Don Quijote de la Mancha
Capítulos del 28 al 32
Capítulos del 24 al 27
Capítulos del 20 al 23
Capítulos del 14 al 19
Capítulos del 7 al 13
Capítulos de 1 al 6
En este capítulo, Cervantes no deja de jugar con el lenguaje, como en el resto de la obra.
“No se curó el arriero destas razones (y fuera mejor que se curara, porque fuera curarse en salud; antes trabando de las correas, las arrojó gran trecho de sí”
Cervantes utiliza el verbo curar en los dos sentidos que tenía anteriormente. Utilizaba la palabra curar con el sentido de prestar atención que ya era un uso arcaico en aquella época y con el sentido de sanar.
Cuando don Quijote dice:
“Acorredme, señora mía, en esta primera afrenta que a este vuestro avasallo pecho se le ofrece: no me desfallezca en este primero trance vuestro favor y amparo.”
se sitúa en la tradición del amor cortés. El caballero amante sirve a la mujer amada, que es la señora guía y protectora del caballero.
Cervantes, en este tercer capítulo, cuenta la humorística manera que tuvo don Quijote de armarse caballero.
La importancia fundamental de este capítulo, es que don Quijote es armado caballero. Esta era una cuestión que tenía preocupado a don Quijote desde que salió de su casa, ya que este sabía que si no era armado caballero no podía ejercer la caballería de manera legítima. De esta manera, su preocupación queda solventada.
En la Edad Media, esta ceremonia era muy solemne y había que estar preparado tanto física como mentalmente para desempeñar las funciones de caballero. La ceremonia se consideraba un paso de la juventud a la madurez y se le daba un significado religioso. Por eso, don Quijote buscaba la iglesia del castillo para velar sus armas.
Don Quijote, a pesar de su edad, se sentía preparado y dispuesto para armarse caballero porque, además, en los libros de caballerías había encontrado personajes que habían sido armados caballeros a una edad avanzada, rozando prácticamente la vejez.
El problema de la ceremonia es que, el que le arma caballero, el ventero era un bellaco que no tenía poder para llevar a cabo la ceremonia armar y, además, el armado caballero, don Quijote, es un loco.
En la venta tanto el ventero como las dos rameras no intentan traer a don Quijote a la realidad sino que le siguen la corriente y se hacen pasar por caballero y doncellas.
Don Quijote había decidido, en el capítulo anterior, salir de su propia realidad para vivir otra vida con más emoción y aventura que la suya propia. En el caso del ventero y las rameras , no quieren traer a la realidad a don Quijote porque sus vidas también son aburridas y esto es una oportunidad para reírse y hacer algo diferente.
Asimismo, el ventero, como su padrino, le da una serie de consejos, que más tarde le moverán a buscarse un escudero. Asimismo, le cuenta sus aventuras como pícaro transformándolas en aventuras caballerescas y realizando un paseo por toda la geografía picaresca de la España de la época. Aquí, queda patente los conocimientos que sobre libros de caballerías tenía el ventero.
Como ya hemos dicho, tanto el ventero como las dos rameras, siguen la corriente a don Quijote en su locura pero también encontramos que, más adelante, es el narrador el que le sigue la corriente de forma humorística.
“Advertido y medroso desto el castellano, trujo luego un libro donde asentaba la paja y cebada que daba a los arrieros y con un cabo de vela que le traía un muchacho, y con las dos ya dichas doncellas, se vino adonde don Quijote estaba, al cual mandó hincar de rodillas, y, leyendo en su manual –como que decía alguna devota oración–, en mitad de la leyenda alzó la mano y diole sobre el cuello un buen golpe, y tras él, con su mesma espada un gentil espaldarazo –siempre murmurando entre dientes, como que rezaba–”
Como el padrino de la ceremonia podríamos decir que es un pícaro, esta resulta humorística.
La primera parte de la ceremonia se realiza en el corral a la luz de la luna y ante el jolgorio de todos los huéspedes de la venta, que se convierte en una escena de entremés donde además no faltarán las pedradas y los golpes. Finalmente, y a causa del revuelo, el ventero se ve en la obligación de acortar la ceremonia que la limita a la pescozada y el espaldarazo. A esto viene a añadirse la intervención de las dos rameras en la ceremonia, quitándole toda seriedad al acto.
