envidiaban tan excelente herida, una de las mejores que cupiera imaginar, grave eso sí, e invalidante, pero bien mirado no mas que tantas otras, anhelada por todos ellos, pues era las que garantizan a uno alejarlo para siempre del frente.”
“Pero no se abandona una guerra así como así. No hay vuelta de hoja, está uno atrapado: el enemigo delante, las ratas y los piojos encima y detrás lo gendarmes. La única solución es dejar de ser útil para el servicio, lo que esperamos por supuesto a falta de otra cosa, lo que terminamos deseando, es una buena herida, la que (caso de Anthime) garantiza liar el petate, pero el problema reside en que eso no depende de nosotros.”

“Arcenel daría con una tercera solución, sin haberla elegido en realidad, sin premeditación, sino por obra de un impulso: un simple estado anímico que le produjo en cadena un momento de desasosiego y una reacción… Arcenel salió a dar una vuelta…avanzando maquinalmente por la campiña sin verdadero propósito de alejarse…”

Otros salieron de otras formas. Arcenel se despistó y encontró su final. Fue juzgado allí mismo y de manera rápida  condenado a muerte.

“Tras el tiro de gracia al final de la ceremonia, la tropa desfiló ante su cuerpo, con el fin de que el veredicto llamara a meditar a los soldados.”

Finalmente, de los cuatro amigos y el hermano solo regresaron dos. Los otros tres fallecieron en distintas circunstancias, pero cada uno de los personajes es un arquetipo de las posibilidades que encontraron los soldados, en esa guerra atroz, de regresar con vida y en que condiciones o las distintas posibilidades de fallecer.

Echenoz declaró que la idea de este libro partió de unos papeles que encontró de un familiar y que su idea no era escribir un libro histórico.

«no trataba de hacer un volumen proporcional a las dimensiones e ese ‘suicidio europeo’, que fue una contienda plenamente industrial, en donde se produjo un armamento gigantesco; sólo he querido ser alusivo de la magnitud del fenómeno». 

Realmente, Echenoz consigue su propósito. No hay mucho más que decir.

5 de mayo de 2018

Oriente – Breve apunte


Oriente es una obra del escritor español Vicente Blasco Ibáñez. Algunos de sus capítulos fueron publicados, tras su viaje a Oriente, en periódicos como El Liberal de Madrid, La Nación de Buenos Aires y El Imparcial de Méjico. En su edición definitiva, como libro, fue publicado por primera vez, en Valencia, en 1907 por el editor Francisco Sempere.

En esta obra, Blasco narra su viaje desde Vichy hasta Constantinopla. Lo más destacable de esta narración es la manera en la que el autor combina hechos históricos sucedidos en cada lugar por el que pasa, con la descripción del lugar, además de sus siempre agudas valoraciones personales. 

Vicente Blasco Ibáñez era de naturaleza curiosa y disfrutaba viajando y descubriendo otras culturas, otras formas de vida y otras concepciones estéticas. 

El autor plasmó algunos de estos viajes en sus obras literarias. Una de las obras de viajes más completa es La Vuelta al Mundo de un Novelista. En el otoño de 1921 se embarcó en un transatlántico americano, el Franconia, cruzando el canal de Panamá, que estaba recién inaugurado. En este viaje cruzó el Pacífico, Japón, China, India, Egipto y terminó en la Costa Azul, durante los felices años veinte. El viaje duró seis meses. El libro se publicó en 1924 en tres tomos.

Oriente es una obra que atrae al lector por el entusiasmo que imprimió a su pluma en las descripciones de todos los lugares donde estuvo, especialmente de Constantinopla. La obra resulta, asimismo, atractiva por la variedad de temas que toca y las descripciones casi pictóricas de los ambientes que desea mostrar al lector. 

En estas descripciones el autor hace constantes referencias a Las mil y una noches, donde muestra la fascinación que le producen los ambientes orientales.

Aunque en ningún momento se deja ver que el entusiasmo del autor se debía, también, a una causa que nada tenía que ver con lo literario. En todo momento, durante este periplo, tenemos la sensación de que el autor viaja sólo, pero no es así. Este fue el primer viaje que realizó con Elena Ortúzar, millonaria Chilena que el autor había conocido en 1906 y que pasaría a ser una de las personas más importantes de su vida. Elena Ortúzar fue el modelo de mujer para algunas de las obras del autor, pero lo más importante fue que se convirtió en su segunda esposa.

La obra está dividida en dos partes. La primera, titulada Camino al Oriente, está compuesta por catorce capítulos, donde el autor viaja desde Vichy, a Ginebra, Berna, Zurich, Munich, Salzburgo, Viena hasta llegar a Budapest, donde Blasco Ibáñez considera que comienza la verdadera puerta al Oriente.

A continuación, comienza la segunda parte titulada En Oriente, formada por diecinueve capítulos, donde describirá  su llegada a los Balcanes, a Belgrado y finalmente a Constantinopla, que como a otros grandes artistas, le impactará profundamente.

En este recorrido, el autor nos ofrece una aguda y detallada visión de la Europa de comienzos del siglo XX. 

El viaje, aunque duró seis meses, fue absolutamente improvisado. El libro es el tercero que escribió el autor de este género. Anteriormente, había publicado París, impresiones de un emigrado publicado en 1893 y En el país del arte de 1896.

Este viaje comienza en la ciudad  francesa de Vichy, donde Blasco describe la vida de la alta sociedad europea de principios del XX, que disfrutaba de las aguas curativas de Vichy, además de disfrutar de sus conciertos, jardines y concurridos cafés y kioscos de música. El autor realiza, también, de cada ciudad que visita, algún comentario humorístico o irónico

“A muchos les parecerá un sacrilegio lo que voy a decir, pero no por esto es menos cierto. La música de La Gran Vía la tocan más en el mundo y es más conocida que la de El anillo del Nibelungo. Ya sabemos que Chueca no es Wagner. Pero la inmensa mayoría de los que escuchan conciertos en el extranjero, aunque fingen por esnobismo una admiración de personas correctas hacia las obras consagradas, prefieren en su interior el Caballero de Gracia a todos los caballeros del Santo Grial.”

A continuación Blasco viajará a Ginebra. Como toda Suiza le parecerá una ciudad bonita pero sin gracia, carente de atractivos.

“Viendo de cerca a Suiza, hay que decir: “¡Benditos los pueblos que carecen de imaginación! ¡De ellos serán la tranquilidad y las virtudes vulgares!” La falta de individualidad permite mantener a los hombres en el goce de sus completas libertades sin miedo a que abusen de ellas saliéndose del nivel común. La carencia de imaginación evita el peligro de que los más inquietos y audaces tiren impacientes de las riendas de la ley, turbando la marcha lenta, ordenada y mecánica de este pueblo, que por su carácter monótono ha hecho de la relojería una arte nacional.”

“En Ginebra he comido todos los días en un modesto restaurante, donde entré casualmente al llegar a la ciudad. Una irresistible simpatía me atrajo a este establecimiento. El reloj, una soberbia pieza con la hora de París, la hora de la Europa Central y todas las horas del mundo, estaba siempre parado. ¡Un reloj parado en Ginebra, la Salamanca del muelle real, La Sorbona de la rueda catalina!… ¡Un suizo a quien no importa saber qué hora es, ni se preocupa del buen orden de su vida! 

Me he ido de Ginebra sin conocer al dueño del restaurante, pero estoy convencido de que es un poeta que se pierde Suiza.”

El autor hace una diferenciación entre la mujer francesa y la suiza.

“Las diferencias entre ambos países, con ser de poca monta, resultan de gran interés. en la orilla francesa se ven mujeres hermosas y elegantes, rodeadas de hombres que las siguen y las envuelven en las más respetuosas atenciones, como sagradas vestales. Son cocottes que poseen el chic, ese espíritu indefinible y misteriosos que nadie sabe en qué consiste, santo tabou que hace caer de rodillas a los salvajes de la imbecilidad elegante. En la orilla suiza se ven mujeres solas, de ademanes sueltos y aire decidido, que van de un lado a otro con la más tranquila audacia. son señoras decentes, que pueden moverse con entera libertad, sin miedo a verse confundidas con una clase que no existe, o acaso de existir, excepcionalmente, se ve repelida por la hostilidad del ambiente protestante.”

A su paso por Berna Blasco Ibáñez escribe:

“Así como en la vida individual los seres más felices y satisfechos son los que piensan menos y sólo se inquietan de lo que toca directa e inmediatamente a sus apetitos y necesidades, en la vida de los pueblos los que alcanzan existencia más tranquila y ordenada son los que carecen de imaginación.”

Sobre Constanza dice:

“Hoy es un resto de aquella Alemania anterior a los triunfos militares, pacífica alegre y poética, con sus costumbres patriarcales y su tranquila libertad.”

“Es una ciudad vieja, en la que la vida se desliza sin sentir, falta de intensas alegrías, pero limpia de grandes dolores.”

Desde Suiza llega Blasco Ibáñez a la ciudad de Munich.

“¡Pobre Atenas germánica! De sus monumentos nada malo puede decirse.

Son notables reproducciones del arte griego: la sabiduría artística luce en ellos, pero son fríos y repelentes como cuerpos sin alma. Es Atenas sin atenienses y sin el cielo de la Ática. En verano, el espacio se muestra azul y brilla un hermoso sol. Pero el invierno germánico, duro y cruel en Baviera, muerde con sus dientes negros estos monumentos que nacieron en la tibia atmósfera del archipiélago, favorable a la desnudez. El mármol en el país del sol se dora en el curso de los siglos, tomando el majestuoso matiz anaranjado del otro viejo. Aquí, en unos cuantos años, se ennegrece, con una opacidad antipática de ceniza de carbón.”

“El rojo griego del interior de las columnatas se destiñe con las lluvias.  Los frescos se esfuman y desaparecen. Todo se vuelve gris y opaco.

Sí; esta ciudad es una Atenas… Pero pasada por cerveza.”

Desde la ciudad de Munich Blasco se dirige directamente hacia Austria. En Austria visita Salzburgo y Viena y describe, en diversos pasajes de esta obra, la importante afición de los austriacos por la música.

“En Viena, la música es algo nacional, que constituye el orgullo del pueblo.”

Asimismo, comenta el ambiente de Viena y su elegancia.

“Si fuera posible colocar juntos a París y Viena, para abarcarlos en una sola ojeada, es segura que la capital austriaca saldría vencida de la comparación.

Pero Viena está muy lejos, y para llegar a ella hay que atravesar las ciudades alemanas, con sus mujeres vestidas como institutrices pobres, de malfachada gordura, y que para colmo de desdicha, por un patriótico orgullo de su exuberante maternidad, raramente usan corsé. Por eso la elegancia de Viena causa mayor impresión, desde el primer momento, que la que se siente en París cuando se llega a éste procedente de España o de Italia. 

Hay que confesar también que las vienesas son físicamente superiores a a las parisienses, y su fama universal de belleza no es usurpada.” 

“Austria es la verdadera frontera de la Europa central… y europea. Más allá, hacia el Oriente, están acampados pueblos que, aunque de aspecto semejante al nuestro, son de origen asiáticos y han sido depositados en el lugar que ocupan por el oleaje de las invasiones.”

De Viena pasa a Budapest y escribe:

“Budapest es sencillamente la ciudad más hermosa de Europa al primer golpe de vista. No lo digo yo: lo afirman todas las guías y todos los viajeros.”

“Esta huella de la dominación turca me hace recordar que estoy ya en las puertas del imperio de Oriente.”

Múnich, Viena y Budapest son las tres ciudades que visita el autor antes de llegar a Belgrado, puerta del imperio otomano. 

En estas ciudades centroeuropeas Blasco Ibáñez admira el arte y el lujo, aunque muy distinto de la calidez del arte y el lujo mediterráneos. 

Aquí comienza ya la segunda parte de esta obra: En Oriente.

Blasco entra en Oriente a través de los Balcanes por la ciudad de Adrianopolis, segunda capital de la Turquía europea. 

Describe la diferencia que encuentra entre la parte occidental de Europa y la Oriental. Minuciosamente, describe también la personalidad de los turcos e insiste en su bondad y tolerancia  distinta a la de otros países musulmanes.  

“Yo soy de los que aman a Turquía y no se indigna, por un prejuicio de reza o religión, de que este pueblo bueno y sufrido viva todavía en Europa”

“Yo amo al turco, como lo han amado, con especial predilección, todos los escritores y artistas que le vieron de cerca.”

“Existe una concepción imaginaria del turco, que es la que acepta el vulgo en toda Europa. Según ella, el turco es un bárbaro, sensual, capaz de las mayores ferocidades, que pasa la vida entre cabezas cortadas o esclavas que danzan desplegando sus voluptuosidades de odalisca.  Con igual exactitud piensan sobre nosotros los viejos de Holanda o los Países Bajos, los cuales no pueden oír hablar de España sin imaginarse un país de implacables inquisidores capaces de quemar por una simple errata en una oración y donde todos los ciudadanos somos duros e inexorables como el antiguo duque de Alba.”

“Todos los escritores que han viajado por Turquía, se irritan contra la injusticia con que es apreciado este pueblo. El turco es bueno y franco. Su dulzura se manifiesta por un gran respeto a los animales. Jamás se le ve maltratarlos.  La injusticia y la traición son los dos resortes que disparan su cólera. Esto hace que aunque el turco oculte, bajo las formas de una exquisita cortesía, su pena por las injurias o las humillaciones sufridas, aproveche la primera ocasión para saciar su resentimiento.

La hospitalidad es la más visible de sus virtudes.”

“Podrá creerse superior a los demás por ser musulmán y tener su religión como la única verdadera; peor no hace el menor esfuerzo por imponerla a nadie. El fanatismo mahometano del moro de África no lo conoce el turco.”

“La Europa Occidental sueña con arrojar a los turcos al otro lado del Bósforo arrebatándoles los territorios que poseen en el continente, enormes todavía, pero insignificantes comparados con sus dominios del asado. algunos ven en esto una gran victoria histórica, un desquite de la vieja Europa, que devuelve el territorio asiático a los invasores que tanto miedo la hicieron sufrir.”

