Estambul – Breve apunte

6 de julio de 2018

Estambul, Ciudad y Recuerdos es una obra escrita en el 2003 por el escritor turco Orhan Pamuk. 
 
La obra se divide en treinta y siete capítulos en los que Pamuk va narrando los recuerdos de su casa, de su familia, de la escuela, de su primer amor, de la ciudad, de las calles que recorre con su cámara y de sus primeras pinturas realizadas con placer.
 
En esta obra, Pamuk recuerda su vida desde la primera infancia hasta los veinte años. Pero, no se puede considerar esta obra como una autobiografía, ni tampoco como una novela. Es una obra que está fuera de cualquier género. En ella, a sus recuerdos y a su vida, le añade un personaje principal e imprescindible que es la propia ciudad de Estambul, con todo lo que ella contiene y ofrece. Así que, tampoco podríamos considerarlo como un libro de historia sobre Estambul.
 
La obra comienza con el capítulo de su infancia, donde Pamuk habla sobre su especial familia y su vida en los apartamentos Pamuk, en el centro de la ciudad. 
 
El autor narra que fue entonces cuando tomó conciencia de que vivía en un espacio plagado de melancolía, que estaba cargado de los recuerdos de un pasado glorioso y que intentaba llegar a la modernidad occidental.
 
Pamuk no ofrece una imagen idílica de la ciudad, aunque si hace una declaración de amor hacia ella. El autor sigue viviendo en Estambul y dice que lo especial es haber permanecido cincuenta años en el misma ciudad, incluso en la misma casa. 
 
El autor siente y expresa de forma clara la dependencia que tiene de su ciudad y de su casa y se identifica de tal manera con ellas que declara que el destino de la ciudad es el suyo y que es la ciudad de Estambul la que ha forjado su carácter.
 
La identificación del autor y su ciudad es casi absoluta. Es la tolerancia y la melancolía, es la amargura y la alegría y el colorido, es oriente y occidente.
 
En realidad, Pamuk sentía la necesidad de expresar de alguna manera, todo lo que crecía en su interior. 
 
En un primer momento, lo intenta a través de la pintura. En sus años más infantiles, esta vía de expresión le resultaba satisfactoria y suficiente. Pero, a medida que pasan los años, Pamuk se da cuenta de que la pintura no es la forma de expresión idónea para él. Por este motivo, a los veinte años decide abandonar la pintura para dedicarse a la escritura.
 
“Un tiempo después de empezar la escuela, descubrí que pintar me proporcionaba un gran placer. Pero puede resultar un tanto equívoco usar el verbo descubrir en el sentido de encontrar algo que ya estaba ahí pero que ignorábamos que estuviera, como en el caso del descubrimiento de América. Dentro de mí tenía el talento y la afición por la pintura pero aún no los había desenterrado cuanto empecé la escuela. Sería más correcto decir que fue un invento la disposición espiritual y la capacidad que llamamos talento. Porque no existía tal cosa.”
La necesidad de profundizar en el alma de su ciudad es vital. Durante muchos tiempo, se dedicó a pintar. Sus padres entendieron esa necesidad o simplemente pensaron que necesitaba un espacio para desarrollar su pintura y le dejaron un piso que utilizaban como trastero, para que Pamuk instalara allí su estudio de pintor. 
 
Desde muy joven, paseaba por las calles y barrios de Estambul haciendo fotografías, que posteriormente plasmaba en sus cuadros. 
 
La influencia del arte francés es evidente en los ambientes culturales de Estambul de mediados del siglo XX. Los escritores franceses visitan y escriben sobre la ciudad. También los pintores  como Melling se interesaron por esta ciudad y este pintor realizó una obra titulada “Un viaje pintoresco por Estambul y las riberas del Bósforo. 
 
Pamuk en su estilo pictórico seguía a Dufy y a los impresionistas, con un estilo algo naif. 
 
El tema de su pintura, era su casa y su familia o la ciudad de Estambul, porque sentía fascinación por sus calles; por el Bósforo; por las ruinas de sus antiguos palacios, mezquitas, etc; por su historia imperial; por la mezcla de habitantes de su ciudad que mostraba los contrastes entre los barrios ricos, mucho más occidentalizados  y los barrios pobres, que seguían conservando las costumbres orientales.
 
Pamuk comienza a estudiar arquitectura, siguiendo los deseos de su familia. Cuando llevaba tres años estudiando decidió dejarlo, porque comprendió que él nunca iba a dedicarse a la arquitectura.
 
Pamuk, había nacido artista y necesitaba canalizar ese ímpetu artístico. Finalmente, no fue la pintura, fue la escritura.
 
En la primera parte cuando habla de su primera infancia, Pamuk habla del interior de su casa y de lo que pasaba también por su interior, así como de la relación con su hermano. 
 
Más adelante, durante la adolescencia, comienza su vida de caminante y observador de su ciudad.
 