A causa de la invalidez de la ceremonia y de la locura de don Quijote este no podrá ser realmente un caballero aunque él, que se encuentra en su mundo de irrealidad, se siente absolutamente competente para realizar sus funciones como tal.
El capítulo cuarto comienza con: “La del alba”. En este comienzo se sobreentiende la palabra hora (la hora del alba), palabra con la que termina el capítulo anterior:
“le dejó ir a la buena hora.”
Esta relación entre la última palabra del capítulo anterior y el comienzo del siguiente, parece que podría demostrar que Cervantes no se había planteado, en principio, el escribir una novela de las dimensiones del Quijote. Podría tratarse, de una novela corta sin capítulos, como las novelas ejemplares, en la que la posterior división en capítulos habría podido causar estas relaciones sintácticas entre el final de un capítulo y el comienzo del otro. Aunque algunos críticos piensan que esto es un recurso para darle fluidez a la obra y no producir un corte entre capítulos.
Aquí, don Quijote está pensando en la recomendación que le había dado su padrino de armas, cuando le recomendó que sería de gran interés tener un escudero. Don Quijote hace la primera alusión a Sancho, pero sin mencionar su nombre.
“Mas viniéndole a la memoria los consejos de su huésped cerca de las prevenciones tan necesarias que había de llevar consigo, especial la de los dineros y camisas, determinó volver a su casa y acomodarse de todo, y de un escudero, haciendo cuenta de recibir a un labrador vecino suyo, que era pobre y con hijos, pero muy a propósito para el oficio escuderil de la caballería.”
En este capítulo se desarrolla la característica que va asociada a los caballeros y a la idea de la caballería de don Quijote, su sentido de la justicia. Esto se realiza a través del incidente del apaleamiento de Andrés, donde encontramos una de las pocas ocasiones en la que realmente aparece este intento de justicia social y, además, no sólo la idea de justicia, sino también la satisfacción del propósito cumplido.
El Quijote se veía como un libro cómico, porque las acciones de los hombres no se juzgaban por su intención sino por su resultado.
En esta aventura tenemos dos factores para analizar. ¿Es justo que don Quijote le hiciera pagar al labrador el dinero que debía a Andrés? Lo que no era correcto es que Andrés estuviera atado a un árbol y le estuvieran apaleado sin poderse defender. El problema de la justicia es si, realmente, Andrés era culpable o no de lo que se le acusaba.
Como vemos la acción de don Quijote es satisfactoria para él, pero no para Andrés. Este resulta peor parado a consecuencia de la intervención de don Quijote. Esto en la época resultaba cómico y hoy en día lo veríamos como el resultado de una acción ingenua.
Sin duda, en este capítulo, don Quijote queda consagrado como Caballero, aunque el resultado no fuera el ideal. El tiene la potestad de actuar como justiciero sin tener la ley en consideración.
Cervantes no olvida aquí tampoco, jugar con el lenguaje :
“–Bien está todo eso –replicó don Quijote–; pero quédense los zapatos y las sangrías por los azotes que sin culpa le habéis dado; que si él rompió el cuero de los zapatos que vos pagaste, vos le habéis rompido el de su cuerpo; y si le sacó el barbero sangre estando enfermo, vos en sanidad se la habéis sacado.”
En esta aventura, don Quijote vuelve otra vez al amor cortés. Vuelve a colocar a su amada en lo más alto. Dulcinea es un cúmulo de perfecciones.
“–Todo el mundo se tenga, si todo el mundo no confiesa que no hay en el mundo todo doncella más hermosa que la emperatriz de La Mancha, la sin par Dulcinea del Toboso.”
Cuando don Quijote menciona, defendiendo a Dulcinea, el ámbar y la algalia se refiere a unos ungüentos utilizados en la fabricación de perfumes. En ese mismo párrafo hace referencia a los husos de Guadarrama que eran famosos por su calidad y estaban fabricados en madera de haya que nunca se torcía.
“no le mana, digo eso que decís sino ámbar y algalia entre algodones y no es tuerta ni corcovada, sino más derecha que un huso de Guadarrama.”
Otra característica del lenguaje de Cervantes, que observamos en este fragmento, es el uso de palabras del juego de cartas. Envidar el resto es apostar todo a una sola carta. En este caso se refiere a descargar toda su cólera sobre don Quijote.
