Los Misterios de Madrid es una obra del escritor Antonio Muñoz Molina. Esta novela es el producto de un encargo que realizo el periódico El País. Se publicó por entregas entre el once de agosto y el siete de septiembre de 1992. Esta considerada como una obra menor, tanto por su extensión como por su profundidad literaria.
A pesar de estos factores y aunque la consideremos como una obra sencilla y ligera, encierra en su interior, como no podíamos esperar menos de este autor, una serie de elementos muy interesantes. Cuando apareció esta obra en El País provocó opiniones y críticas encontradas. Sus detractores vieron en esta novela un intento del autor por buscar la inspiración perdida. Vaticinaron que Muñoz Molina no volvería a escribir ninguna gran obra.
Afortunadamente para sus lectores estos malos augurios no se cumplieron, pudiendo sus lectores disfrutar con posterioridad de grandes obras como Plenilunio o Ardor Guerrero. Por descontado, que la obra también encontró lectores y críticos que la acogieron con gusto. Que disfrutaron leyendo una novela más ligera de Muñoz Molina pero, sin duda, con su calidad de siempre.
La obra comienza con la llegada a Madrid de su protagonista, Lorencito Quesada, para realizar un encargo de un aristócrata de Mágina, ciudad de provincias de donde es natural Lorencito, Don Sebastián Guadalimar, para intentar recuperar la imagen del Cristo de la Greña, que había sido robada, según todos los indicios, por Matías Antequera, cantante flamenco, también, natural de Mágina. Lorencito acude a Madrid como reportero del periódico provincial Singladura. A lo largo de esta aventura se verá envuelto en todo tipo de esperpenticas situaciones. La obra se presenta en forma de folletín y es una parodia de la situación Española del momento en el que se publicó. Tiene algunas características cervantinas y la parodia está claramente presente. Como en Cervantes esta es ácida y provoca algunas veces la risa y otras la sensación de estar presenciando un esperpento. Como es habitual en las novelas por entregas tiene los ingredientes de muertes, misterios, desapariciones, amores etc.
Como en cualquier folletín, Lorencito se verá en un principio solo frente a todas las peripecias de su aventura, pero finalmente aparecerá un amor, Olga, bailarina, que resultará, naturalmente, hija de la condesa. Su lenguaje es sencillo y poco elaborado, lleno de expresiones tópicas que consiguen darle ese aire paródico que el autor deseaba imprimirle a la obra. Para entender esta novela debemos situarnos en la España de principios de los noventa, en la que tuvieron lugar una serie de acontecimientos como la Expo de Sevilla, Las Olimpiadas de Barcelona, Madrid Capital Cultural etc. Así cómo también todos los casos de corrupción y el comienzo de la llamada «Cultura del Pelotazo» Algunos de sus personajes son producto de la cultura anterior como Sebastián Guadalimar o Lorencito Quesada y otros claramente de la nueva situación como J.D. Y Pepín Godino.
En esta obra Muñoz Molina no quiere parodiar a la Semana Santa sino a las falsas exageraciones que para el autor suponen un lastre en el desarrollo de la sociedad española. Lo más destacable e interesante de la novela, Los Misterios de Madrid, es el estudio de sus personajes y escenarios. Como ya ha declarado el autor y el lector podrá comprobar, los personajes y escenarios se repiten en algunas de las obras de Muñoz Molina. Incluso en algunas ocasiones el lector podrá identificar un lugar, sin que el autor nos hable de él. Lorencito Quesada, personaje que ya hemos conocido en otras obras del mismo autor, como «El jinete polaco» o la narración breve «El cuarto del fantasma», protagoniza esta historia. Lorencito realiza en Los Misterios de Madrid un viaje iniciático.
Lorencito será un provinciano convertido en periodista de investigación, lo que enfatiza la intención paródica. Desde su llegada a Madrid, asustado por el tamaño y la mezcla de gentes de distintas nacionalidades hasta su regreso a Mágina sufrirá una clara transformación. Como el propio autor ha declarado sus libros están habitualmente protagonizados por un personaje solitario y que se siente culpable. Lorencito Quesada se ve en Madrid fuera de su vida cotidiana e inmediatamente acusa el sentimiento de soledad. Su vida en Mágina era ordenada y transcurría sin mayores sobresaltos así que su llegada a Madrid supone un enorme cambio para él.
El viaje, como ya hemos dicho anteriormente resulta iniciático, marcado por distintas pruebas por las que tendrá que pasar el protagonista. Lorencito en Madrid se debate entre lo nuevo que esta viviendo y su moral católica y franquista, lo que le produce sentimientos encontrados y de culpabilidad. En este viaje, muchos de sus antiguos valores, se desmoronarán y en la última parte de la novela aparecerá un Lorencito más maduro y seguro de sí mismo.
El apellido Quesada, del protagonista, es un apellido que viene de la zona del norte de Jaén, cercana a la localidad del mismo nombre y que depende económicamente de la ciudad de Úbeda, ciudad natal del autor. Este personaje de ficción tiene una parte de realidad, como muchos de los personajes de Muñoz Molina.
En Úbeda hay muchos habitantes que reconocen en la figura de Lorencito Quesada a uno de sus paisanos, incluso otros van más allá reconociendo se a sí mismos como Lorencito Quesada. El conde, Sebastián Guadalimar, que es el que propone a Lorencito el viaje a Madrid y la investigación de la extraña desaparición del Cristo de la Greña, es el representante de los valores tradicionales. Por eso, en la obra no sólo es aristócrata, sino también presidente de una de las cofradías más antiguas de la Semana Santa de Mágina, la del Santo Cristo de la Greña.