Pamuk narra sus recuerdos de forma trepidante, están vividos con intensidad. Asimismo, realiza unos detallados retratos psicológicos de sus padres, su abuela y su hermano, así como de su primera amor. 
 
“La multitudinaria familia del edificio Pamuk era dispersa y fragmentad, y en las concurridas comidas surgía de cada boca una opinión distinta. La familia parecía unida de forma automática por el cariño y la necesidad de compañía, de conversación y de ser multitud, y por costumbres y normas que nadie discutía, como que nadie se peleara a las horas de la comida y de la radio. En casa, mi padre no era en absoluto un centro de poder y autoridad, sino alguien a quien se veía poco y que de vez en cuanto desaparecía. Y, lo más importante, a mi hermano y a mí jamás nos reñía, no siquiera fruncía el ceño aunque hiciéramos algo que le disgustaba. Mi padre realmente se merecía la frase que usaba cuando años más tarde nos presentaba a sus amigos: Estos son mis hermanos pequeños. Por eso en casa solo reconocí como autoridad a mi madre. Pero su poder sobe mí no procedía de algo exterior, de ser un centro de poder ajeno, sino de mi propio deseo de gustar, de ser querido y acariciado.”
 
Es muy interesante, la idea del doble que le persigue durante toda la infancia y que hará realidad en su libro El castillo blanco. Este doble puede tener distintos simbolismos. Puede ser la búsqueda de una vida mejor o más estable de la que tenía en su casa; puede ser la necesidad interior de llegar a ser otro mejor; También, podría representar el miedo a encontrarse con alguien tan parecido a él que pudiera arrebatarle su vida. 
 
Además, resulta muy interesante, la relación con su hermano. Existe una rivalidad, muy masculina, por destacar, mucho más acusada en el hermano. Realmente a Orhan, había muchas veces, que le resultaba más agradable la derrota, eso le producía un sentimiento de tristeza y melancolía con el que se sentía muy identificado.
 
El hermano estaba completamente inmerso en los nuevos tiempos. Le apasionaba todo lo que tenía que ver con la técnica y las matemáticas, así que se fue a estudiar a Estados Unidos y Orhan se quedó sólo con sus padres y particularmente con su madre. 
 
Pero, todos esos recuerdos y retratos son una de las dos caras de la misma moneda, donde se encuentra la ciudad de Estambul.

En esta obra, como ya hemos mencionado anteriormente, no se puede desligar la ciudad, de los recuerdos. 
 
En el libro el autor narra como en Estambul los monumentos históricos no se protegen como en otras ciudades Europeas, sino que se vive entre ellos, muchos de ellos en estado ruinoso. 
 
“Porque  el mejor atajo para desprenderse de la amargura que provoca ser lo que queda de un poderoso imperio consiste en ignorar los monumentos y no prestar atención a los nombres de los edificios ni a las características arquitectónicas que los diferencian. Eso es lo que hacen los estambulíes ayudados por la pobreza y la ignorancia. Por ejemplo, dejan totalmente de lado la idea de Historia y tratan esos monumentos como si se hubieran levantado hoy mismo, arrancando piedras de las murallas de la ciudad para usarlas en sus construcciones y pretenden restaurarlas utilizando hormigón.”
 
“Otra manera de olvidar es plantar en lugar de lo derruido o quemado un bloque de pisos occidental y modernos.”
 
“Todo ese desinterés y toda esa destrucción acaban por incrementar la sensación de amargura, añadiéndole además un toque de dejadez y miseria.”
 
Según la visión que tiene Pamuk sobre Estambul, en la ciudad se vive la amargura
 
“Llega un momento en que, mires donde mires, la sensación de amargura se hace tan patente en la gente y en los paisajes como la bruma que comienza a moverse poco a poco en las aguas del Bósforo las frías noches de invierno cuando de repente sale el sol”.

Esta amargura, según la visión del autor, es la melancolía unida al sentimiento de querer que se haga justicia y a la esperanza de que ocurra algún acontecimiento extraordinario.

“Para comprender los orígenes de la profunda amargura que despertaba en mí el Estambul de mi infancia hay que acudir por un lado a la Historia, a los resultados del desplome del Imperio otomano, y por otro a la manera en que se ha reflejado en los hermosos paisajes de la ciudad y en su gente.”

“En Estambul, la amargura es tanto un importante sentimiento de la música local y un término fundamental de la poesía como una manera de ver la vida, una actitud mental y lo que supone el material que hace a la ciudad ser lo que es. Como contiene todas esas particularidades al mismo tiempo, es un estado espiritual que la ciudad ha hecho orgullosamente suyo, o que aparenta hacerlo. Por esa razón es un sentimiento que se considera tanto negativo como positivo.”
 
En la obra, como vemos, el autor intenta reflexionar sobre la amargura de la ciudad y por eso habla también de la visión de los occidentales. Habla de los escritores que han escrito sobre su ciudad, principalmente de los escritores franceses del XIX como Nerval Flaubert, Gautier. Además, de otros escritores como Edmondo de Amicis, Hans Christian Andersen, Charles Baudelaire, Eugène Delacroix y él desea, también, tener su propia visión extranjera de la ciudad.
 