“Dábanle voces sus amos que no le diese tanto y que le dejase; pero estaba ya el mozo picado y no quiso dejar el juego hasta envidar todo el resto de su cólera…”
Don Quijote lleva su locura hasta otro plano. Encontrándose apaleado y sin poderse mover, ya no sólo se siente don Quijote sino cualquier otro caballero andante reconocido. En un momento, se cree Valdovinos, Abindarráez y Reinaldos de Montalbán. Menéndez Pidal centra mucho su atención en el cariz que toma la locura de don Quijote en este capítulo y hablaba de ello, en un discurso, que leyó en 1920 en el Ateneo de Madrid, titulado “Un aspecto de la elaboración del Quijote” y que posteriormente quedó recogido en el libro De Cervantes y Lope de Vega.
Al principio de este capítulo, don Quijote parece estar decidiendo por que parcela de su locura se decide.
“Viendo, pues que en efecto no podía menearse, acordó de acogerse a su ordinario remedio , que era pensar en algún paso de sus logros y trújole su locura a la memoria aquel de Valdovinos y del marqués de Mantua, cuando Carloto le dejó herido en la montaña…”
Siempre que no le gusta su vida o la situación en la que se encuentra, don Quijote, busca una salida satisfactoria en los libros de caballerías. Estos resultan para él un manual de como debe comportarse en su nueva y más excitante vida.
Además, un poco más adelante incluye unos versos de un romance en el que se cuentan acciones caballerescas del Marqués de Mantua y su sobrino Valdovinos.
_ ¿Dónde estás, señora mía,
que no te duele mi mal?
O no lo sabes, señora,
o eres falsa y desleal.
A lo largo del Quijote, vemos que el nombre real de este hidalgo cambia varias veces. En este capítulo, aparece como Quijana. En el primer capítulo, ya nos decían que podía ser Quijana, Quejan o Quesada. Esto puede ser una intención de Cervantes de darle un sentido libre. De la misma forma, que no se acuerda del lugar de la Mancha donde vivía el hidalgo, tampoco lo sujeta a ningún árbol genealógico.
Dentro de este mismo capítulo, en un momento en el que don Quijote iba sobre su borrico tan quebrantado que apenas se sostenía en él, olvida la historia de Valdovinos y se convierte en el moro Abindarráez, cuando el Alcaide de Antequera, Rodrigo de Narváez, le prendió y llevó cautivo, en la novela morisca El Abencerraje y la hermosa Josefa.
Avanzando un poco más en la lectura, don Quijote vuelve a dar un giro a su locura y cuando el labrador le dice:
“–Mire vuestra merced, señor, pecador de mí, que yo no soy don Rodrigo de Narváez , no el marqués de Mantua, sino Pedro Alonso, su vecino; ni vuestra merced es Valdovinos, no Abindarráez, sino el honrado hidalgo del señor Quijana”
Don Quijote responde:
“–yo sé quién soy –respondió don Quijote–, y sé que puedo ser no sólo los que he dicho sino todos los doce Pares de Francia, y aun todos los nueve de la Fama, pues a todas las hazañas que ellos todos juntos y cada uno por ´si hicieron, se aventajarán las mías.”
El sabe, quizá, realmente quien es, pero quiere ser otra cosa y quiere otra vida y se siente capaz de alcanzar las más grandes hazañas.
En cuanto al lenguaje, se siguen utilizando algunos arcaísmos como malferido o feridas, que ya eran arcaicas en aquel momento pero se utilizan de forma burlesca siguiente el lenguaje utilizado por don Quijote.
“-Abran vuestras mercedes al señor Valdovinos y al señor marqués de Mantua, que viene malferido, y al señor moro Abindarráez, que trae cautivo el valeroso Rodrigo de Narváez, alcaide de Antequera”
“–Ténganse todos, que vengo malferido por la culpa de mi caballo. Llévenme a mi lecho y llámense, si fuera posible, a la sabia Urganda, que cure y cate mis feridas.”
También el narrador entra en el juego del lenguaje arcaizante y dice:
“Lleváronle luego a la cama, y, catándole las feridas, no le hallaron ninguna.”
Cuando el ama menciona a “Hurganda” hace una deformación humorística del nombre de Urganda que era la maga amiga de Amadís y que don Quijote había pedido que la llamaran para curar sus heridas.