“Los turcos del imperio otomano, los que todos conocemos son ya caucásicos como nosotros. Sus incesantes cruzamientos con la raza blanca y los azares de la guerra con sus alborotadas mezcolanza, han fundido y hecho desaparecer el primitivo elemento étnico.”

A continuación, se dedica a narrar y describir con detalle Constantinopla, la suma de tres ciudades: Pera y Gaiata,  que forman una misma ciudad, Estambul y Scutari en la parte asiática.

Blasco llega a Constantinopla, La ciudad que hizo de puente entre el mundo antiguo y el moderno.

“Constantinopla, centro del imperio de Oriente, tuvo su grandeza y sirvió noblemente a la civilización. Ella guardó las tradiciones del arte griego, la legislación romana, los monumentos literarios, toda la antigüedad”

“Además, durante la Edad Media fue Constantinopla la gran muralla que contuvo el empuje de las invasiones asiáticas.”

“…tuve una visión exacta de lo que es la Turquía moderna: europea exteriormente, pero cuando escucha la voz del Profeta, siente despertarse en ella la misma alma de los que llegaron tras el caballo de Mahomed II a la conquista de Constantinopla.”

También, resultan impresionantes sus descripciones del Gran puente, Santa Sofía y El Palacio de la Estrella; Así como sus encuentros con altas personalidades como el Gran Visir, el Gran Eunuco o el Patriarca griego. Además, Blasco Ibáñez deja ver en esta obra el impacto que le causaron ceremonias como la de los derviches giróvagos y la de los derviches aulladores. De esta manera, Blasco Ibáñez consigue introducir al lector en el mundo oriental.

El autor hace unas magníficas descripciones sobre El Gran Puente y todas las personas que lo transitan. La descripción de los gorros rojos es absolutamente pictórica. 

“No hay en las grandes calles de Londres ni en los bulevares de París lugar alguno tan concurrido como el Gran Puente. La plataforma de madera tiembla bajo el rodar de los carruajes y el paso de millares de transeúntes. Aturde y ensordece el vocear de este pueblo políglota donde el que menos habla cinco idiomas, y son mayorría los que poseen más de doce. Asombra y deslumbra la carnavalesca variedad de los trajes.”

“Al entrar en el puente, parece éste un campo interminable de rojos geranios. Miles de gorros oscilan al marchar, sirviendo de remate lo mimo a tocados puramente turcos que a trajes europeos.”

A continuación, describe la visita al Gran Visir Ferid-Pachá, ante quien pudo acceder a presentarse gracias a un amigo que hablaba y escribía doce idiomas. Blasco queda asombrado por la poca orientalidad del palacio y la sencillez y amabilidad del Visir.

“El palacio no tiene nada de oriental. Es una gran casa, con amplias escaleras de mármol.”

“Otro hombre, también de levita, avanza hacia nosotros, sonriendo, con una mano tendida. Creo estar en una antesala, desde la cual van a anunciarnos al poderoso personaje… Pero no: estoy en el gabinete del primer ministro de Turquía, y el hombre que sonríe y nos tiende la mano es el propio Gran Visir. 

Me siento desconcertado por esta sencillez. El gabinete es una pieza de paredes blancas y desnudas, sin otro adorno que una fotografía del Sultán.”

Después, describe el Palacio de la Estrella. Lo que le causa mayor impacto es su enorme extensión. 

“El sultán vive más allá de los arrabales de Constantinopla, en Yildiz Kiosk o “Palacio de la Estrella”, extensión amurallada, como diez o doce veces Madrid, en la que hay un lago donde pesca y navega a vapor, caminos por los que corre en automóvil, bosques plagados de caza y unos cincuenta palacios, que habita y abandona a su capricho mudando su residencia varias veces en una misma semana.”

Más tarde, narra como se desarrolla la semanal ceremonia diplomática en el Sélamlik. Una ceremonia impresionante donde se muestra la total sumisión de todos los estamentos sociales. El Sultán se presenta como todo poderoso y así lo acogen también sus súbditos.

“Los soldados, silenciosos antes como estatuas, rugen al presentar las armas y ver de cerca a su emperador: ¡Larga vida al Padichá!. No son los fríos vivas de ordenanza de otros países. las aclamaciones del turco vienen de adentro, de lo más hondo.”

“El Padichá es algo más que un rey de la tierra: es representante de los poderes del cielo. Cuando él hace, bueno o malo, lo hace Dios, y el turco es el más religioso y resignado de los hombres.”

La ceremonia de los derviches danzantes, atrajo su atención. Esta ceremonia se celebraba dos veces por semana y Blasco la narra de manera casi cinematográfica. El lector puede ver, incluso casi sentir las emociones de la celebración. Esto lleva al autor a reflexionar sobre la convivencia de los dos mundos, Oriente y Occidente en el pueblo turco.

“¿Qué ven en sus ensueños? Huéspedes nada más del continente civilizado, europeos de paso, obligados a soportar una vida moderna extraña a sus costumbres y su tradición, su pensamiento va al más viejo de los mundos, a la venerable y misteriosa Asia, cuyas montañas casi pueden contemplarse desde los ventanales de la mezquita.”

“Aquel marino era la personificación de la Turquía europea que se apropia los inventos modernos, copia la organización alemana, habla todos los idiomas de los pueblos civilizados, y adopta las modas de París… pero guardando bajo este exterior su alma islámica”

A continuación, Blasco entra en Santa Sofía después de esperar casi quince días para que le diesen un permiso para la visita.

“Por fin, entramos… ¡Inolvidable impresión! No todos los días puede pisarse un pavimento fabricado por hombres que vivieron hace mil cuatrocientos años; no se respira con frecuencia bajo unas bóvedas que cuentan catorce siglos de antigüedad.”

También, el autor piensa que cuando uno visita Turquía, entra en otra cultura y tiene la curiosidad de saber cómo viven sus mujeres o cómo es la vida en los harenes y la de los eunucos.

“Gozan de más libertad que las europeas; salen a la calle tanto como éstas, y sin embargo, no hay en Constantinopla nada tan misteriosos e inabordable como las mujeres.” 

“Viven libres, sin ver al esposo más que de tarde en tarde; pueden entrar y salir de su casa sin otra vigilancia que la del eunuco, fácil de sobornar; disponen de su tiempo mejor que una europea, y sin embargo, la intriga amorosa es dificilísima para ellas, por no decir imposible.”

“Es un error generalizado en Europa creer que la mujer turca, porque se compra las más de las veces, es una esclava, un objeto, un ser sin derechos y sin libertad, fuera de la leyes. La religión del Profeta nunca habló con desprecio de la mujer, ni vio en ella un ser impuro, un aborto del demonio, como los Padres de la Iglesia cristiana. El hombre tiene sin disputa un alma superior, porque es el guerrero y pesan sobre él los más rudos deberes de la vida, pero la mujer es igual a él en toda clase de derechos. La ley musulmana sólo es implacable y feroz en caso de infidelidad conyugal. Conoce la escasa solidez de estos seres adorables y sin seso, y presiente que si abriese la mano y no se impusiera por el terror, ningún musulmán podría llevar su turbante sobe la frente con entera comodidad.”

A continuación, el viajero visita otra mezquita, la del Roufat. Esta era una mezquita pequeña y sombría donde se celebra el rito de los derviches aulladores.

“Esta mezquita no es grande y luminosa como la de Eyoub, donde los derviches danzantes voltean, como flores sus pesadas faldas. La secta de los aulladores es sombría y feroz y parece guardar en sus extraños ritos el alma fanática e implacable del antiguo turco, terror de Europa.”

En esta visita a Constantinopla Blasco Ibáñez se ve sorprendido  por la cantidad de cultos distintos que se celebran con total libertad.

“En Constantinopla viven todos los cultos con entera libertad y todos sus ministros gozan de igual respeto. El patriarca griego, el patriarca armenio, el gran rabino, el  arzobispo armenio católico y el arzobispo católico romano, todos son funcionarios del imperio, iguales en respeto al gran imán y retribuidos por el emperador con generosa largueza según el número de adeptos que cada religión cuenta en sus Estados.”

“Lo que ellos aman es el poder político, la dominación conquistadora, y les basta con que los hombres se sometan a su autoriadad y sus leyes, sin importarles el secreto de su conciencia.”

El autor se despide de Constantinopla con pesar. 

“Hace ma´s de un mes que vivo en estos lugares a los que nada me une, ni el nacimiento, ni la raza, ni la historia, y sin embargo, la partida es melancólica y penosa.

Cuando se viaja se abandonan las ciudades, por gratas que sean, con un sentimiento de alegría. Es la curiosidad que se despierta de nuevo, el instinto ancestral de cambio y movimiento, que llevamos en nosotros como herencia de nuestros remotísimos abuelos, nómadas incansables del mundo prehistórico.”

“Pero al partir de Constantinopla, este sentimiento alegre y curioso se amortigua y desvanece. Por interesante que sea lo futuro, no llegará a serlo tanto como el presente.”

“La Europa occidental, con sus ciudades cómodas y uniformes, seguramente que no puede borrar el recuerdo de esta aglomeración de razas, lenguas colores, libertades inauditas y despotismos irresistibles, que ofrece la metrópoli del Bósforo,”

El libro finaliza con el viaje de vuelta y la narración del accidente ferroviario que sufrió el propio escritor en las afueras de Budapest.

“Una catástrofe estúpida. En la estación de Budapest han dejado salir un tren de mercancías a la hora en que diariamente llega el tren de Constantinopla. Esto pasa en la Europa central, la de los grandes ferrocarriles organizados militarmente, y nadie parece indignado… ¡Y después hablamos de las cosas de España!…”


“Y así entro en la verdadera Europa, a pie, al través  los campos, llevando mi hato al hombro, lo mismo que un invasor oriental de hace siglos, atraído por los esplendores de Occidente.”

Quería reseñar también, algunos comentarios que a lo largo de la obra, realiza Blasco Ibáñez en relación a España:

“Los violines bohemios suenan tras los verdes arbustos de las terrazas, y las canciones melancólicas de Rumanía sorprenden con sus palabras de origen latino, que hacen recordar al glorioso español Trajano, fundador y civilizador de dicho pueblo”

“Puede correrse Europa entera sin que la condición de español despierte en hoteles y ferrocarriles otro interés que la vaga curiosidad que inspira un país novelesco y lejano. Pero allí donde se tropieza con un fraile, bien sea italiano, francés, alemán o austriaco, la nacionalidad española atrae inmediatamente la más graciosa de las sonrisas, como si España fuese el pueblo feliz elegido de Dios, algo así como las doce tribus depositarias del Arca Santa, que no tenían otro quehacer que alabar al Señor y engullirse el maná caído del cielo.”

“La española hermosa es muy superior a la vienesa; pero en las calles de Viena se encuentra mayor número de mujeres guapas que el las calles de Madrid, las nuestras las vencen por la calidad, pero ellas son superiores por la variedad y el número.”

“De todos los pueblos con los que vive Turquía en excelentes relaciones de amistad, España es uno de los que amanece más sinceramente. Ningún mal hemos recibido de ella; siempre la amistad y el cariño guiaron nuestras relaciones;sus desgracias las sentimos como nuestras; pues aunque vivimos alejados, existe algo inexplicable entre los dos pueblos que los une con sincera amistad.”

“¡Ah, España! ¡Qué tenacidad para vivir! ¡Qué fuerza par levantarse cuanto tropieza! Admiro a vuestra nación, más aún por la enérgica voluntad en tiempos de paz que por su valor en la guerra. todo un siglo de calamidades ha pesado sobre su historia: guerras civiles, revoluciones, pérdidas de territorios, y sin embargo, se ha levantado de tantas caídas, y sigue su camino, y resucita cuando la creen muerta, y desarrolla sus riquezas naturales. ¡Ah, España noble pueblo de la firme voluntad de vivir!…”

Finalmente, comentar que Blasco supo describir a la perfección la Europa de la época y sus posibles conflictos, vaticinando en sus lúcidas observaciones muchos de los cambios que sucederían poco después, como preludio de la Primera Guerra Mundial.
6 de marzo de 2018

Kim – Breve apunte

Ruyard Kipling nació y comenzó a escribir durante la época victoriana. Un período muy extenso de la historia británica que abarca desde 1832 hasta 1900. Es un período en el que se desarrolla la revolución industrial y donde el imperio británico imponía su supremacía internacionalmente.

Kipling no conocerá sólo la época victoriana, sino también la eduardiana y la georgiana.  El rey Jorge V morirá dos días después de Kipling.

A finales del XIX los escritores victorianos van desapareciendo y comienzan a aparecer los nacidos en la segunda mitad del siglo, que han sido educados en la tradición victoriana, pero sus obras van tomando un rumbo diferente.

Las relaciones sociales y del escritor con la sociedad se hacen más complicadas. Las obras ya no se escriben para complacer el gusto de la clase dominante. Comienza un período en el que los escritores hacen crítica social. Aparecen autores como Oscar Wilde, Thomas Hardy o H. G. Wells. En la línea de la novela y cuento de aventura aparece Stevenson y Kipling. La diferencia entre estos dos autores es que Stevenson escribía autenticas novelas de aventura y Kipling estaba siempre preocupado por tratar el tema de la supremacía de la cultura británica y de su capacidad educativa.

Kim se considera la obra maestra de Kipling y una de las grandes narraciones de todos los tiempos, narra la historia de Kimball O’Hara, a quien todos llaman Kim. Este era un huérfano de un soldado del regimiento irlandés y una ciudadana blanca. 

Toda la acción transcurre en la India colonial británica, donde Kim conoce a un lama tibetano que cambiará el curso de su vida. 

El lama se propone encontrar un río en el que lavar sus pecados y Kim decide acompañarle y ayudarle. 