El apellido lo toma el autor de un río cercano también a Úbeda y podría representar a uno de los herederos de la familia Cobos promotores de la Úbeda del renacimiento por medio del mecenazgo que llegó a se secretario de Carlos V. El auténtico heredero de la familia Cobos sigue manteniendo su vinculación a esta tierra, manteniendo allí diversas posesiones. El conde, Sebastián Guadalimar, representa en la obra los antiguos valores. Este resulta un ingrediente fundamental en la parodia. Otro personaje, también sacado de la realidad de Úbeda, es Matías Antequera. Representa a un cantante folclórico local, Paco Santa Cruz, que llegó incluso a realizar alguna gira internacional y que contribuye económicamente con la cofradía de la Virgen de los Dolores de la Iglesia de la Trinidad ubicada enfrente de los almacenes «El métrico».
Los lectores de esta obra, naturales de Úbeda, reconocen en Pepín Godino a una persona que durante muchos años fue representante de la casa de Úbeda en Madrid. En la obra representará a la cultura del pelotazo, de los personajes que se enriquecen con rapidez apegados al poder.
El personaje J.D., que tiene una breve aparición, no representa a una sola persona de la realidad, sino que podría ser el prototipo de los más importante ejecutivos de la época. Jacob Bustamante es también un personaje al que se le identifica con un poeta local de Úbeda. Bocarrape y Bimbollo son dos personajes planos. Al tratarse de un folletín tampoco pretende nada más que presentarlos como modelo de matones sin otro relieve.
El Santo Cristo de la Greña no es ninguna imagen real de la Semana Santa de Úbeda pero, por la descripción que se nos da, es un tipo de Cristo habitual en Andalucía desde el barroco, que utiliza peluca incluso de pelo natural. Tenemos ejemplos como «El Greñudo» de Cádiz y la cofradía «La Greñúa» de Granada.
Otro punto importante en el que debemos fijar nuestra atención, en esta novela, es el espacio físico. La acción se desarrolla en Mágina y en Madrid. Los dos se convertirán en símbolos de la obra.
Mágina representara los valores tradicionales y la vida tranquila y en orden y Madrid representa la vida nueva con nuevos valores y con una actividad trepidante. Un escenario en el que se pueden vivir todo tipo de aventuras.
Mágina existe en los mapas pero no como ciudad de provincias, sino como una sierra de Huelva, que se puede divisar desde los miradores de Úbeda, ciudad natal del autor y ciudad real a la que representa Mágina, aunque con algunas diferencias.
Mágina representa la Úbeda de los barrios antiguos de la gente humilde, sencilla y de costumbres rurales. Muñoz Molina dice que eligió el nombre de Mágina porque le gusta mucho y porque era el único paisaje lejano que podía divisar desde los miradores de Úbeda durante su infancia.
En la obra nos encontramos con la Plaza del General Orduña, en la realidad, Plaza del General Saro.
También encontramos la Torre del Salvador edificio emblemático de la Úbeda renacentista y que en la actualidad sigue perteneciendo a la familia Cobos.
La Plaza de Vázquez de Molina que es el centro religioso y administrativo de Úbeda.
El Sistema Métrico, tienda real de tejidos ubicada en el centro en la calle Trinidad.
Además Muñoz Molina ha declarado: «Yo me inventé Mágina para contarme a mi mismo las experiencias de mi propia vida y la de mis mayores con un grado de intensidad y una posibilidad de lejanía que sólo podía darme la ficción» «Úbeda está en los mapas y en el tiempo presente. Mágina es un lugar de mis libros y mi pasado»
El otro espacio donde se desarrollará la mayor parte de la acción es la ciudad de Madrid. Dentro de este folletín Madrid aparecerá como depositaría de lo malo, de todas las tentaciones de una vida diferente, en muchos casos, carente de valores o con unos valores nuevos y muy distintos a los de Mágina, representante de la parte positiva, de los valores clásicos y la vida de orden. Pero al mismo tiempo Madrid representará lo desconocido, lo innovador y será lo que definitivamente empujara a Lorencito a evolucionar.
En la obra, aparecen las zonas más castizas del centro donde sucederá la acción y donde Lorencito encontrará los mayores peligros.
También aparecerá el extrarradio que nos lo presentará como una consecuencia de lo que sucede en el centro.
En este extrarradio se enncontrará lo más bajó de la sociedad pero también zonas agradables en la que vive la gente de los nuevos valores.
La parte nueva de Madrid, La Castellana y las Torres Kio, aparecerán como símbolo del nuevo Madrid.
El final de la novela, resulta, como en casi toda la obra de Muñoz Molina, sorprendente. Es como una toma de cine en al que la cámara se va alejando del suelo hacia la torre del reloj.
En Úbeda, después de esta aventura, todo recupera su orden, aunque Lorencito Quesada habrá sufrido una evolución tras su viaje y sus experiencias.
Lo más sorprendente de todo será cuando nos damos cuenta de que la novela es una parodia dentro de otra. Lorencito Quesada periodista aficionado del periódico local Singladura, no será capaz de escribir su propia historia sino que se la encargará a un mancebo de una farmacia, que también la podemos encontrar en la Úbeda actual, la farmacia de la Licenciada Mataró.