Terminando ya la aventura de la primera salida del Quijote, termina la influencia del Entremés de los romances, anónimo y del siglo XVI, en el que un labrador, Bartolo, quería imitar a los héroes del Romancero y sale en busca de aventuras hasta que termina apaleado.
Los seis primeros capítulos de la primera parte del Quijote, podrían ser una novela independiente con trama propia y conclusión pero veremos que después tendrá secuelas que irán formando la novela en su totalidad.
A lo largo del capítulo y con la excusa de revisar la biblioteca de Alonso Quijano, se hace un repaso a la literatura de la época.
En un principio sólo se habla de las novelas de caballerías como única lectura del Quijote, pero aquí se amplía a otros géneros: la novela pastoril, la poesía heroica, y la lírica amorosa.
Además, Cervantes aprovecha para hace una crítica a algunas traducciones de obras en verso.
En este capítulo, vemos que la librería de don Quijote era extensa, más de cien volúmenes, y que muchos de ellos eran obras recientes del momento. Lo que sí vemos, es que la biblioteca era poco variada en cuanto a su temática. Alonso Quijano no parecía mostrarse interesado por los libros de picaresca, ni por los libros de historia, ni cancioneros o romanceros.
La sobrina es la que denuncia la situación y como si fuera un tribunal inquisitorial, el cura y el barbero, pero particularmente el cura es el que decide los libros que se salvan y los que se queman. Todo el proceso se llevará a cabo de una manera burlesca.
Finalmente, tampoco son tan duros en la condena de los libros. de los veintinueve títulos que se le presentan solo condena a trece y absuelve a otros trece incluidos tres libros de caballerías (el Amadís, el Palmerín y el Tirante). Además salvan tres de pastores (la Diana enamorada de Gil Polo, El pastor de Fílida y Los diez libros de fortuna de amor). También salvan siete de poesía entre los que se encuentra La Galatea del propio Cervantes.
Este juicio sobre los libros de la época, vas más allá de lo que se atrevió a hacer la inquisición que no se decidió a prohibir los libros de caballerías. Tampoco los censores reales pudieron impedir su exportación a América.
A través de las opiniones y críticas que realiza el cura sobre los libros de don Quijote, Cervantes aprovecha a expresar sus opiniones sobre la literatura de la época, aunque no podemos identificar en su totalidad dichas opiniones con las de Cervantes y tampoco podemos confundir al autor con el personaje. Lo que sí queda patente en este y otros capítulos es la importancia que tienen los libros dentro del Quijote.
Finalmente, deberíamos hacer una mención sobre la importancia de la inclusión de La Galatea dentro de las obras que forman la biblioteca de don Quijote, así como de su autor, Cervantes. El cura es el que introduce a Cervantes en la obra y dice que es su amigo convirtiendo así al autor en un personaje real y de ficción al mismo tiempo y consiguiendo, de esta manera, darle a la obra sensación de realidad.
Con este capítulo se da por finalizada la primera parte del Quijote, aunque realmente la salida termina en el capítulo anterior.
¿Por qué queremos leer el Quijote?
Cuando nos planteamos emprender la lectura de una obra tan extensa como el Quijote debemos valorar si realmente nos merece la pena acometer dicha tarea. Debemos sopesar si el tiempo que vamos a invertir en ello nos resultará productivo en algún sentido.
Mi deseo, con esta breve introducción, es daros algunas razones por las que creo que la lectura de esta obra puede resultar de interés y satisfacción para cualquiera.
La razón fundamental deberá ser el placer de su lectura. El Quijote es una obra divertida, entretenida y variada, que además incluye otros géneros literarios como: poemas, cuentos, reflexiones, etc. También ofrece la posibilidad de conocer la sociedad de la época en todas sus facetas: la vida picaresca, la libertad, las costumbres, creencias, ideologías, el ambiente cultural, la justicia, la Inquisición, la incompetencia de los gobernantes, etc.
Otra de las razones, por las que puede interesarnos su lectura, es el hecho de que la obra de Cervantes se puede considerar un punto de partida básico para otros escritores, tanto novelistas como críticos, desde el siglo XVIII hasta nuestros días.