El viaje resulta ser un viaje iniciático par Kim y al mismo tiempo el viaje esconde una misión de los servicios secretos  británicos. Al final, Kim tendrá que resolver la encrucijada de seguir en “El Gran Juego” o escoger el camino espiritual del budismo tibetano.

La obra es una mezcla entre novela de aventuras, picaresca y de espionaje, que tiene como fondo el conflicto político en Asia Central entre el Imperio Ruso y el Imperio Británico. 

Ruyard Kipling había sido educado con los valores de la ley, la obediencia y el orden como valores fundamentos para el desarrollo de cualquier pueblo. Además, tuvo la oportunidad de viajar y conocer el imperio británico y estaba convencido de la supremacía de este.

Estos valores fundamentales para Kipling están claramente plasmados en Kim, junto con la aventura, la acción y también la vida cotidiana en la India de la época.

En la obra destacan dos personajes: Kim, que busca el toro rojo, y el Lama, que busca para purificar sus pecados el  Río de la Flecha.

Los personajes de de la obra están constantemente expuestos a las dificultades de la vida y a situaciones de dureza extrema. Todo esto expresado con una prosa ágil y realista, en escenarios coloristas, seductores y magníficamente descritos. 

La obra Kim está escrita desde el punto de vista del indígena, pero con sangre de sahib.

Kipling, debido a sus circunstancias familiares, se puede decir que fue un hombre hecho a sí mismo. Su carácter se fue forjando desde la infancia en condiciones duras y difíciles de las que supo salir adelante con éxito. Esto se refleja en su novela, Kim es un niño que, por sus condiciones, se ve obligado a salir adelante por sí mismo.

Kim, se presenta casi como un pícaro que se busca la vida y se hace a sí mismo, al mismo tiempo que consigue mejorar su posición. Pero, difiere de las novela picarescas porque no se presenta como un relato autobiográfico, sino que está narrada en tercera persona por un narrador omnisciente.

La obra está escrita con sencillez e ingenuidad. Kipling es capaz de crear espacios con ambientes muy bien descritos y en su obra no falta el humor. Es un estilo realista y atractivo, describe los paisajes y ambientes de la India de forma casi cinematográfica. Kipling demuestra en su obra la preocupación por ofrecer al lector todos los detalles para que este pueda tener la imagen, lo más nítida posible, de las situaciones narradas.

En cuanto al lenguaje, podemos decir que se trata de un lenguaje sencillo y lleno de adjetivos sonoros y coloristas.   El autor se sirve de la adjetivación para caracterizar y singularizar a los personajes. Además, la obra está llena de vocablos propios de la historia que narra, palabras procedentes de la India, de sus costumbres, de su religión, de las diferentes castas etc.

Además de los temas principales que son: la importancia del imperio británico y como debía mantenerse y el valor de la enseñanza británica, así como la estimación de la persona hecha a sí misma.

También encontramos otros temas como la importancia de la astucia junto con la habilidad y la inteligencia, así como la prudencia (Kim, a pesar de ser aun un niño, es capaz de morderse la lengua y verse humillado, con tal de conseguir sus objetivos). Estas cualidades del carácter son las que hacen a Kim capaz de resolver sus problemas y desenvolverse en la vida con eficacia. Kim es un niño pícaro, curioso, muy observador y una simpatía desbordante con la que se ha ganado el apelativo de Amigo de todo el Mundo.

Tampoco debemos olvidar que el interés de la novela también reside en su parte de espionaje. De forma sorpresiva el viaje, que podríamos llamar iniciático de Kim, se transforma de manera paralela en una misión secreta del servicio de espionaje británico que le introducirá en el «Gran Juego» que enfrenta a Rusia y Gran Bretaña.

Kipling describe en su obra de manera fantástica los contrastes de la vida en la India, sus costumbres ancestrales, y el gran respeto que tienen por los ancianos.

Kipling pretendía con sus obras dar una enseñanza para la vida y en el caso de Kim , entre otras cosas, Kipling desea mostrar las cualidades necesarias para fundar y mantener un imperio. Kipling transmite en sus obras un pensamiento heroico de la vida y cree firmemente que toda sociedad debe estar dirigida por una jerarquía visible.

Esta novela fue clasificada en 2014 por The Guardian en el número 34 entre las 100 mejores novelas de la historia de la literatura escrita en lengua inglesa.

6 de febrero de 2018

Fuga sin fin – Breve apunte

Joseph Roth escribió esta breve obra, Fuga sin fin, en 1927. El libro fue publicado por primera vez en Múnich, por el editor Kurt Wolff y en España lo publica ahora, la editorial Acantilado, traducida con esmero al español por J. L. Vernal. En la obra se ofrece una visión, bastante precisa, de la sociedad del período de entre guerras. 

La novela se escribe como si fuera un testimonio real de un europeo, Franz Tunda, que vivió unos acontecimientos decisivos para la historia de Europa.

“En las páginas que siguen voy a relatar la historia de mi amigo, camarada y correligionario Franz Tunda.

Seguiré en parte sus anotaciones, en parte sus relatos.

No he inventado ni compuesto nada, no se trata ya de “hacer literatura”. Lo más importante es lo observado.”

La historia, que transcurre entre los años 1919 y 1926 parece, en un principio, que va a narrar batallas y hechos históricos con un héroe encarnado en el personaje de Tunda, pero ya en el tercer capítulo empieza a cambiar el tono y encontramos la fina ironía de Joseph Roth.

En la novela se narra el viaje del protagonista, Franz Tunda, desde que combate como teniente del ejército austriaco en la Primera Guerra Mundial y como exiliado en Rusia hasta volver a Berlín, finalmente se instalará en París. A través de este duro viaje que Tunda tiene que realizar durante años, el narrador, Joseph Roth de la ficción, reflexiona  sobre los acontecimientos más relevantes de la Europa del primer cuarto del siglo XX. Así, nos narra la caída del Imperio Austro-húngaro, la revolución bolchevique, la decadencia de la aristocracia y ascenso de la burguesía. 

Esta novela pudo basarse en las historias que al parecer contaba su autor, Roth, cuando se encontraba en los cafés de Viena o Berlín, sobre su heroica vida en el ejercito. En innumerables ocasiones, después de haber bebido demasiado. 

El problema era que cada día cambiaba su historia, por lo que debía ser, en su mayor parte, inventada.  Debido a su condición física, no parecía ser cierto que Roth hubiera podido servir como soldado del ejercito del Imperio. Quizá, colaboró en la guerra en alguna otra función más burocrática, pero este llegó incluso a enseñar una medalla al mérito de guerra recibida por su valentía. 

Roth nació en la provincia de Galitzia en el Imperio Austro-húngaro y estaba acostumbrado a convivir con personas de otras culturas e idiomas. Esto está presente en la novela desde el primer momento.

“Tunda no tenía ninguna razón para temer que le persiguieran. Nadie lo conocía. Era hijo de un comandante austríaco y una judía polaca; había nacido en una pequeña ciudad de Galitzia donde estaba la guarnición de su padre. Hablaba polaco y había servido en un regimiento galitziano.”

Después de la Primera Guerra Mundial, Alemania y Austria se convirtieron en países intolerantes y muy nacionalistas, producto, entre otras cosas, de las dificultades económicas y de las ideologías políticas traspasadas a otros entornos de la sociedad como escritores y artistas. La libertad de expresión y la libertad artística mal entendida ayudó a promover la intolerancia que, más adelante, pasó a ser discriminación y finalmente desembocó en odio y violencia.

Por otra parte, fueron momentos en los que en algunas ciudades y en determinados estatus sociales se vivió la Belle Époque, de manera inconsciente y pensando que duraría siempre. Esta sociedad no quiso ver sus problemas y la situación se degradó tanto que terminó desembocando en la Segunda Guerra Mundial.

Joseph Roth nunca consiguió adaptarse al cambio y se vio inmerso en una sociedad en la que él no encontraba su lugar, como le sucede a Tunda, personaje protagonista de su novela Fuga sin fin.

La obra es una reflexión sobre el período entre las dos guerras, la del 14 y la del 39, provocadas, entre otras cosas, por la incapacidad de la sociedad para manejar el bienestar, en muchos casos, debido a la superficialidad y a la obsesión por vivir el presente de la mejor manera posible. Esto pudo ser el fruto de los sufrimientos padecidos durante la Primera Guerra.

Tunda salió de su patria para luchar por el Imperio al que nunca podría volver porque había desaparecido, no solo físicamente, sino su espíritu y su forma de vida. El desconcierto que produjo esto en Tunda marcará toda su vida.

Franz Tunda viajará de un lado a otro intentando encontrar un lugar que nunca encuentra, una patria perdida, una manera de vivir familiar y conocida para él. De ahí el título de la novela Fuga sin fin.

La distancia que siente Tunda hacia la sociedad que le toca vivir después de la Guerra, le permite tener una visión bastante global y acertada de la deriva hacia la que iba dicha sociedad. 

El Tunda que salió de su patria jamás contempló la posibilidad de la derrota. Siempre pensó que llegaría victorioso a su lugar de origen y que retomaría su vida: sus amigos, su novia, su familia, trabajo y posición. Pero la realidad fue muy distinta. Tunda se plantea si realmente había merecido la pena haber padecido tanto en la guerra para finalmente encontrarse en aquella situación.

En un primer momento, el protagonista de la novela cambia de identidad y adopta el apellido de la persona que le acoge: Baranowicz. Esto supuso el comienzo de una nueva vida, pero siempre con la idea de, en algún momento, recuperar al antiguo Tunda.

“Además se contaba con un final feliz y se esperaba la marcha triunfal de las tropas vencedoras por la Ringstrasse, después las insignias doradas de comandante. el Estado Mayor, y, finalmente, la graduación de general, todo ello envuelto en el suave repiqueteo de los tambores de la marcha de Radetzky.

Ahora, en cambio, Franz Tunda era un joven anónimo, sin importancia, sin título, sin dinero y sin profesión, apátrida y sin ningún derecho.”

“Le pareció más conveniente andar por Rusia con su nombre falso, que ya le resultaba tan familiar como el propio. Sólo después de haber pasado la frontera pensaba volver a utilizar sus antiguos documentos.”

“Tunda podía sacar fácilmente del bolsillo de la chaqueta el recorte con el retrato cada vez que sentía ganas de contemplar a su novia. La lloraba ya antes de haberla visto. La amaba doblemente: como a un fin y como a alguien a quien se ha perdido.”

“Junto con su desconsuelo crecía la esperanza de que sólo gracias a ese peligroso retorno volvería a ser un hombre respetado.”

Sin embargo, a pesar de la penosa situación en la que se encontraba,  Tunda es capaz de reflexionar a cerca de los males de la sociedad en la que había vivido en el Imperio.

“Irene había esperado realmente mucho tiempo. en la clse social a la que pertenecía la señorita Hartmann se da una fidelidad convencional, un amor por razones de oportunidad, y una castidad por falta de oferta y como consecuencia de un gusto complicado”

“El padre de Irene, un fabricante de aquellos tiempos en los que aún la honestidad de un hombre se medía por el tanto por ciento que obtenía de sus mercancías, perdió su fábrica por causa de los mismos reparos por los que Irene casi sacrificó su vida. No pudo decidirse a emplear mina de mala calidad, a pesar de que los consumidores no eran en absoluto exigentes. Hay un cariño misterioso y conmovedor por la calidad del producto propio, la autenticidad del cual repercute en el carácter del fabricante, una fidelidad al producto que equivale aproximadamente a patriotismo de los hombres que subordinan su propia existencia a la grandeza, la belleza y el poder de la patria. “

“El viejo señor pertenecía a aquel tiempo en el que la voluntad determinaba la calidad, y en el que se ganaba dinero con ética”

Tunda, después de haber vivido en el imperio y haber padecido la guerra se encuentra sin quererlo en la Revolución Rusa. En un principio, era algo antinatural que hiciera la revolución perteneciendo a una familia acomodada del antiguo imperio, pero por supervivencia, atraído por una mujer, Natasha, y también por la busca de otro tipo de sociedad que no cometiera los fallos del Imperio, Tunda participa de la revolución. A diferencia de Natasha que era una revolucionaria convencida, el es capaz de observar lo positivo y lo negativo de la revolución.

“Ahora el orden diario se había adueñado de esta gran muerte roja, convirtiéndola en una muerte totalmente vulgar que se deslizaba de casa en casa como un mendigo y recogía sus muertos como limosnas. Eran enterrados en ataúdes rojos y algún coro lanzaba al aire unas estrofas ante la tumba; los vivos volvían y se sentaban de nuevo en sus oficinas, hacían registros y estadísticas, solicitudes de ingreso para los nuevos miembros y juicios contra los expulsados. 

No es ningún consuelo pensar que probablemente no es posible crear un mundo nuevo sin escritorios ni plumas, sin bustos de yeso, sin escaparates con adornos revolucionarios, sin monumentos y secantinas con la cabeza de Babel por puño; no es ningún consuelo, ninguna ayuda.”

Llegará un momento en el que la revolución también le decepcionará, no le gustan los fanatismos y Natasha es una completa fanática. Se refugia en otra mujer, Alja, que es el polo opuesto de Natasha. Alja es una mujer extremadamente callada, que dará pie a Tunda a recuperar su serenidad y prepararse para el regreso al que antes había sido su mundo.

Tunda tendrá un encuentro con una mujer que viene de París. Esta le acerca a su pasado y le despierta el deseo de recuperar el mundo de la elegancia y la belleza. Así que, en ese momento, se  encontrará preparado para recuperar su nombre y volver.

Es ahí, donde aparece Roth en la ficción. el protagonista le escribe una carta comunicándole que ha regresado a lo que antes era su país.

“Querido amigo Roth: anoche, por casualidad, me enteré de tu dirección. Hace dos meses que he vuelto a mi país, aunque no sé si esta expresión e la adecuada. Do momento vivo del subsidio de paro y he presentado una solicitud para un puesto de escribiente en el Ayuntamiento de Viena.”