Hasta el XIX, apenas hubo escritores turcos que escribieran sobre Estambul. Estos escritores intentaron dar una idea diferente dede la ciudad, desde dentro, pero la mayoría estaban occidentalizados, así que también estaban en parte fascinados por su propia historia y esplendor, así como por las antiguas costumbres.
 
“La occidentalización nos ha dado a mí y a millones de estambulíes el placer de encontrar exótico nuestro propio pasado”
 
El más llamativo de estos escritores turcos, del que Pamuk hace un retrato y un análisis es Koçu. Autor de la increíble e inacabada Enciclopedia de Estambul. Pamuk también habla de Yahya Kemal, Ahmet Hamdi Tanpinar y sus descripciones de Estambul en su libro cinco ciudades y de su obra Paz, así como del novelista y escritor de memorias Abdülhak Sinasi Hisar.
 
“La poesía moderna turca posterior a la República también se ha abrazado a la amargura con el mismo punto de vista, viéndola como un destino inevitable y como un sentimiento capaz de liberar el alma humana dándole profundidad. Este sentimiento es también una especie de ventana cubierta de vaho entre el poeta y la vida. la imagen amarga de la vida es para el poeta más atractiva que la vida misma.”

“El problema de tantos escritores y poetas de Estambul que por una lado comparten la amargura con toda la ciudad y por otro, como Tanpinar, se han formado un gusto por la lectura y sienten pasión por la cultura occidental y el deseo de ser modernos, es más complejo y más triste. Se encuentra entre la sensación de comunidad, que les permite saborear la amargura, y la soledad racionalista, como Montaigne, o emocional, como Thoreau, que han aprendido de los libros occidentales que han leído.”
 
Pamuk narra, también, como la historia y la política han influido en los escritores turcos.
 
“Otro desafío para ellos fue el nacionalismo turco, primero se basó en el desplome de Imperio otomano y el peligro de convertirse en colonia de Occidente, y luego en la propia República de Turquía.”

“muchos elementos turísticos, como los harenes, los monasterios de derviches o los sultanes, desaparecieron junto con las casas de madera, y en que el lugar del imperio otomano lo ocupó la pequeña República de Turquía, que imitaba a Occidente. En 1985, a finales de esa época en que nadie venía a Estambul ni escribía sobre ella y en que la prensa local entrevistaba a cualquier extranjero que viniera la hotel Hilton, el poeta ruso-norteamericano Joseph Brodsky publicó en el New Yorker una largo artículo titulado Huida de Bizancio.”

“El Estambul de mi infancia y mi juventud era un lugar que iba pediendo a toda velocidad su configuración cosmopolita. En 1852, cien años antes de mi nacimiento, Gautier, después de observar como tantos viajeros antes que él que en las calles de Estambul se hablaba turco, griego, armenio, italiano, francés e inglés (y debería haber añadido ladino que se usaba más que estos dos últimos) y que en aquella torre de Babel mucha gente sabía varias de aquellas lenguas, se avergüenza un poco de hablar solo francés, como la mayoría de los franceses. El que la conquista prosiguiera después de la fundación de la República de Turquía, la violencia de la turquización de Estambul  el hecho de que el Estado provocara una especie de limpieza étnica en la ciudad restaron presencia a todas aquellas lenguas.  En mis recuerdos de infancia queda como parte de aquella limpieza cultural la manera en que se callaba a los que por la calle hablaban en voz alta griego o armenio (la verdad es que por aquel entonces no se veían por ahí a demasiados kurdo ni se oía su lengua): ¡Cuidado, habla turco! También había letreros por todos lados con el mismo mensaje”
 
También deja ver algunos de los problemas actuales de la ciudad

“El que Estambul esté dividida entre la cultura tradicional y la occidental, y entre una minoría inmensamente rica y los suburbios, donde viven millones de pobres, y el que permanezca constantemente abierta a una inmigración permanente, ha provocado que en los últimos ciento cincuenta años nadie sienta la ciudad como su verdadero hogar”
 
Como en toda su obra Pamuk expresa sus ideas con valentía y habla de la política y de la religión, así como de la cantidad de lenguas distintas que se hablaban en Estambul y que hoy en día, no se permite que las minorías se expresen en su lengua.
 
Este tipo de declaraciones es lo que ha colocado a Pamuk en el punto de vista de los políticos turcos, como elemento peligroso dentro del actual régimen. De hecho fue juzgado por alta traición, a consecuencia de unas declaraciones hechas a la prensa extranjera, en las que recordaba el genocidio armenio perpetrado por los turcos a comienzos del siglo XX. 
 
Con la concesión del Premio Nobel a Orhan Pamuk han salido a la luz de occidente otros autores de la literatura turca.