Durante el Romanticismo, los escritores alemanes descubren un Quijote romántico, que representa la lucha del espíritu humano que busca alcanzar una vida plena y mejor, una vida ideal.
También, se puede apreciar la influencia del Quijote en la novela realista, en especial en la novela rusa, en obras como Crimen y castigo o los Hermanos Karamazov.
En España, hemos renovado durante el siglo XX nuestra pasión por el Quijote. Esto vino impulsado gracias a la obra de Unamuno, Vida de don Quijote y Sancho, que toma al Quijote como símbolo del espíritu español.
Asimismo, durante el siglo XX, influyó en escritores como Luis Martín Santos o Luis Landero entre otros. Estos autores se vieron atraídos por la modernidad de su estructura, por su utilización del tiempo y en definitiva, por el tratamiento de la eterna idea del intento de ser otro del que se es y la incomprensión de los que están alrededor. En el Quijote encontramos este tema con un tratamiento nunca superado.
Según nos dice Harold Bloom, Cervantes y Shakespeare comparten la supremacía entre todos los escritores occidentales desde el Renacimiento hasta ahora. Las personalidades ficticias de los últimos cuatro siglos son Cervantinas o Shakesperianas y más frecuentemente una mezcla de ambas. Además, Bloom considera a Cervantes y Shakespeare como los modelos de la sabiduría en la literatura moderna.
La lectura del Quijote es una aventura, que a cada persona le ofrece una cara diferente. Los críticos coinciden en la opinión de que el Quijote permite infinitas lecturas y cada vez que se realiza una, se obtiene una visión diferente. Incluso a veces, llegando a ser opuesta a las anteriores visiones.
En conclusión, si nos decidimos a emprender la lectura de esta amplia obra, cada lector vivirá su aventura y todos juntos podremos obtener algunas de las distintas lecturas posibles.
¿A que nos vamos a enfrentar?
Algunas pinceladas que pueden ayudar en la lectura del Quijote
El Quijote se organiza en dos partes, que abarcan tres salidas con diferente extensión. Las dos partes tienen prólogo y sucesivos capítulos. En la primera parte se narran las dos primeras salidas y consta de 52 capítulos. La segunda cuenta la tercera salida y esta formada por 74 capítulos.
Ambas partes mantienen un paralelismo. Tras unos capítulos introductorios, al protagonista le suceden una serie de aventuras. En un momento dado, Don Quijote llega a algún lugar en donde sucede algún hecho literario. Al final de las tres salidas, Don Quijote vuelve a casa derrotado y desengañado.
Entre las dos partes, existen algunas diferencias. La primera, está escrita con mayor espontaneidad, en ella las aventuras suceden sin un plan aparente. En la segunda, todo parece suceder según un plan trazado. Además, en esta segunda parte, cerca del final, hay una serie de capítulos que hablan sobre el Quijote de Avellaneda. Este Quijote es apócrifo y apareció publicado en 1614, firmado con el seudónimo de Alonso Fernández de Avellaneda. Esta obra era, literariamente, muy inferior a la de Cervantes. Además, hace una sátira del verdadero Quijote y revela la indignación que la publicación de la primera parte había causado en algunos círculos literarios. Así que, Cervantes tiene la oportunidad de replicar a este Quijote “impostor” en su segunda parte.
En la obra se presentan elementos característicos de la narrativa de la época inmediatamente anterior, especialmente de los libros de caballerías. Algunos de estos elementos son: El amor cortés, en el que el caballero se siente ligado a su dama, de tal forma que de ella recibe la fuerza para emprender sus actuaciones. Asimismo, utiliza algunos elementos como los molinos de viento o el barco encantado, típicos de la narrativa del XVI. Otro tema, también característico, era el tratamiento de la locura.
A pesar de todas estas coincidencias con la literatura de su tiempo y del inmediatamente anterior, Cervantes introdujo elementos novedosos en su narrativa. El protagonista es un personaje mayor frente a los caballeros andantes vigorosos de los libros de caballerías. Estos libros ofrecían un mundo idealizado, mientras que Cervantes utiliza para su obra la realidad más inmediata. Aunque, utiliza en numerosas ocasiones las transformación de la realidad, pero no con un mundo ideal, sino con un mundo ficticio.