“Supongo que te preguntarás por qué me fui de Rusia. No sabría qué contestarte. Tampoco me avergüenzo. No creo que haya ninguna persona en el mundo que te pueda decir con la consciencia más tranquila por qué ha hecho esto o dejado de hacer lo otro. si pudiera, no sé si mañana me iría a Australia, América, China, o si volvería a Siberia a casa de mi hermano Barranowicz. Sólo sé que lo que me ha impulsado no ha sido lo que suele llamarse “desasosiego” sino, por el contrario, una completa paz. no tengo nada que perder. Ni soy valiente ni busco aventuras. me dejo llevar por el ciento y no tengo miedo a la caída.”

Recorro por lo menos tres veces al día la Ringstrasse, y también voy por la mañana al Graben cuando la gente elegante sale a pasear. Me estoy dejando barba, ya que de cualquier forma, no paso inadvertido.
Hace diez años yo formaba parte de ese público.”

Asimismo, en la carta aprovecha para hacer una crítica al sistema soviético. 

“Pero en los estados soviéticos existe un enorme sistema administrativo extendido y confuso; deliberada, artística y refinadamente confuso, dentro del cual cada individuo es un punto, mayor o menor que está en conexión con otro punto de la magnitud siguiente, sin tener idea de su significado en el conjunto. en la vida, en las calles, en las oficinas, ves esos puntos que están en una relación secreta e importante contigo, incluso en una relación muy cercana, pero ignoras cuál es esa relación, Hay algunos puntos, más elevados, que conocen todas las relaciones que te ven, en cierto modo, a vista de pájaro. Pero tú no sabes que están colocados más alto. No sabes si podrás quedarte tranquilo en tu puesto. Es posible que, de pronto, en un momento, te trasladen, pero no desde arriba, sino, por así decirlo, desde la base misma sobre la que estás. Imagínate un tablero de ajedrez en el que las figuras no están simplemente colocadas sobre él , sino hundidas en él y a mano del jugador que está sentado debajo de la mesa y las dirige desde allí.”

“Lo pero es que te observan constantemente, y no sabes quién es el que te observa. En la oficina donde trabajas hay un miembro de la policía secreta. Puede ser la mujer de la limpieza que friega el suelo todas las semanas, o el erudito profesor que está componiendo un alfabeto de la lengua tártara. Puede ser la secretaria a la que dictas, o el administrador que se ocupa del material de oficina y manda poner nuevos los cristales rotos de las ventanas. Todos te dicen lo mismo: “camarada”. Y tú a todos les llamas lo mismo: “camarada”. Pero tú ves en cada uno de ellos a un espía, y sabes que todos te toman a ti por un espía.”

“Para esa vida se necesitan nervios muy templados y una gran dosis de convicción revolucionaria, pues hay que suponer que la revolución está rodeada de enemigos y no tiene otra posibilidad de asegurar su poder que sacrificar, cuando es necesario, a cualquier individuo. Imagínate tantos años sobre un altar y sin ser sacrificado.”

En su país Tunda se encuentra extraño, todo había cambiado después de la guerra. Observa los defectos de la sociedad europea de la posguerra. Es un observador externo de la situación porque no está integrado en la sociedad y es capaz de ver errores gravísimos, que más adelante llevarán a Europa a la Segunda Guerra Mundial. Una sociedad que vive al margen de los necesitados, materialista y con graves problemas de desigualdad.

“Durante todo el tiempo se preguntaba qué diría la señora G. si a él se le ocurriera pedirle dinero. ¿Hasta qué grado le horrorizaría, primero que no tuviera dinero; segundo, que hablara de eso en su presencia; tercero, que no tuviera preocupación más importante que la de comer al día siguiente? ¡Cómo lo despreciaría! ¡Qué horrible es el dinero que no se tiene! ¡Y cuánto más horrible cuando se necesita en medio de la ciudad más bella del mundo y ante una mujer hermosa! Ser pobre para ella era lo menos viril , y no sólo para ella. En este mundo, la pobreza falta de virilidad era estupidez, cobardía y vicio.”

“El mundo estaba detrás de un cristal, como tapices antiguos y valiosos en un museo, cuya destrucción se teme.”

“Tunda advirtió que toda su experiencia no era suficiente para adquirir seguridad en un mundo que le era extraño, y de una vez comprendió la timidez de los inválidos, de esos inválidos que, en el purgatorio de la guerra, han perdido ojos, narices, orejas y piernas, y que de retorno a su país, obedecen las órdenes de una criada que les hace entrar por la puerta de servicio.”

“La deferencia con que aún hoy lo trata el criado sería semejante a la imperturbabilidad con que lo rechazaría mañana, cuando hubiera caído definitivamente, y de forma visible para todos, en la categoría de los solicitantes fracasados. No hay excepción.”

“En la mirada del señor presidente ya encontró, sin embargo, todo el cambio de su situación. Porque los poseedores, los tranquilos, los despreocupados, incluso los que están medianamente asegurados, desarrollan un instinto de defensa contra toda invasión de su mundo protegido, temen el menor contacto con alguien que les pueda pedir algo, y presienten la proximidad de la falta de recursos con la seguridad propia de los animales de la pradera ente un incendio.”


En esta obra, el personaje principal es el que ocupa casi toda la narración. El resto de personajes aparecen, algunos con cierta frecuencia y la mayoría de forma fugaz, aunque todos tienen un papel importante en la vida de Tunda. Este, como la mayoría de los personajes de Roth, se debate entre situaciones extrañas y a veces increíbles. Tan pronto se encuentra alternando en la alta sociedad como en la pobreza más absoluta.

Fuga sin fin es una novela breve que podría haber sido el origen de varias extensas novelas. Si releemos el libro siempre encontraremos algo nuevo y un sentido distinto a la vida de su protagonista. Joseph Roth consigue en esta obra plasmar una vida real que parece, en ocasiones, narrativamente poco coherente dada su “extrema realidad”. Plasma los sin sentidos que existen en toda vida y en muchas de las reacciones humanas que desgraciadamente influyen en el discurrir de la historia.

La novela está estructurada en capítulos breves lo que junto con el lenguaje que utiliza y la sintaxis consigue darle un ritmo ágil. Las descripciones son agudas y premonitorias. 

El narrador también participa como personaje en la obra y el autor juega con los cambios de narrador. Esto le imprime a la narración de la vida de Tunda un estilo de crónica periodística. Apareciendo, principalmente, de forma alterna, la tercera persona y la primera, unas veces de Tunda y otras del narrador, el Joseph Roth de la ficción.

La novela comienza en tercera persona: 

 “ El teniente del ejercito austríaco Franz Tunda cayó en poder de los rusos….”

Al principio del capítulo cuarto entra el narrador a formar parte de la novela como un cronista de los sucesos de la vida de Tunda:

”Ya he contado cómo empezó Tunda a luchar por la revolución…”

El capítulo séptimo comienza también con:

“ Ya he contado que a Tunda le gustaba…”

En el capítulo noveno por medio de la introducción de un fragmento del diario de Tunda, es él mismo el que cuenta su historia en primera persona:

“ Ayer a las diez y media de la noche, y con un retraso de tres horas, llegó el vapor Grashdanin. Yo estaba, como siempre, en el puesto, y observaba…”

En el capítulo décimo primero vuelve a estar el narrador en primera persona y por medio de una carta retoma la primera persona de Tunda:

“ A finales de abril recibí la siguiente carta de Franz Tunda: …”

“Querido amigo Roth: anoche, por causalidad, me enteré de tu dirección. Hace dos meses que he vuelto a mi país..”

En el capítulo décimo segundo vuelve  a la tercera persona y al final del capítulo vigésimo primero se recupera la primera persona de Tunda a través de sus escritos:

“Mi total inactividad, escribía en su diario, no me angustia en absoluto en esta ciudad, Y aunque trabajara todavía menos, me seguiría pareciendo que soy muy útil…”

En el capítulo vigésimo segundo retoma la primera persona del narrador:

“En aquella época yo vivía en Berlín…”

A partir del capítulo vigésimo tercero se mantiene la tercera persona omnisciente, prácticamente, hasta el final, en el que con un maestro golpe de efecto, reaparece el narrador en la última linea del penúltimo capitulo cuando dice:

“Iba con ella por las calles. En la plaza frente a la Madeleine se detuvo y miró hacia la rue Royale.

En ese momento encontré a Tunda.”

Tunda ya no pertenece a la sociedad acomodada que vive en su falsa seguridad. Ahora, vive de préstamos y trabajos temporales. Es un hombre sin objetivo, que no espera nada del destino, en un mundo al que no pertenece. Anticipándose a la historia, Roth como Tunda ven un futuro poco esperanzador, en el que predice un desastre igual o incluso peor que el que ya les ha tocado vivir. Era 1926 pero Roth veía asentarse y crecer las raíces para el nuevo desastre que él no llegó a ver.
Franz Tunda, igual que el verdadero o falso teniente Roth, ven de forma clara y lúcida el desmoronamiento de la idea de una Europa libre y tolerante que habían vivido casi como una ilusión, en una época anterior al estallido de la guerra, donde había parecido posible la integración de los judíos con los cristianos y los ateos. Era el mundo que Stefan Zweig nos describió en su Mundo de ayer y que parecía una estabilidad imposible de romper en los primeros años del siglo XX. Aunque, como se pudo ver, no fue más que un espejismo que muchos creyeron real.
En el último capítulo de la novela el narrador dice: 

“Nadie en el mundo era más superfluo que él.” 

¿Quién es Tunda?: Un ex teniente, un ex bolchevique, un ex hijo de familia acomodada y después ayudado por su hermano. Es un apátrida sin familia, sin profesión, sin dinero, sin casa y lo peor de todo sin ilusiones, ni ambiciones.

7 de enero de 2018

Clarissa – Breve apunte

La novela Clarissa de Stefan Zweig está publicada en España, como la mayoría de su obra, por la Editorial Acantilado.

Clarissa es una novela corta de la última época de Stefan Zweig. La protagonista principal es la que da título a la obra. El libro se publicó de póstumamente y es una obra inconclusa. Debido a este aspecto, el final queda abierto, aunque esto no resta interés a su obra. 

Aparentemente, se trata de una historia sencilla, de un amor que se ve interrumpido por el comienzo de la Primera Guerra Mundial, pero Clarissa es mucho más. En la novela se ve reflejada la sociedad de la época y muchas de las ideas de Stefen Zweig. 

Clarissa narra la historia de una chica austriaca desde su infancia hasta la edad adulta. Durante la infancia la protagonista vivirá en el frío ambiente de un internado en el que crece, huérfana de madre, quien muere durante el parto. Además, tiene un hermano que se educa, también en un internado y con el que Clarissa tampoco mantiene una estrecha relación.

Al abandonar el colegio de monjas, Clarissa se ve obligada a buscarse la vida y  entra a trabajar como secretaria de un psiquiatra, el profesor Silberstein. Este le ofrece la posibilidad de asistir a un congreso de psiquiatría en Lucerna y ella acepta. Clarissa llama la atención por su seriedad, su responsabilidad y por ser una persona reflexiva y eficaz, pero interiormente tiene un vacío inmenso en el mundo de los afectos.

En Lucerna conoce a Léonard y se encuentra con la consideración y el afecto que necesita y sus prioridades en la vida se ven transformados. Al finalizar el congreso Léonard le propone realizar un viaje juntos y así será.

Clarissa y Léonard viajan y disfrutan del momento sin preocuparse de la situación que se está fraguando en Europa, pero finalmente, la realidad les alcanza y se ven obligados a separarse: son los tiempos convulsos de la Europa de 1914.

Comienza la Gran Guerra y los amantes se encuentran en bandos enfrentados. El problema más importante surge cuando Clarissa descubre que está embarazada y se verá obligada a arreglar su problema de la mejor manera posible para defender a su hijo, fruto del enemigo.

A través de Clarissa y los personajes que se mueven a su alrededor y que representan distintos tipos sociales médicos, científicos, militares, etc, Stefan Zweig plasma algunas de sus ideas sobre el amor, la moral, la política y el patriotismo. 

Clarissa, como todo ser humano, se verá envuelta en situaciones que le llevarán a comportarse de manera poco coherente con su pensamiento. Estas contradicciones en las que incurre la protagonista, dejan al descubierto las íntimas reflexiones del autor sobre algunos temas de la naturaleza humana.

Su forma de escribir es honesta y también la manera de comportarse de la mayoría de los personajes de la novela, aunque las circunstancias no siempre favorecen que sean leales con su propia ideología. Esta será la carga que llevará Clarissa dentro de sí, a lo largo de toda su vida.

La obra narra la relación que mantiene Clarissa con los demás personajes: con su padre, su hermano, el profesor Silberstein;  así como sus relaciones sentimentales con Léonard y su marido.

la relación que mantiene con su padre es sentida pero muy distante. El padre era militar, muy disciplinado, patriota y responsable, que se verá en la obligación de comunicar a sus superiores la debilidad en la que creía que se encontraba el Imperio Austríaco. Por este motivo tendrá que dimitir y abandonar su puesto en el ejercito, teniéndose que desplazar a vivir a otra ciudad. Ese es el motivo por el que  Clarissa entrará a trabajar como secretaria del profesor Silberstein.  Además, el padre es un hombre incapaz de demostrar sus sentimientos. Clarissa siente que vive en un mundo muy distinto al de él.

Con su hermano apenas tiene relación y además, este fallece muy joven, en la Guerra. Ella, por supuesto, sentirá la muerte de su hermano, pero este suceso no influirá en el discurrir de su vida.

La relación con el profesor Silberstein, el psiquiatra, para el que trabaja, será una relación mezcla de amistad y sustitución del padre al que quiere pero que no ejerce  de forma ni efectiva ni afectiva estas funciones. El profesor Silberstein será la persona de máxima confianza de Clarissa y con el que siempre se sincera.