El tema del Quijote es la vida humana. Durante esa vida hay momentos de realidad, sueño, amor, inquietud, dudas existenciales, etc. Por este motivo, la obra no pasa de moda. Los temas son eternos y el tratamiento muy moderno. Para esto, Cervantes se sirve de la España de principios del XVII. Así que, en ella, aparecen una gama de tipos sociales típicos del momento: pastores, campesinos, venteros, mozas, estudiantes, hidalgos, clérigos, bandoleros, nobles, moriscos, cómicos, etc.
Algunos de los muchos temas de la obra son: la locura de Don Quijote, su sentido de la justicia, el amor por Dulcinea, Su relación con Sancho, la necesidad de diálogo como consuelo, la inocencia de los personajes principales, la ficción dentro de la ficción, el camino hacia la cordura, el ansia de libertad, la relación entre Sancho y Teresa, el regreso y muerte de Don Quijote, etc.
Prólogo
Espero que estéis muy animadas con nuestro proyecto de lectura del Quijote. Imagino que habréis empezado o iréis a empezar por el prólogo. Si alguna de vosotras ha leído otras obras de la época verá que el prólogo del Quijote es absolutamente diferente a los que se escribían entonces, especialmente a los de Lope de Vega.
Era costumbre, en aquel momento, que los prólogos de las obras de cierta importancia incluyeran alabanzas a la obra y al autor, explicaciones sobre lo que se iba a leer y, además, una serie de citas clásicas y poemas escritos por personas de importancia tanto social como literaria, a modo de recomendación de la obra.
Sabemos que el prólogo del Quijote fue escrito en 1604, después de haber terminado de escribir el libro y por lo tanto de tener una visión de conjunto de lo que era el personaje y la novela.
Lo primero que llama la atención al comienzo del prólogo es su forma de dirigirse a quien lo está leyendo:
“Desocupado lector”
Según nos dice Francisco Rico: “El epíteto escoge un lector libre, libre en cuanto lector; pero no sólo: libre también de prejuicios preceptistas y de los cánones dominantes; un lector, digamos, no elitista, pero distinto “del antiguo legislador que llaman vulgo”
El primer elemento que diferencia al Quijote de los otros libros del momento, es que el prólogo está escrito por el mismo Cervantes y, además, incluye una conversación con un amigo imaginario. Con esta figura del amigo imaginario, Cervantes consigue dar importancia a la obra y hablar de su obra como escritor, pero con una velo de falsa modestia. Asimismo, por medio de este amigo imaginario, consigue transmitir al lector la intención de la novela.
En la primera parte del prólogo, Cervantes hace mención a la cárcel como el lugar donde empezó a fraguarse el personaje de don Quijote. No sabemos si se refiere a que Cervantes inició su obra durante su estancia en la cárcel de Sevilla en 1597 o habla de cárcel en sentido figurado, aludiendo a la falta de libertades en la sociedad de la época y se muestra también diferente a los otros autores ya que había fraguado su obra en una cárcel, lugar opuesto al locus amoenus, tópico literario de lugar placentero, donde escribían y se fraguaban las obras de otros afamados autores. Esta circunstancia se opone también al personaje creado. Un personaje humorístico y fantasioso.
Por este motivo y con la técnica de introducir un interlocutor, Cervantes da a su prólogo una estructura dialogada que le sirve para dar a entender que su personaje es ya conocido incluso antes de haberlo creado. Nos quiere producir la ilusión de que el Quijote es ya un personaje famoso, conocido por sus andanzas y que otros autores lo habían tomado como centro de sus crónicas.
“Aunque parezco padre, soy padrastro de don Quijote”.
Esto podría hacer referencia a que el autentico cronista de las andanzas de don Quijote era Cide Hamete Benegeli, un historiador árabe.
En el momento en el que Cervantes introduce al amigo imaginario en el texto, cambia del estilo indirecto al directo y centra el prólogo en sí mismo. Cervantes quiere reseñar que el es un escritor, aunque desde la publicación de la Galatea en 1585, veinte años antes, no había publicado nada. Cervantes tiene absoluta conciencia de su realidad como escritor. Cuando se publica la primera parte del Quijote, tenía 57 años.
Más adelante, Cervantes en su prólogo dice:
“En fin, señor y amigo mío –proseguí–, yo determino que el señor don Quijote se quede sepultado en sus archivos en La Mancha, hasta que el cielo de pare quien le adorne de tantas cosas como le faltan, porque yo me hallo incapaz de remediarlas, por mi insuficiencia y pocas letras, y porque naturalmente soy poltrón y perezoso de andarme buscando autores que digan lo que yo me sé decir sin ellos.”