El personaje de Léonard nos muestra un francés optimista con ganas de vivir y de ideología socialista al que conoce en Lucerna durante un congreso. Su historia de amor con él se verá limitada a unos días de felicidad, durante el viaje que emprenden juntos y que se verá truncado por la Primera Guerra Mundial. Léonard pasará de ser su amante a ser parte del enemigo y por lo tanto, pasa a ser un amor imposible y este hecho condicionará toda su vida. Esta transcurrirá en aquellos años de la guerra en los que se vivía con incertidumbre e inseguridad y en los que los sentimientos se volvían aun más complicados y se mezclaban con las obligaciones patrióticas.

El socialismo  en la obra está representado por Léonard que cree en el poder de las masas:

«Los ambiciosos de este mundo están unidos, se estimulan unos a otros. Los empresarios tienen sus preocupaciones; los profesores sus congresos. Solo la gente pequeña, los silenciosos, los carentes de ambición no están unidos, y esa es la desgracia del mundo en el que vivimos.»

La obra no es una novela histórica pero sí aparece la Primera Guerra Mundial como telón de fondo y no solo como telón sino también como actor en la trama ya que será realmente la Guerra  la que desencadena el problema de Clarissa.

Educada en un profundo sentido del deber, la protagonista de la obra trabaja durante la guerra como enfermera en un hospital. Allí conoce muchos de los horrores de la guerra, en primera persona. En ese ambiente descubre que está embarazada y aquí comienza una nueva historia para Clarissa. Gracias a su carácter decidido encuentra la solución, buena o mala, para su problema. Es una solución que evita la deshonra para su familia y dará un padre a su hijo.  

lo más interesante de este obra no es tanto la historia de Clarissa sino la capacidad de Zweig para introducir en la historia todas sus obsesiones, preocupaciones, así como la descripción del panorama social e histórico de la época.

En la obra, dentro del marco de la Primera Guerra Mundial, a través de Clarissa se puede observar el papel de la mujer en la sociedad austriaca de principios del siglo XX. Un papel en el que la mujer raramente tenía opinión o libertad para poder hacer la vida que deseaban o tomar sus propias decisiones. También se observa, que el sentido del honor y la vergüenza de haber cometido un acto reprochable, para una mujer, puede llegar a condicionar toda su vida.

En la novela encontramos algunos personajes atados a estas convicciones sociales, como el padre. Otros personajes son mucho más modernos, sin prejuicios hacia la mujer, como el profesor Silberstein que no censura a Clarissa ni hace preguntas indiscretas. Ella se deja aconsejar por él.

“Escuche, hija mía, eso habrá que meditarlo bien. Me esperaba cualquier cosa salvo esto. Y quizá debería haberse preguntado por qué ha tenido tantas dudas. Antes de nada, ya sabe que no pretendo escabullirme y que quiero ayudarla; sin lugar a dudas. Es usted la persona a la que más deseo ayudar en el mundo. La cuestión es encontrar la mejor forma de hacerlo. Tenemos que hablar tan claro como sea posible. Disponemos de médicos que expedirán el certificado correspondiente. No sería el primer diagnóstico equivocado. También cuento con un amigo de confianza en una clínica que podría encargarse de la intervención, pero yo mismo la supervisaría. Ahora, con la guerra, los controles ya no son fiables. Si tiene dudas, sólo tiene que decirlo. Y sobre todo, para que no me malinterprete: sé, naturalmente, que es una intervención prohibida por la ley, pero sólo nos faltaría tener que preocuparnos por la ley en estos tiempos, cuando decenas de miles de personas son masacradas diariamente. Para mí ya no existe leyes, todo lo relacionado con el Estado ha terminado. Y lo de su padre y la deshonra tampoco me preocupa. Por Dios, esos viejos tienen setenta años, y los mayores no significan mucho, pero los jóvenes tampoco. No quiero oír hablar de honor, de infamia, de héroes ni de villanos. Todo ha empezado a tambalearse, todo tienen que abatirlo a tiros como si fueran bandidos, y el que no se atreve a disparar es considerado un traidor a la patria.”

“Cada una tenía sus propios motivos, una no tenía dinero, a la otra le faltaba el padre y alguna tenía miedo a caer enferma; siempre, incluso en épocas de prosperidad, hay un motivo por el que una mujer no quiere dar a luz, y la intervención en sí misma no es tan peligrosa: noventa y ocho casos de cada cien se resuelven sin problemas, A mí no me interesan los detalles privados ni personales, me preocupan otras cosas. Si él la ha abandonado, si está dispuesto a ayudarla, si es rico o pobre, si pretende casarse con usted o no… Son detalles secundarios. No debe dejarse llevar por los temores del principio y hacer algo de lo que pueda arrepentirse más tarde. Sé que siente el peso de la responsabilidad. “

“¿Fue un percance, una estupidez o un momento de debilidad? ¿O es el hombre al que usted habría elegido con plena convicción para que fuera el padre de su hijo, aunque algunas circunstancias fortuitas fueran desfavorables? lo fundamental es: ¿qué opina usted acerca de él? ¿Cree que lo conoce lo bastante para poder tomar esa decisión?
Clarissa agachó la cabeza.
–Sí – admitió, con voz clara y firme.
–Y, en circunstancias normales, ¿se sentiría orgullosa y feliz de estar esperando un hijo suyo?
Ella levantó la vista. Hizo memoria. Vio a Léonard de pie frente a ella, con su mirada limpia y su sonrisa amable y tranquilizadora. Miró al doctor Silberstein directamente a los ojos.
–Estoy completamente segura de eso.
De repente, el profesor adoptó una expresión muy seria.
–Entonces… entonces… –titubeó, antes de hacer una profunda inspiración, va a cometer un crimen si sacrifica a ese niño. No me refiero a una infracción de las leyes estatales, eso me trae sin cuidado. el problema es que se traicionará a sí misma. Y eso sería una estupidez, una cobardía.”

El tema aquí propuesto, es un tema muy avanzado para la época: la libre decisión de Clarissa de tener o no a su hijo. Algunos temas difíciles de tratar como el del amor, la libertad de la mujer o el del aborto, se tratan con naturalidad, atendiendo a lo que la mujer piensa y decide. Cuando se plantea la posibilidad de abortar o seguir adelante con el embarazo no se valora ni se juzga, sino que solo se plantea lo que Clarissa quiere hacer.

Otro elemento interesante del libro es el punto de vista desde el que se ve el problema de la guerra. Cuanto Clarissa conoce a Léonard este expresa sus opiniones políticas, pero cuando estalla la guerra y los amantes se ven obligados a separarse el lector sólo puede ver la guerra desde la posición femenina de Clarissa. Así que, la guerra se vive desde la intrahistoria: desde la enfermería, la escasez de alimentos, las dificultades para sobrevivir. Ahí es donde el autor aprovecha, también, para verter sus opiniones. Para Zweig la guerra la sufre todo el mundo, pero detrás de ese horror  no hay más que intereses que sólo benefician a unos pocos. Además, estos alimentan el odio en la población que lo único que sacará de ello es sufrimiento y desesperación. 

Al principio de la novela, el conflicto aún no ha estallado, pero se ve que el mundo estaba empezando a cambiar. La placidez con la que se vivía en Austria ya no era tan armoniosa como en la década anterior.  Aparecieron nuevos intelectuales con los nuevos tiempos.  Es el momento más importante para Freud y el psicoanálisis. Aparecen, también, nuevas ideas políticas. 

Sobre la democracia y el socialismo: 

“Nuestra democracia se ha extendido demasiado, y también el socialismo; han dejado de ser comunidades reales para convertirse en sistemas y organizaciones.”

Otro tema importante es el tema de la culpa, que aparece como una obsesión en casi toda su obra y que trata con intensidad en Miedo. ¿Qué es más difícil asumir la culpa y cumplir el castigo que traiga o callar y ocultar toda la vida?

«La invadió el presentimiento de que estaría sola durante muchos años. Tendría que callar, siempre callar. No podría confiar en su hermano ni en su padre»

Zweig muestra a través del sus personajes su rechazo hacia la guerra, en la que luchan los ciudadanos y en la que los que toman  decisiones  permanecen sentados en los despachos sin correr ningún riesgo. 

«Nos involucramos de lleno en las necedades que cometen nuestras naciones. En el patriotismo. ¿De qué nos sirve ser honrados y bienintencionados si encima de nosotros hay un puñado de personas que no quieren serlo?»

“El nacionalismo lo corrompe todo. Es el mal que coloca una única patria por encima de todas las demás. Nos involucramos de lleno en las necedades que comenten nuestras naciones”.


La novela, como toda la obra de Zweig, está escrita con prosa ágil y aparentemente sencilla, lo que explica que sus libros fueran superventas en su época y lo sigan siendo.  

Los temas y planteamientos que encontramos en esta obra, las encontramos también en sus otras obras, como una obsesión, pero siempre sorprendiendo al lector.  A medida que uno avanza en la lectura de este libro, tiene la sensación de haber leído algo parecido antes, como si toda su obra fuera un único libro reproducido en diferentes historias y siempre con la misma calidad literaria. 

Clarissa es una obra que nos ayuda a entender el pensamiento y las obsesiones de su autor. A través de ella comprendemos su exilio, en busca de un mundo mejor. Ese mundo mejor lo busco Zweig en Brasil.  Asimismo, la obra nos desvela, de alguna manera, cual pudo ser el razonamiento del autor que le condujo a poner fin a su vida. A Zweig, probablemente, se le hizo insoportable la idea del fin de la Europa de la libertad y la cultura convertida en la Europa del horror y la barbarie. 





6 de diciembre de 2017

Vieja Navidad – Breve apunte


La novela corta de Washington Irving, Vieja Navidad, escrita en 1820, ha sido publicada por la editorial El Paseo, en su colección El Paseo Central.

Washington Irving es un escritor norteamericano conocido en España por sus largas estancias en nuestro país, como Embajador de Estados Unidos, donde escribió sus famosos Cuentos de la Alhambra. Pero, esto le ha causado un importante perjuicio. Muchos españoles le conocen por su estancia diplomática en nuestro país y por sus Cuentos de la Alhambra pero, esta circunstancia ha eclipsado al resto de su obra y nos hemos perdido algunos de sus trabajos fundamentales.

Washington Irving es el gran escritor romántico norteamericano, junto con  Fenimore Cooper.
La Navidad es una época perfecta para tener en cuenta las tradiciones y para leer textos clásicos, sobre estas fiestas, de escritores como Dickens, Irving o Gogol.
En 1835 Dickens publicó su cuento de Navidad que producía una catarsis y llevaba al lector desde la maldad hasta la bondad a través de sus personajes imbuidos del espíritu navideño. 

En esos años la sociedad victoriana estaba inmersa en la recuperación de las viejas tradiciones navideñas, que debido a momentos de austeridad económica y social habían sufrido un paréntesis, en el que todas las tradiciones habían caído en desgracia. Desde el momento de la publicación de la obra de Dickens todas las Navidades se releía esta obra que volvía a traer el espíritu navideño. 

Pero, aunque Dickens fue el padre indiscutible de esta tradición, el propio Dickens reconoció que se había inspirado en la obra Vieja Navidad de Washington Irving. Este había publicado su obra en 1820 y en ella dejaba plasmado un espíritu navideño que, aunque de forma humorística, estaba lleno de bondad, generosidad y melancolía.  

Además de la admiración que Charles Dickens tenía por Washington Irving y en especial por esta obra, otros autores también sintieron esa misma admiración como Lord Byron, que  aseguró que había leído tantas veces la obra que se la sabía de memoria y el escritor norteamericano Henry W. Longfellow que dijo que todo lector tiene un libro que le ha fascinado en la juventud y esa lectura era para él Vieja Navidad.

La obra no se había traducido anteriormente al español y fue publicada por primera vez en España por la editorial El Paseo en 2016. 

Por otra parte, la editorial El Paseo ha publicado en el año 2017 En casa de los Bracebridge, que es una narración que transcurre durante la primavera, con los mismos personajes de Vieja Navidad. Asimismo, en 2018 tienen la intención de publicar otro libro con relatos sueltos del Sketch Book.

Washington Irving publicó una serie de relatos en torno a la familia Bracebridge en los que el autor hace un retrato de la familia tradicional inglesa y sus costumbres, siempre de forma humorística pero amable y tierna.

En Inglaterra tuvo tanto éxito la publicación de 1820, que se hizo una segunda edición en 1885 acompañada de 200 ilustraciones de Randolph Caldecott, un ilustrador clásico de época victoriana y cuyos dibujos acompañan también a la actual edición de El Paseo. 

La edición de 1885 fue la primera en la que aparecía Vieja Navidad independiente de otras obras del Sketch Book, que reúne una seria de obras de Washington Irving, todas ellas de carácter costumbrista y humorístico, que supera las 2000 páginas. The Sketch Book of Geoffrey Crayon alberga otros textos célebres del escritor estadounidense como La leyenda de Sleepy Hollow o Rick Van Winkle.

La novela narra como un viajero solitario, del que no conocemos su identidad, se encuentra con un conocido, que le invita a pasar la Navidad en su casa. De esta forma, el viajero se encontrará pasando la Navidad en familia, en la Inglaterra más tradicional, en una magnífica casa de campo y disfrutando de todo lo que allí se le ofrece. 

“Nada hay en Inglaterra que ejerza un hechizo más placentero sobre mi imaginación que la pervivencia de las costumbres festivas y los juegos rurales de antaño. Éstos y aquéllas me evocan los cuadros que mi fantasía solía pintarme en aquella mañana primaveral de la vida, cuando sólo conocía el mundo a través de los libros, y me lo figuraba tal cual lo cantaban los poetas; traen consigo además el sabor de esos amables días de otros tiempos, en los que –tal vez con igual ingenuidad– me inclino a pensar que el mundo era más hogareño, sociable y alegre que el presente.”

Vieja Navidad es una novela corta, que describe la tradición navideña de los días de Nochebuena y Navidad en cinco escenas: Navidad, La diligencia, Nochebuena, El día de Navidad y la cena de Navidad. 

En la primera de las escenas, Navidad, el autor nos pone en situación y habla en general de las costumbres y tradiciones navideñas. 

En la segunda escena el viajero anónimo cuenta su viaje en diligencia y describe el ambiente general de los pueblos por donde pasa y las gentes con las que se cruza. Además, en esta escena se va a dar el encuentro casual con su conocido inglés, Frank Bracebridge, que será el que le invitará a pasar la Navidad con su familia.

“No llevaba mucho tiempo en la fonda, cuando un carruaje de posta se detuvo frente a la puerta. Un joven caballero se apeó de él, y a la luz de las lámparas alcancé a vislumbrar una cara que me resultó familiar. Al echar el cuerpo hacia delante para poder verlo más de cerca, su mirada se trabó con la mía. No me había equivocado; era Frank Bracebridge, un joven gallardo y vivaracho, con el que una vez viajé por el continente. Nuestro encuentro fue extremadamente cordial; pues el rostro de un viejo compañero de viaje siempre aviva el recuerdo de mil escenas agradables, aventuras extrañas y excelentes anécdotas. Rememorar todo aquello en una efímera entrevista en la cocina de una posada, se nos antojaba imposible; y considerando que ninguna atadura de tiempo me retenía, pues simplemente estaba realizando una gira de observación, él insistió en que debería pasar un día o dos en la hacienda  de su padre, adonde se dirigía a pasar las fiestas, y que se encontraba a pocas millas de distancia de allí.”

Las otras tres escenas narran lo que es realmente las fiestas navideñas en una casa de campo inglesa tradicional y nos lleva a un final inesperado en el que el narrador cuenta cual ha sido su propósito al contar esta historia.

“Pero basta ya de chacharear sobre la Navidad y sus fastos; ya es hora de que ponga fin a esta verborrea mía. Me parece oír las preguntas de mis lectores más críticos: “¿Cuál es el propósito de todo esto? ¿Se volverá acaso el mundo más culto después de este discurso?”. ¡Ay! ¿No existe ya bastante conocimiento para la instrucción de la humanidad? Y de no ser así, ¿no hay miles de plumas más hábiles trabajando para su mejora? Es mucho más agradable complacer que instruir, interpretar al condiscípulo que al maestro. ¿Qué valdría, después de todo, la gota de sabiduría que yo podría arrojar al océano de la cultura? O ¿cómo puedo estar seguro de que mis deducciones son guías fiables para las opiniones de los demás? Mas al escribir para entretener, si no alcanzo mi objetivo, el único mal es mi propia decepción. Si por el contrario consigo, por una afortunada casualidad, borrar de la frente una arruga de preocupación en estos días de zozobra, o cautivar un atribulado corazón en un momento de tristeza; si logro penetrar de cuando en cuando la supurante membrana de la misantropía, sugerir una visión benévola de la naturaleza humana y reconciliar a mi lector con sus semejantes y consigo mismo, entonces no hay duda –ninguna duda–: no habré escrito esto enteramente en vano”

No debemos perder de vista que Washington Irving es un autor norteamericano pero, el relato lo narra con el mejor humor inglés. Se trata de una narración aparentemente melancólica y seria. No hay chiste fácil sino ironía oculta entre palabras amables. El autor nos presenta una Navidad llena de tradiciones, algunas de ellas muy pintorescas, llevadas hasta el extremo por el señor de la casa amante a ultranza de todas las tradiciones y viejas costumbres inglesas.

Esta breve obra está escrita en un tono humorístico y algo nostálgico por los viejos tiempos en donde las tradiciones estaban vigentes.

“Yo, por mi parte, me mantenía en continua excitación, debido a las variadas escenas de caprichosa e inocente expansión que se mostraban ante mis ojos. Era inspirador ver cómo retozaban con los ojos desorbitados, y la cálida hospitalidad estallar entre los escalofríos y tinieblas del invierno; y ver a la vejez arrojar a un lado su apatía, y sumarse a la frescura de la juvenil expansión de la alegría. Sentía también un interés especial por el espectáculo, pues consideré que estas antiguas costumbres estaban cayendo rápidamente en el olvido, y que aquélla era, tal vez, la única familia en toda Inglaterra que aún las observaba puntillosamente en su totalidad.”

Durante estas celebraciones, no pueden faltar los juegos en el cuarto de los sirvientes, ni tampoco el muérdago, el cirio pascual, la leña en la chimenea y todas las tradiciones culinarias, como por ejemplo el frumenty, que es un plato realizado a base de tortas de trigo hervido en leche y especias, algo muy tradicional en los viejos tiempos. Tampoco podía faltar el “cuenco de Wassail” o ponche caliente.

Los personajes están descritos de forma irónica y humorística pero al mismo tiempo de manera amable como corresponde a la fiesta de Navidad. 
Los personajes llegan al histrionismo llevando todas las tradiciones tan al extremo que, aunque se ve disfrutar al viajero anónimo con todo lo que allí se le ofrece, no puede dejar de expresarse con humor irónico. 
“Mi padre, debe usted saberlo, es un rematado fanático de la vieja escuela, y se enorgullece de mantener en pie los restos de la rancia hospitalidad inglesa. Es un soportable espécimen de lo que difícilmente encontrará hoy día en estado puro: el viejo caballero rural inglés; pues nuestros hombres de postín pasan tanto tiempo en la ciudad, y las modas ha penetrado tanto en el campo, que las reciamente ricas peculiaridades de la antigua vida campesina han perdido casi todas sus aristas.”
Irving pone la lupa encima de cada personaje que se ve cariñosamente ridiculizado en su exageración, tanto el señor de la casa, como el anciano Simon Bracebridge, como los sirvientes que llevan todo el ritual navideño de una forma casi teatral, así como muchos asistentes al festejo.
No obstante, el autor termina el relato con una rotunda declaración de intenciones que, aunque rompe con la parte humorística de la obra, consigue un precioso final que casi podríamos decir que contiene el espíritu navideño, aunque no de forma explícita.
Con esta novela Washington Irving pretende, también, recuperar el sentido espiritual de la Navidad y eliminar la trivialización de la fiesta.
Muchas de las tradiciones narradas por el autor han sido adoptadas por el imaginario popular, desde la calabaza famosa de Halloween hasta el muérdago o el Papá Noel de nuestro días.
Tanto gracias a Charles Dickens con sus cuentos de Navidad, como a Washington Irving, la Navidad ha llegado a todos los rincones del mundo.

Vieja Navidad es una novela que transmite la alegría y el recuerdo de la tradición, todo ello contado en un ambiente perfecto y maravilloso en la campiña inglesa.