Aquí, Cervantes vuelve a hacer uso de la falsa modestia y por medio de la ironía quiere dejar patente la novedad de su obra frente a otras de otros autores de la época, especialmente las de Lope de Vega.
Cervantes crítica en el prólogo a algunos autores del momento, que introducían citas eruditas y poemas laudatorios. Estos autores querían ganarse un prestigio demostrando a sus lectores su altura y su profundidad cultural. Cervantes también utiliza estos elementos, pero siempre de forma irónica.
“De todo esto ha de carecer mi libro, porque ni tengo qué contar en el margen, ni qué anotar en el fin, ni menos sé qué autores sigo en él, para ponerlos al principio, como hacen todos, por las letras del ABC, comenzando en Aristóteles y acabando en Xenofonte y en Zoilo o Zeuxis, aunque fue maldiciente el uno y pintor el otro.”
En este mismo sentido, se burla de la pedantería e introduce unas citas en latín:
“Non bene pro toto libertas venditur auro”/ ”No hay bastante oro para pagar la libertad”
“Pallida mors aequo pulsat pede pauperum tabernas, Regumque turres” / “La pálida muerte bate con igual pie las chozas de los pobres y las torres de los reyes”
“Donec eris felix, multos numerabis amicos, Tempora si fuerint nubila, solus eris” / “Mientras seas feliz tendrás muchos amigos; si los tiempos fueren difíciles, estarás solo”
La primera cita es de las fábulas esópicas del siglo XII, aunque Cervantes menciona a Horacio como autor de la misma. La segunda es de las Odas de Horacio del siglo I a. de C. y la tercera es una cita de Ovidio del siglo I a. de C., aunque Cervantes a modo de burla la atribuye a Catón.
Más adelante, continúa con su burla al citar datos conocidos por todos, como si fueran datos eruditos.
“El río Tajo fue así dicho por un rey de las Españas; tiene su nacimiento en tal lugar y muere en el mar Océano, besando los muros de la famosa ciudad de Lisboa, y es opinión que tiene las arenas de oro, etc.”
Y continua haciendo ironía al hablar del obispo de Mondoñedo, que escribe sobre rameras y además este utiliza profusamente la falsa erudición.
En el prólogo, Cervantes, también habla de los libros de caballerías. Siempre se ha dicho que el Quijote es un libro escrito para acabar con las novelas de este genero, pero realmente, era un género ya decadente, que había conocido su auge casi un siglo antes con la publicación del Amadís de Gaula en 1508.
Javier Marías defiende la tesis contraria: “¿No puede ser que en su Prólogo Cervantes mencione como su propósito aquello que puede resultar más ridículo, mas innecesario, más superfluo (luchar contra un enemigo ya derrotado), como una gran broma más, como una manera más de rebajar irónicamente la obra, del mismo modo en que califica su obra de “ajena de invención, menguada de estilo”, etc., lo opuesto a lo que el Quijote es?
Al final del prólogo, Cervantes parece haber terminado su diálogo con el amigo imaginario. Asimismo, parece haber superado sus miedos y aprensiones.
En ese momento, vuelve a dirigirse al lector, esta vez como “lector suave”, ofreciéndole la historia de don Quijote de la Mancha, que aparece aquí unido por primera vez al de Sancho, su escudero fiel. Dando ya, desde este momento, la idea de dualidad de la obra de la pareja que encarna dos formas de ser, en principio opuestas, el soñador y el realista.
Como dice Angel Basante:
“Este prólogo constituye una magistral combinación de ironía, reticencia y arrogancia. Destaca especialmente la invención del amigo imaginario, que desempeña varias funciones a la vez: hacer posible la reflexión sobre el prólogo mismo y sobre la obra desde perspectivas diferentes, criticar hábito literarios de la época, aludir con intención satírica a figuras consagradas (Lope de Vega) y resolver al mismo tiempo el problema de escribir el prólogo”
El prólogo, realmente, se va construyendo a los ojos del lector. Casi podemos ver paso a paso, en directo, las decisiones que va tomado el autor y como lo va construyendo.