2 de diciembre de 2017

Soldados de Salamina – Breve apunte

Soldados de Salamina – Breve apunte
Javier Cercas
Soldados de Salamina es una obra del escritor español Javier Cercas. La obra se publicó en el año 2001 y fue el primer éxito editorial de la literatura española del siglo XXI. 
El título de la novela hace referencia a la batalla de Salamina como algo remoto, la misma sensación que a los españoles del siglo XXI les produce la Guerra Civil.
Esquilo prefirió llevar al teatro la amargura de la derrota de los persas más que la alegría de la victoria de los griegos. De este hecho podría partir la idea de presentar como héroe al derrotado y viejo Miralles, que es un héroe olvidado, de uno de los acontecimientos más tristes de la Historia de España.
“Es curioso (o por lo menos me parece curiosos ahora): desde que el relato de Ferlosio despertara mi curiosidad nunca se me había ocurrido que alguno de los protagonistas de la historia pudiera estar todavía vivo, como si el hecho no hubiera ocurrido apenas sesenta años atrás, sino que fuera tan remoto como la batalla de Salamina.” pag. 41
Es una novela innovadora entre otros factores porque se encuentra en los límites entre la ficción y la realidad. 
Otro elemento innovador es la figura del autor-narrador integrada en el texto,  al menos con la implicación presentada por Cercas. No es que el personaje principal, Javier Cercas, sea exactamente la persona real Javier Cercas. No es el autor mismo, sino una representación lingüística con muchos puntos en común con el hombre de carne y hueso. Aunque su circunstancia vital no sea paralela a la del Javier Cercas real que en este momento ni había perdido a su padre, ni le había abandonado su mujer, ni realmente había decidido abandonar la escritura.
Según declara el propio Javier Cercas, en la novela, el autor y el narrador tenían que llevar el mismo nombre porque si todo el mundo como Sánchez Mazas, los Figueras, Ferlosio, Trapiello, Bolaño, etc. aparecía con su nombre real, si el protagonista no fuera Javier Cercas, todo el mecanismo literario hubiera dejado de funcionar. 
La obra está estructurada en tres capítulos distintos:
La primera parte, «Los amigos del bosque», presenta al escritor y periodista Javier Cercas, personaje, en un momento poco favorable de su vida. Había muerto su padre hacía poco, su mujer le había abandonado y él había dejado de escribir. El protagonista, escritor fracasado, está buscando una historia que le ayude a salir de una mala situación económica y anímica. Javier Cercas encontrará la historia, que le llevará a investigar más allá de la primera narración que le ofrece Rafael Sánchez Ferlosio de la historia de su padre durante la Guerra Civil.
La segunda parte, “Soldados de Salamina”, es donde se desarrolla la historia que le lleva tanto al autor como al personaje a escribir el libro. Cercas narra los acontecimientos que le sucedieron a Sánchez Mazas al final de la Guerra Civil.
La tercera parte, «Cita en Stockton», es una nueva búsqueda de otra historia diferente pero que funcione como la pieza final y fundamental que le hace falta a Javier Cercas, personaje, para terminar su libro. 
En esta tercera parte Javier Cercas, escritor, plantea al lector una pregunta de la que no da respuesta, lo que él ha llamado el punto ciego de una obra. El autor plantea un problema que no resuelve, pero que abre vías de reflexión. Cada lector hará una lectura distinta dependiendo de su experiencia vital. La pregunta que plantea esta obra es: ¿Por qué decidió el miliciano republicano salvar a Sánchez Mazas? ¿Quién era aquel miliciano? Tal vez ahí se ve el sin sentido de la guerra, en las individualidades. Quizá Sanchez Mazas y el miliciano republicano no eran mas que dos hombres que se miran a los ojos y realmente no se odian. 
Como ya hemos dicho, la novela se desarrolla en tres capítulos, pero no son tres capítulos lineales, sino que el primero y el tercero forman un marco envolvente que arropa la narración del suceso, aparentemente, principal de la obra. Este marco aporta la posibilidad de analizar un acontecimiento olvidado, desde el presente. El marco permite envolver un hecho histórico con elementos procedentes de la actualidad. De esta manera, se puede revisar el pasado desde la intrahistoria, como decía Unamuno, es decir, desde la experiencia de lo vivido por la gente corriente, fuera del discurso académico. 
Aunque, realmente, el suceso de la Guerra Civil es la excusa para tratar los temas que realmente son los principales de la novela. 
Uno de los temas principales es el tratamiento del héroe moderno. Según Carlos Yushimito del Valle, escritor peruano, en un estudio sobre el tema dice:
«decide actuar motivado por sus propias convicciones y no condicionado en cambio por un grupo colectivo»
Javier Cercas propone con esta obra una forma de mirar aquel acontecimiento de la Guerra Civil, intentando ser lo más ecuánime posible. Pero según se avanza en la lectura de la obra y con la evolución del protagonista principal, Javier Cercas, se ve que este va evolucionando y que pasa de un simple interés por escribir una historia, a implicarse personalmente en la búsqueda de un héroe moderno, que finalmente, resultará  ser Miralles. Este es el elemento principal que le faltaba a la historia y sin el que el protagonista de la obra no hubiera sido capaz de terminarla porque no le encontraba el sentido que quería darle.  
En un principio, el personaje principal no es consciente de esta carencia, sabe que le falta algo a su historia pero no es capaz de encontrar ese elemento que falta. Al libro le faltaba algo y ese algo era el por qué de ese soldado republicano que no dispara ¿Qué pensó Miralles cuando se encontró con Sánchez Mazas cara a cara y se miraron a los ojos?
Las referencias a Sánchez Mazas como provocador falangista con una oratoria incendiaria son, en cierto modo, una toma de partido y una actitud de reconocimiento hacia los héroes olvidados y desconocidos.
Otro de sus temas principales en esta obra es la búsqueda del padre. En la obra Javier Cercas, personaje, acaba de perder a su padre, y al final lo encuentra en la personaje de Miralles. 
El mismo Javier Cercas escribe:
“… al principio, Cercas ha perdido a su padre, y al final lo encuentra: quiero decir que encuentra a Miralles (el antiguo comunista superviviente a todas las batallas del que le habla Roberto Bolaño y sobre el que fábula con la posibilidad de que sea el miliciano que salvó la vida a Sánchez Mazas), que es una especie de padre simbólico o histórico, no sé, el caso es que encuentra a Miralles, y por eso, porque es el padre que perdió y ahora recupera se abraza a él. Estas simetrías son fruto de la manipulación de la realidad de la mentira, pero gracias a ellas, la novela deja de hablar de la España del año 1939 o de la Gerona del 2000, y pasa a hablar de lo que en realidad habla, y me importa. Porque la novela no habla, fundamentalmente de la Guerra Civil, aunque sea uno de sus temas y constituya un marco esencial. La novela, básicamente, habla de los héroes, de la posibilidad del heroísmo; habla de los muertos, y del hecho de que los muertos no están muertos del todo mientras haya alguien que los recuerde; habla de la búsqueda del padre, de Telémaco buscando a Ulises; habla de la inutilidad de la virtud y de la literatura como única forma de salvación personal…” (Diálogos de Salamina)
Aristóteles decía que la Poética es superior a la historia, porque, mientras la historia se ocupa de lo particular y concreto, de lo que atañe sólo a determinados hombres en determinadas circunstancias de tiempo y lugar, la literatura se ocupa de lo genera, de aquello que atañe a todos los hombres en cualquier época y circunstancia.
Por ese motivo, Javier Cercas, personaje, empieza viendo la historia como la narración de una situación remotamente acaecida durante una Guerra Civil que ya casi no se recuerda, de ahí su título, y sin embargo termina viéndolo como algo presente y actual, como algo que incumbe a todos.
También deberíamos mencionar la inclusión, en Soldados de Salamina, del artículo «Un secreto esencial», aparecido en El País en su edición para Cataluña de fecha 11 de marzo de 1999. 
Este artículo es la génesis del libro posterior y habla del paralelismo entre las historias de Antonio Machado y Rafael Sánchez Mazas, dos escritores colocados en los polos opuestos en la trágica historia de la Guerra Civil, ya que ambos escritores se colocaron en bandos opuestos y cuando Sánchez Mazas parece escapar milagrosamente de la muerte, Antonio Machado encuentra la muerte en el exilio, más o menos en la misma fecha, cuando ya había perdido la esperanza en la victoria de su bando. 
De esta manera, el artículo «Un secreto esencial» se convierte en el punto de partida de la investigación que realiza Javier Cercas, protagonista, partiendo de un artículo del Javier Cercas real. De esta manera el Javier Cercas real entra en el juego de paralelismos que utiliza en la novela como recurso.
El artículo está reproducido de forma completa a excepción de la primera palabra del texto. En Soldados de Salamina dice: «Se cumplen sesenta años de la muerte de Antonio Machado» y en el artículo original dice: «Acaban de cumplirse…» . Lo que le da al texto, con una pequeña modificación, una actualización temporal. 
En gran medida la oposición entre los dos escritores será el eje central de la novela. La exagerada polarización fue lo que llevó al país a la Guerra Civil. Estos dos escritores estaban enfrentados, sin embargo, esto podía ser  por motivos ajenos a ellos mismos.
El paralelismo entre Machado y Sánchez Mazas se convertirá en la novela en un paralelismo entre Sánchez Mazas y Miralles que acabará convirtiéndose en el héroe. 
Casualmente, Miralles es el único personaje totalmente imaginario de la novela. 
Realmente, existe un individuo que Bolaño presenta en su narración de un hombre que luchó en las dos guerras, la Guerra Civil española y la Segunda Guerra Mundial, pero que Javier Cercas, persona, transforma para que resulte la solución que buscaba para terminar su la novela.
En un  principio, Cercas real, nos presenta a Cercas personaje, como un periodista y escritor frustrado que quiere escribir y no puede y que busca una historia que encuentra y que al final la novela  le ayuda a encontrarse a sí mismo como escritor y que escribe Soldados de Salamina, el libro que estamos leyendo. Es el libro dentro de sí mismo. 
Javier Cercas, escritor real, utiliza el viaje como medio para que el protagonista, Javier Cercas encuentre su historia. En un principio viaja con Conchi a Cancún donde pone en claro sus ideas y donde decide empezar a escribir el libro. Al final de la novela, el protagonista, encontrará en el viaje a Dijon el final de su historia, la pieza clave que le faltaba a su libro.
En la novela aparece otro motivo de interés, que se repite en diversas ocasiones y que es un motivo musical: la canción Suspiros de España. La primera vez que Javier Cercas, personaje, oye la canción, la oye en la calle en Gerona interpretada por dos gitanillos, mientras esperaba a Figueras. 
“…me senté en la terraza. Nerviosamente miraba a un lado y a otro; mientras lo hacía aparecieron dos gitanos jóvenes –un hombre y una mujer–, con un teclado eléctrico, un micrófono y un altavoz, y se pusieron a tocar frente a la clientela. el hombre tocaba y la mujer cantaba. Tocaban, sobre todo, pasodobles: lo recuerdo muy Bien porque a Conchi le gustaban tanto los pasodobles que había intentado sin éxito que me inscribiera en un cursillo para aprender a bailarlos, y sobre todo porque fue la primera vez en mi vida que oí la letra de Suspiros de España, un pasodoble famosísimo del que yo ni siquiera sabía que tenía una letra.” (se incluye la letra en el texto, pag.47)
“Oyendo tocar y cantar a los gitanos pensé que ésa era la canción más triste del mundo; también, casi en secreto, que no me disgustaría bailarla algún día.” pag. 47
Esa misma canción la cantó y bailó el miliciano que salvó la vida de Sánchez Mazas, según el testimonio de Daniel Angelats.
“Pero me fijé en él, como todos mis compañeros, porque mientras nosotros paseábamos por el jardín él siempre estaba sentado en un banco y tarareando algo, canciones de moda y cosas así, y una tarde se levantó del banco y se puso a cantar Suspiros de España. ¿Lo has oído alguna vez? Claro, dijo Pere. Es el pasodoble favorito de Liliana dijo Sánchez Mazas. A mí me parece muy triste, pero a ella se le van los pies en cuanto oye cuatro notas. Lo hemos bailado tantas veces… Angelats vio que la brasa del cigarrillo de Sánchez Mazas enrojecía y se apagaba bruscamente, y luego oyó que su voz ronca y casi irónica se levantaba en un susurro y reconoció en el silencio de la moche la melodía y la letra del pasodoble, que le dieron unas ganas enormes de llorar porque le parecieron de golpe la letra y la música más tristes del mundo…” pag.119
“Que en vez de quedarse sentado en el banco, tarareando por lo bajo como siempre, aquella tarde se puso a cantar Suspiros de España en voz alta, y sonriendo y como dejándose arrastrar por una fuerza invisible se levantó y empezó a bailar por le jardín con los ojos cerrados, abrazando el fusil como si fuera una mujer…” pag. 120
Probablemente el mismo pasodoble era el que bailaba  Miralles en el camping con aquella mujer joven.
“Bolaño recordó entonces que una noche del último verano en que estuvo con Miralles, mientras hacía la primera ronda, ya de madrugada, oyó una música muy tenue que llegaba del extremo del camping, justo al lado de la valla que lo aislaba de un bosque de pinos. Más por curiosidad que para exigir que quitaran la música –sonaba tan baja que no podía estorbar el sueño de nadie–, se acercó sigilosamente y vio a una pareja bailando abrazada bajo la marquesina de una rulot. En la rulot reconoció la rulot de Miralles; la pareja, a Miralles y a Luz; en la música, un pasodoble muy triste y muy antiguo (o eso es lo que entonces le pareció a Bolaño) que muchas veces le había oído tararear entre dientes a Miralles.” pag. 160
Finalmente, este pasodoble podría ser la pieza clave para descubrir que Miralles podría ser el soldado que salvó la vida de Sánchez Mazas, aunque el no lo admitiera.
“–no le he contado una cosa –le dije a Miralles–, Sánchez Mazas conocía al soldado que le salvó. Una vez le vio bailando un pasodoble en el jardín del Collell. Solo. El pasodoble era Suspiros de España. –Miralles bajó de la acera y se arrimó al taxi, apoyó una mano grande en el cristal bajado. Yo estaba seguro de cuál iba a ser la respuesta, porque creía que Miralles no podía negarme la verdad. Casi como un ruego pregunté– : Era usted, ¿no?
Tras un instante de vacilación, Miralles sonrió ampliamente, afectuosamente, mostrando apenas su doble hilera de dientes desvencijados. Su respuesta fue:           –No”. pag. 202. 
David Trueba llevó la historia al cine. Si se quiere conocer algo más sobre esta adaptación y también los comentarios del propio autor sobre el libro se puede encontrar la obra Diálogos de Salamina editada por Luis Alegre. Trueba asegura que entendió el texto y lo orientó cinematográficamente cuando, después de varias lecturas, de documentarse exhaustivamente sobre los falangistas y la Guerra Civil, descubrió que el protagonista no era Sánchez Mazas, ni el heroico Miralles, el miliciano que le perdona la vida, sino la mirada del autor.
El escritor Mario Vargas Llosa ha dicho sobre esta novela: 
el libro es magnífico, en efecto, uno de los mejores que he leído en mucho tiempo y merecería tener innumerables lectores, en esta época en que se ha puesto de moda la literatura ligera, llamada de entretenimiento, porque así aquellos comprobarían que la literatura seria, la que se atreve a encarar los grandes temas y rehuye la facilidad, no tiene nada de aburrida, y, al contrario, es capaz también de encandilar a sus lectores, además de afectarlos de otras maneras.”
30 de noviembre de 2017

Noches blancas

Noches blancas
Noches Blancas es una novela corta de Dostoyevski en la que narra la historia, la vida de un hombre solitario con dificultades para relacionarse con los demás, especialmente con las mujeres.
De una forma absolutamente fortuita conoce a una chica que, en cierto modo, le cambia la vida, aunque la relación no llegue a realizarse. Pero como el mismo protagonista piensa, un recuerdo queda para toda la vida.
El título de la obra hace referencia a las noches de verano en el norte de Rusia, en donde amanece muy temprano y durante la anoche apenas llega a haber oscuridad total.
Este fenómeno es un fenómeno natural que sucede durante el solsticio de verano en las áreas de latitud alta, como es el caso de San Petersburgo. Las puestas de sol son tardías y los amaneceres más tempranos. Como consecuencia de esto, la oscuridad nunca es completa. Esto es conocido popularmente con el nombre de “Noches Blancas”, a las que Dostoyevski hace alusión también en El idiota.
Noches Blancas es una novela corta que habla sobre la soledad, el amor y las relaciones humanas, una breve historia que describe el dolor, la esperanza y la perdida de ella.
La obra tiene un personaje principal que es nuestro hombre solitario al que acompañará durante un breve espacio de tiempo Nástenka. En la obra aparece un antagonista al que casi no conocemos pero que finalmente saldrá vencedor frente al personaje principal.
Siguiendo la evolución del personaje principal vemos que pasa por tres fases: 
La posibilidad o virtualidad de que suceda algo que le saque de su soledad y le alegre la vida
El acontecimiento o realización cuando parece que esa situación deseada se está realizando 
El resultado, cuando nuestro protagonista se vuelve a quedar solo y vuelve a su realidad aunque con un recuerdo que anteriormente no tenía. 
Sin embargo la protagonista obtiene un resultado distinto junto al antagonista que es la realización de sus sueños. 
Dostoyevski nos pone, a través de sus personajes en contacto con el hombre y su encuentro con la realidad de su vida. En la novela la tristeza y la soledad no se plantean como estados pasajeros en la vida del hombre, sino como estados permanentes.
El protagonista debe aceptar su realidad cotidiana y sus sufrimientos. Parece que el hombre tiene un destino en la vida que no puede cambiar. Podríamos decir que en este punto Dostoyevski se acerca a Unamuno y su Del sentimiento trágico de la vida.
Para Unamuno no hay tensión si uno no sabe de manera consciente o inconsciente que su función tiene un límite, cuando tiene una intención. Lo trágico aparece cuando aparece la frustración y la insatisfacción por haber intentado realizar su objetivo y no haberlo conseguido por inalcanzable o prohibido.
Esto es lo que sucede al protagonista de la historia cuando encuentra a Nástenka y surge la esperanza que ya no tenía. Aunque el protagonista encaja la frustración con mucha resignación, esta está cargada de tristeza por no haber obtenido lo deseado. el protagonista se consolará con el recuerdo pero no habrá felicidad.
En un instante fugaz, el protagonista cree haber encontrado el calmante a su soledad que tanto había esperado. Pero después de la última noche esta ilusión se convierte en un triste amanecer que traerá el fin de esa ilusión.
El alivio para la soledad del personaje principal viene encarnado en  Nástenka, una chica con aspecto indefenso que llora en soledad asomada a la barandilla del canal.  El protagonista intenta consolarla pero ella, en un principio, desconfía. Finalmente, comienzan a hablar y el encuentro se convierte en una amistad que para él se transformará casi de inmediato en una amor sincero, aunque sería más ajustado decir, un amor idealizado por ambas partes. Él necesita el amor para paliar la soledad de su vida y ella para remplazar su otro amor que creía perdido. Al final del relato, ella estaba también ilusionada y parecía que la esperanza se cumpliría pero el destino fatal actúa y hace que en el último momento aparezca el hombre del que Nástenka estaba realmente enamorada.  Aunque, para ser rigurosos el amor que siente Nástenka por ese hombre parece haber nacido también de la necesidad de paliar su soledad.
El prometido de Nástenka, es el antagonista de la historia. Es un joven del que sabemos poca cosa. lo que sí conocemos es que es pobre y, aparentemente, buena persona y amante de la cultura. 
La obra Noches Blancas está estructurada en cuatro noches y una mañana:
Primera Noche
En esta primera noche al autor presenta al personaje protagonista que vive solo en un pequeño apartamento, en San Petersburgo.Tiene una matrona de edad avanzada con la que mantiene una comunicación muy escasa.
El protagonista pasea habitualmente por San Petersburgo y observa a las personas y los edificios de las calles que transita a diario. 
En esta primera noche, encontrará a Nástenka que llora asomada a la barandilla del canal. Se ofrece a acompañarla hasta su casa y ella le cuanta que se siente sola y triste. Cuando se despiden se citan para hablar al día siguiente pero ella le pone una condición, no quiere que él se enamore de ella.
Segunda noche
La segunda noche se produce el segundo encuentro. Los dos se cuentan cosas sobre su vida y se hacen amigos. En esta conversación se mezcla la soledad con la felicidad de haber encontrado a alguien que les escucha y les hace compañía. Al final de la segunda noche Nástenka le asegura que será su amiga.
La historia de Nástenka
En la tercera parte, Nástenka le cuenta su vida al personaje principal que hace la función de narrador. Nástenka le cuenta como conoció al hombre del que está enamoraday como empezó su relación cuando el joven comenzó a prestarle libros, entre ellos, obras de Sir Walter Scott y de Pushkin. Asimismo, Un día les invitó al teatro a ver El Barbero de Sevilla pero después tuvo que marcharse a Moscú para trabajar. Nástenka le pidió que se casase con ella pero él no puede comprometerse, ya que no tenía medios para mantenerla, pero le promete que volverá, exactamente, en un año. Durante ese año Nástenka no volvió a saber nada de él y ahora que se ha cumplido la fecha, tiene esperanzas de que este cumpla la palabra dada.
Tercera noche
El la tercera noche, el protagonista ya sabe que se ha enamorado de Nástenka. A pesar de esto le ayuda a escribir una carta al hombre del que está ella enamorada y no le cuenta nada acerca de sus sentimientos.
Mientras esperan que haya una respuesta a la carta, Nástenka pierde su esperanza y le confiesa que se siente muy cómoda con él y que le quiere tanto como amigo porque no se ha enamorado de ella. El se siente muy incomodo con esta declaración. 
Cuarta noche
El prometido Nástenka no da señales de vida y esta pierde absolutamente la esperanza de realizar su amor. Así que, le dice a nuestro protagonista que se está enamorando de él y que le gustaría que se fuera a vivir a la habitación que ella y su abuela alquilan. De esta manera ninguno de los dos volvería a estar solo. Pero, en el último momento, cuando ya se están despidiendo aparece su prometido, y aunque se queda desconcertada y realmente quiere mucho al protagonista decide irse en brazos de su prometido.
La mañana
Al siguiente día el personaje principal recibe una carta donde ella le pide disculpas y le dice que lo ama como amigo. Lo invita a formar parte de su vida, aún con su prometido presente. Él, aceptando su solitario destino, agradece sinceramente la oportunidad vivida de compartir con otra persona la felicidad efímera de unas «noches blancas». En la obra, en ese momento, el autor reflexiona sobre la posibilidad de amar libremente a otra persona, aun cuando el destino indique que no pueden estar juntos.
Como ya hemos dicho la obra transcurre a lo largo de cuatro noches y una mañana y el escenario de la historia es la ciudad de San Petersburgo. La ciudad aparece convertida casi en un personaje más. Es un escenario presentado de forma casi cinematográfica.
El narrador está en primera persona y es un narrador protagonista que como en otras obras de Dostoyevski, no tiene nombre. La obra está narrada según su perspectiva y sus reflexiones. Las emociones y pensamientos que vemos son las del narrador protagonista, a excepción de cuando cede la palabra a Nástenka para contar su historia. En ese momento aparece también el diálogo como modo de discurso.
Stefan Zweig, uno de los más grandes escritores de siglo XX, dijo que Dostoyevski era el mejor conocedor del alma humana de todos los tiempos. Esta afirmación sería absolutamente válida para esta novela corta que se editó por primera vez en 1848 y es una de las primera creaciones del literato antes de ser deportado a Siberia por cuestiones ideológicas.
Nicolai Troshinsky (Moscú, 1985). Nacido en Moscú en 1985. Estudió ilustración en Madrid y más tarde asistió a cursos intensivos con Józef Wilkon y Linda Wolfsgruber en Italia. En 2009 terminó sus estudios de realización de cine de animación en la escuela francesa «La Poudrière». Desde 2006 lleva realizando proyectos de literatura infantil y juvenil, principalmente con editoriales españolas y en ocasiones siendo también autor del texto. En 2013 realiza el cortometraje de animación Astigmatismo que le merece numerosos premios y menciones en festivales internacionales. Desde 2010 realiza también una actividad paralela como diseñador de videojuegos experimentales.
6 de noviembre de 2017

Los restos del día – Breve apunte



Kazuo Ishiguro publicó en 1989 su tercera novela: Los restos del día. Una novela muy británica, pero curiosamente escrita por un Japonés, aunque residente en las Islas Británicas desde los seis años. 

Ishiguro estaba bien considerado en los círculos literarios. Su nombre integraba la ya famosa lista de la generación Granta junto a figuras como Ian McEwan, Salman Rushdi, Martin Amis y Julian Barnes entre otros, pero fue esta tercera novela la que le catapulto a la primera línea  de las letras británicas y de la literatura mundial, con la que obtuvo el prestigioso Booker Prize. Además, gracias a su novela Los restos del día le nombraron Oficial de la Orden del Imperio Británico.

La novela está dedicada a la memoria de mistress Leonore Marshall, poetisa, novelista y activista americana nacida el 7 de septiembre de 1899 en Nueva York y fallecida el 23 de septiembre de 1971 en Doylestow,  Pensilvania, por la que Ishiguro sentía gran admiración. Desde 1975, se otorga anualmente el Premio “Leonore Marshall” de Poesía, al mejor libro de poemas escrito por un ciudadano norteamericano y publicado en el año anterior en los Estados Unidos.

Los restos del día es una novela costumbrista de la Inglaterra de la primera mitad del siglo XX, con un trasfondo político. En ella se narra la trastienda de la Segunda Guerra Mundial a través de Lord Darlington y el papel que tomará como simpatizante del Tercer Reich. 

Por aquel entonces, se celebró en esta mansión una reunión extraoficial de personalidades influyentes con el fin de intentar que se mitigasen algunos aspectos del Tratado de Versalles. 

En Darlington Hall se tomarán decisiones importantes y acudirán a las reuniones, que allí tienen lugar, figuras políticas de primer nivel.

Asimismo, se trata de una novela romántica. Existe una clara tensión amorosa entre la ex ama de llaves, a quien Stevens irá a visitar en su viaje, con la esperanza de recuperarla para la casa y tal vez algo más que no se dice de forma expresa, pero se intuye..

La novela está estructurada en ocho partes:

1- Prólogo: julio de 1956 –  Darlington Hall
2- Primer día por la noche –  Salisbury
3- Segundo día por la mañana –  Salisbury
4- Segundo día por la tarde –  Mortimer’s Pond, Dorset
5- Tercer día por la mañana –  Taunton, Somerset
6- Tercer día por la tarde –  Moscombe, cerca de Tavistock, Devon
7- Cuarto día por la tarde –  Little Compton, Cornualles
8- Sexto día por la tarde –  Weymouth

La historia comienza en el año 1956, en Inglaterra. Cuando mister Farraday,  nuevo dueño de Darlington Hall tras la muerte de Lord Darlington,  le sugiere a Stevens que podría tomarse unas vacaciones, mientras él está ausente en su país, Los Estados Unidos, y para esto le ofrece su Ford y pagarle la gasolina. 

Como Stevens no está acostumbrado a pensar en sí mismo, ni en cuestiones que no tengan que ver con el trabajo, se siente desconcertado ante la propuesta de mister Farraday. Sin embargo, no le desagrada la idea del viaje. De esta forma, sería posible que pudiera ir a visitar a miss Kenton. Después de la adquisición de Darlington Hall, por parte de mister Farraday,  la servidumbre estaba compuesta de sólo cuatro personas: demasiado poco servicio para tanto trabajo.

“Cada vez parece más probable que haga una excursión que desde hace unos días me ronda por la cabeza. La haré yo solo, en el cómodo Ford de mister Farraday. Según he planeado, me permitirá llegar hasta el oeste del país a través de los más bellos paisajes de Inglaterra y seguramente me mantendrá alejado de Darlington Hall durante al menos cinco o seis días.”

Stevens piensa en visitar miss Kenton ante la posibilidad de que ella pudiera decidir volver a Darlington Hall. Stevens mantiene alguna esperanza de que esto sea así, debido a una carta en la que miss Kenton expresa su melancolía por los años vividos allí. El mayordomo, en la carta, cree ver la infelicidad actual de miss Kenton, aunque finalmente esto no será así.

Stevens es un mayordomo que ha estado toda su vida trabajando al servicio de otros sin tomarse ni un día de descanso. Es la primera vez que se ve en la situación de poderse tomar unas vacaciones que finalmente realizará. Estas serán para Stevens un viaje de descubrimiento del paisaje inglés y de personas que conocerá en las distintas zonas de Inglaterra por las que tendrá que pasar hasta llegar a Cornualles.

Stevens será en este viaje un viejo sirviente en busca de un destino propio. Stevens intentará ocultar sus sentimientos a todas las personas con las que entablará una relación, durante esta experiencia, e incluso a sí mismo.

Casi toda la trama está formada por los recuerdos vividos en Darlington Hall cuando Lord Darlington vivía y la casa recibía personajes decisivos para la política de la primera mitad del siglo XX.

Ishiguro se sirve para la redacción de su novela del uso de flashbacks, así como constantes comentarios directamente dirigidos al lector:

“Espero que no estén pensando que soy excesivamente engreído”

“Quizá les sorprenda que una deficiencia que resultaba tan evidente se me escapara durante tiempo tiempo”

En esta obra podemos apreciar como era la vida en una mansión de la primera parte del siglo XX en Inglaterra. Nos muestra la rutina y la estructura del servicio de una casa de la posición de Darlington Hall y de las relaciones de Lord Darlington. Por la novela pasan un gran número de personajes secundarios para la obra, pero fundamentales en la historia política de la época. 

La novela está narrada en primera persona por Stevens el mayordomo, aunque su peculiaridad es que el lector sabe lo que Stevens siente y piensa, incluso aunque el mismo parece no saberlo. El autor consigue que el lector sepa más del narrador, que el propio narrador.

En esta novela, como en toda su obra, Ishiguro hace un extraordinario ejercicio de contención de sentimientos y de pensamiento.  Nada se expresará de forma explícita aunque el autor conseguirá que todo quede claro. Ishiguro es capaz de transmitir grandes emociones sin decir nada sobre sentimientos. La novela está llena de sutilezas y de cosas que se dicen sin decir.

Sólo casi al final de la obra, Stevens revela, de una manera muy sutil, sus sentimientos ante miss Kenton, ex ama de llaves  de Darlington Hall a quien en su viaje, aunque será un ligero destello que quedará apagado cuando ella le dice que ya es demasiado tarde. 

Al final del libro, Stevens se refugiará en el cumplimiento de su deber y decide mejorar la adecuación de su comportamiento al de su nuevo señor, mister Farraday.

En la obra, el autor describe la sociedad inglesa de los años cincuenta. Una sociedad muy estructurada con una diferencia de clases perfectamente definida. 

Según contó Kazuo Ishiguro a la revista Paris Review, la obra se fraguó a consecuencia de una broma que hicieron el y su mujer a un periodista que fue a entrevistarlo después de su primera novela Pálida luz en las colinas. 

Su mujer le propuso que sería divertido que se hiciera pasar por su mayordomo cuando el periodista llegara a su casa para entrevistarlo. A partir de esta broma, Ishiguro empezó a darle vueltas y a querer profundizar en la idea del mayordomo británico. 

Esto sería, en realidad,  una alegoría sobre la negación de la propia identidad, vivir la vida para servir a otros sin tener que tomar grandes decisiones y hacer el papel de observador de las grandes decisiones de otros sin tener en ellas ninguna responsabilidad, ni querer tomar conciencia de ello. 

Un ejemplo de esto podría ser el despido de las sirvientas judías. Esta decisión trastorna a miss Kenton, sin embargo Stevens acatará sin dudar la decisión por que así se lo ha ordenado su señor. No quiere tomar conciencia de dicha decisión solo acatarla. Stevens está seguro de que su señor hará lo más conveniente en cualquier situación.

Uno de los temas principales de la novela será la idea equivocada de la fidelidad. La fidelidad le lleva a Stevens a reprimir sus deseos, a negar sus propios sentimientos. Lo profesional estará siempre por encima de lo afectivo. 

Otro de los temas que surge con insistencia en la novela es la idea de la dignidad. Según la opinión de Stevens, no hay cualidad más importante para un buen mayordomo que la dignidad. Aunque al intentar describirla no queda muy claro el concepto. Intentará describir el término a través de dos anécdotas relacionadas con su padre. En la primera un mayordomo se ve en la obligación de matar a un tigre que había aparecido debajo de una mesa y borrar toda huella del suceso para que su amo no sufra molestias y lo hace, aparentemente, con la misma tranquilidad como si hubiera matado a una mosca. También, narra una historia vivida por su padre que se vio en la tesitura de tener que poner en su sitio a dos amigos borrachos de su señor porque estaban riéndose del amo. Lo más cruel de esta historia es que la dignidad no consiste en reaccionar cuando alguien se ríe de uno mismo, sino cuando lo hace de su señor.

Por lo que la dignidad consiste en la contención, anular el ego y controlar los sentimientos. Hay que ser minucioso en el cumplimiento de las labores diarias de su profesión, el objetivo de lograr la perfección en su labor.

El tema de la soledad, también está en esta obra. Volver a ver a miss Kenton, enfrenta a Stevens con su soledad. Ella ha formado una familia y tiene una vida propia. Está esperando su primer nieto y eso la llena de ilusión. Además le transmite a Stevens que aunque, realmente, hubiera preferido casarse con él, con el tiempo, ha aprendido a querer a su marido y a vuelto a casa para continuar su vida junto a él. 

Cuando miss Kenton reconoce abiertamente que hubiera gustado casarse con él, por primera vez en la novela, Stevens dice:

“Creo que no respondí inmediatamente. No me resultó fácil digerir aquellas palabras. Además, como supondrán ustedes, suscitaron en mí cierta amargura. En realidad, ¿por Qué no admitirlo?, sentí que se me partía el corazón.”

En esta frase encontramos una cierta luz de esperanza, aparece un pequeño despertar hacia una vida individual. Parece comenzar una vida en la que el también tiene su espacio, pero al no encontrar la respuesta deseada, Stevens vuelve a encerrarse en sí mismo y vuelve a refugiarse en su trabajo. 

Stevens reconoce que el pasado que ya no existe y debe adaptarse al nuevo señor con unas nuevas formas. Intentará entender el lenguaje de las bromas que utiliza el nuevo señor de Darlington Hall. 

El mundo que él amaba y en donde se sentía seguro desapareció con la muerte de Lord Darlington. 

El viaje finalmente no servirá para encontrar una vida propia, pero sí para aceptar la realidad y el deseo de adaptarse a ella como una ilusión para llenar el futuro. Seguirá siendo el mayordomo perfecto

“Cuando mañana regrese a Darlington Hall, considerando que mister Farraday aún estará ausente otra semana, empezaré a ejercitarme de nuevo con más ánimo. Así cuando mi patrón vuelva espero poder darle una grata sorpresa”.

Lo realmente importante en esta novela no está en lo que Stevens piensa y dice, sino en lo que oculta, en lo que no dice, y en las emociones que reprime constantemente.